Por Sebastián Del Pilar Sánchez
El martes 27 de febrero de 1973 el presidente Joaquín Balaguer pronunció un memorable discurso ante el Congreso Nacional dedicado en parte a resaltar la utilidad de la presa de Tavera, obra que su gobierno se proponía inaugurar en horas de la tarde en el municipio de Jánico, catalogada por él como primera de su tipo y la «de mayor importancia que se ha realizado en el país desde que Colón pisó esta tierra y la incorporó a la vida civilizada«.
El veterano estadista destacó el financiamiento que obtuvo el país de los organismos crediticios internacionales, a la cabeza del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que prestó la suma de 22 millones 900 mil dólares para sostener el programa de desarrollo eléctrico y de riego ejecutado en su primera etapa por la Corporación Dominicana de Electricidad (CDE) y el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI). También, la contribución del gobierno de los Estados Unidos dirigido por el presidente Lyndon Johnson, que aportó siete millones de dólares y un crédito de la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID).
En su discurso radiotelevisado, el doctor Balaguer señaló que la idea de construir la hidroeléctrica surgió durante su gestión como presidente del primer Consejo de Estado en 1961, cuando se diligenció la contratación de técnicos suecos para que hicieran los primeros 240 metros del extenso túnel de desvío de las aguas del río Yaque del Norte, un conducto de 4 mil 600 metros de largo y 6.50 metros de ancho.
Dijo que la presa de Tavera estaba dotada de una capacidad de energía hidráulica equivalente a 40 mil kilovatios y podía generar 170 millones de metros cúbicos de agua para abastecer los acueductos de Moca y Santiago y regar cerca de 800 mil tareas de tierra en el valle del Cibao, por ser un «complejo hidroeléctrico que está llamado a cambiar las viejas estructuras económicas nacionales y a dotar al país de los instrumentos que necesita para promover e impulsar su desarrollo«.
A su juicio con su inauguración se hacía realidad el sueño «acariciado durante más de cincuenta años por el pueblo dominicano«, toda vez que este embalse aumentaría la producción agropecuaria, el consumo interno y la exportación masiva de productos del campo hacia los países vecinos.
La realización de esta obra había sido un tema de conversación casi diaria en la sociedad dominicana que ponderaba su calidad y costosa inversión, ampliamente publicitada por el propio Balaguer que afirmaba que Tavera era la esperanza de progreso y bienestar de la nación; por lo cual se esforzó en despejar las inquietudes generadas por las dificultades financieras que entorpecieron sus inicios con recursos del presupuesto nacional.
La edificación de la presa de Tavera se inició el 15 de enero de 1968, en un acto público encabezado por Balaguer tras la contratación de los servicios de la firma alemana «Lahmeyer International GmbH», de Frankfurt, autora de su diseño definitivo a un costo de dos millones de pesos; pero fue mucho después que entraron al país los recursos económicos para garantizar la obra, ofrecidos por Johnson a Balaguer en la segunda cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la OEA, efectuada en Punta del Este, Uruguay, el 12 de abril de 1967.
Sin duda, su inauguración constituyó un logro irrefutable de Balaguer en su séptimo año en el poder y aumentó la alegría de los dominicanos durante los actos de celebración del 129 aniversario de la Independencia Nacional.
Correspondió al profesor Juan Bosch ser la primera figura política dominicana que en 1963 promovió personalmente en el extranjero el proyecto de la presa de Tavera, durante una animada gira de siete semanas por Estados Unidos y Europa en la que visitó a los presidentes John Fitzgerald Kennedy y Charles de Gaulle, de Estados Unidos y Francia, al primer ministro inglés Maurice Harold Macmillan, al jefe del gobierno alemán Konrad Hermann Adenauer, a funcionarios de organismos internacionales y a dirigentes políticos y empresariales que se interesaron en conocer sus planes como futuro gobernante de la República Dominicana.
Durante este viaje y a su paso por Washington, Bosch en calidad de presidente electo -acompañado del empresario perredeísta Diego Bordas, de Antonio Barletta, representante de la empresa transnacional General Electric y otros empresarios- obtuvo el respaldo del BID que autorizó -el 2 de enero de 1963- concederle al país un préstamo por un valor de 3 millones 500 mil dólares para financiar las Villas de la Libertad, es decir un proyecto habitacional de 5 mil viviendas que serían destinadas a familias de escasos ingresos.
