El 5 de julio de 1961 arribó al país en un vuelo de Pan American, una comisión del Comité Político del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), proveniente de Puerto Rico, acogiéndose a las garantías ofrecidas a sus miembros por el presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer, de crear un orden democrático donde se pudiesen desarrollar actividades políticas que culminaren en la celebración de elecciones libres y pulcras en el año 1962.
Esa comisión estaba presidida por don Ángel Emilio Miolán Reynoso, secretario general de esa entidad; un hombre de color trigueño, de baja estatura y 46 años de edad, natural de la provincia de Dajabón, quien tenía 26 años en el exilio, compartiendo con el profesor Juan Emilio Bosch Gaviño y otros desterrados la tarea de organizar el partido que fundaron el 21 de enero