Igualmente, en Suiza, Bosch obtuvo un contrato de financiamiento por un valor de 150 millones de dólares para realizar la presa de Tavera y otras obras, otorgado por la empresa inglesa «Overseas Industrial Construction», socia de la General Electric y posteriormente logró que el Congreso Nacional creara una ley jamás ejecutada, mediante la cual esa importante hidroeléctrica fue bautizada con el nombre de «Presa Restauración», en honor a los restauradores de la República.
Dicho acuerdo se cayó por la radical oposición de dos reconocidos líderes políticos antitrujillistas, el doctor Juan Isidro Jimenes-Grullón, presidente de la Alianza Social Demócrata y el señor Horacio Julio Ornes Coiscou, presidente de Vanguardia Revolucionaria Dominicana, quienes aseguraban que, en cuanto a su amortización y régimen de intereses, era un «contrato leonino» que representaba un peligro para el país.
Breve historia de la obra
La construcción de la presa fue prácticamente descartada en el reinado del Triunvirato, pero en 1966, durante la campaña electoral, Bosch retomó el tema el viernes 13 de mayo, en un discurso leído en el programa radial Tribuna Democrática, en su calidad de candidato presidencial del partido blanco, donde urgió a los dominicanos a reclamar la construcción del embalse, asegurando que «la República necesita esa presa como el guaraguao necesita las alas para volar y el caballo necesita patas para caminar».
Bosch alegó que el retraso de la obra le había hecho daño al progreso de unos 850 mil dominicanos que habían nacido luego del golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963, «a los que les robaron años de comida y de esperanza». Y ofreció una serie de explicaciones técnicas sobre la utilidad de la presa, tras señalar que debía ser hecha «en un lugar con grandes barrancas de piedra dura» situadas -una frente a la otra- más cerca del poblado de Baitoa que de Jánico, en el río Yaque del Norte, donde se haría «una pared de cemento de 75 metros de alto que -según sus cálculos- iba a llevarse dos millones 400 mil fundas de cemento».
Esta obra había sido originalmente dispuesta con tres generadores de 20 mil kilovatios cada uno, en su primera etapa, y se contemplaba que más tarde se instalarían otros dos y las centrales hidroeléctricas de Valdesia, Bao, López y la Jagua. Esta última almacenaría 130 millones de metros cúbicos de agua, que serían destinados a la presa de Tavera, a través de un largo túnel de unos seis kilómetros de largo.
Con la realización de ese proyecto, «el Cibao entero y la Línea Noroeste tendrían garantizada agua para sus acueductos y para todas las regolas que quisieran hacerse«, dijo Bosch, además de citar el beneficio que por sí sola daría la presa de Tavera con la formación allí del lago más grande de las islas antillanas.
El líder perredeísta había previsto reforestar toda la zona de la presa, desarrollar la ganadería y convertirla en un magnífico negocio; además de sacarle provecho a la belleza natural del lugar, con la instalación de pequeños hoteles y la organización de paseos en botes, para promover el turismo interno y la pesca.
La colecta que inspiró a la gente
El 15 de enero de 1968, Balaguer inició la obra en un acto público donde apeló al sentimiento patriótico de los dominicanos porque quería acelerar la construcción con aportes de la comunidad y recursos del presupuesto nacional.
En el discurso de ese día, el líder reformista invitó a los habitantes del país a hacer «un esfuerzo extraordinario» y aportar un grano de arena para activar el proyecto, alegando que «La construcción inmediata de la presa de Tavera no sólo es urgente por los beneficios que el país derivará de esa obra sino también porque ya necesitamos, en forma imperiosa, disponer de más agua para fines de riego«.
Consideró que los dominicanos debían demostrar «que no sólo somos capaces de hacer revoluciones y de asombrar a América y al mundo con rasgos de heroísmo inconsciente y denuedo salvaje, sino que también sabemos elevarnos a las más altas cumbres de la cultura y de la civilización«.
Luego pidió a sus conciudadanos empezar «hoy a unirnos en torno a Tavera y que estas plantas generadoras de luz sirvan también para acercar y unir a la familia dominicana. La tarea que tenemos por delante es de proporciones colosales, pero podemos superarla si todos nos asociamos para su realización en los días venideros«.
El estadista puso de ejemplo a El Salvador, «un país dos veces más pequeño que el nuestro, y construyó, sin embargo, la presa del río Lempa que hoy constituye uno de los factores que más están contribuyendo a su desarrollo económico y a la preponderancia que la industria y la agricultura salvadoreñas han obtenido en el mercado común centroamericano«.
También citó el caso de Pakistán, «una nación singularmente pobre y mal alimentada, se está sobreponiendo a la aridez que durante siglos ha castigado sus tierras casi desérticas, erigiendo la enorme presa de la cuenca del Indo, que recogerá el agua de los deshielos del Himalaya para convertirla en un instrumento que asegurará su prosperidad y será el eje de su grandeza futura«.
Esa pieza oratoria inspiró a los simpatizantes del caudillo de Navarrete. De tal modo que un joven médico natural de ese mismo lugar, el doctor Rafael Julián Padilla Cordero, de servicio en el hospital Presidente Estrella Ureña de Santiago, se le ocurrió tomar la iniciativa de llevar a cabo una campaña de recolección de fondos para la presa.
Esa campaña iniciada en el poblado de Estancia del Yaque, recibió enseguida el patrocinio de los diarios «La Información y «El Caribe» y la sumatoria de varias empresas de Santiago, instituciones particulares y las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, quienes a principios de enero de 1968 recaudaron fondos por un valor superior a 250 mil pesos.
Tan impactante fue la campaña, que el 12 de enero de 1968 el destacado articulista del Listín Diario, Moisés de Herrera Báez, escribió un formidable trabajo en el cual llamaba a la unión sincera del pueblo dominicano para que cada ciudadano contribuyera con la obra mediante un aporte económico de dos pesos mensuales de su salario.
Desde entonces, decenas de instituciones comenzaron a hacer colectas individuales que motivaron al presidente Balaguer a anunciar la constitución de una comisión integrada por personas de reconocida integridad moral, que se encargaría de coordinar, recibir y depositar la recaudación monetaria en una cuenta especial del Banco de Reservas, denominada «Pro construcción de la presa de Tavera».
Esa comisión estuvo encabezada por el presidente de la editora Listín Diario, señor Carlos Alberto Ricart Vidal, en calidad de tesorero, y conformada por las siguientes personas: Mary Pérez de Marranzini, del Distrito Nacional; Laly B. de Thomén, Víctor Espaillat y Edmundo B. Rengifo, de Santiago; Rosa Elba Carrón de Almánzar, de San Francisco de Macorís; doctor Gilberto Concepción, doctora Peggy Batlle de Batista y Milena Moya de Brache, por la Vega; doctor Juan Enrique Kundhart, de Montecristi; doctor Rogelio Espaillat, de Moca y Placido Brugal, de Puerto Plata.
También por Pedro Quilez Royó, de Samaná; Aura Bueno de Brito, de Valverde; Rosario Luna, de Santiago Rodríguez; Mario Pelletier, por las provincias de San Cristóbal, Peravia, Azua, Barahona, Pedernales, Independencia, Bahoruco, San Juan y La Estrelleta; y monseñor Juan F. Pepén, por las provincias de San Pedro de Macorís, La Romana, Altagracia y El Seibo.
La comisión fue responsable de la celebración de diversas actividades, como festivales y telemaratones, que contaron con la participación de conocidos artistas populares y miembros de la farándula tocados por la mística de esta iniciativa, entre los que recordamos a Julio César Matías (Pololo) y a los animadores de televisión Francisco Grullón Cordero y Radhamés Sepúlveda, Pildorín, con su programa «Carrousel de la Fortuna».
También al cantante Raphael de España, en su primera visita al país, quien se sumó a esa noble causa y donó mil pesos de la suma cobrada por su actuación de tres días en el país, que incluyó una presentación en el restaurante Chantilly y otra en el teatro Agua y Luz.
Según las cifras ofrecidas por esta comisión, las aportaciones para la construcción de la presa de Tavera ascendieron a la suma de dos millones 442 mil 78 pesos con 84 centavos. El gobierno invirtió, por su parte, con fondos procedentes del erario, la suma de 4 millones 472 mil 213 pesos con 39 centavos, que incluían los 2 millones 30 mil 134 pesos con 55 centavos pagados a la firma consultora alemana que realizó el estudio de factibilidad y diseño de la obra.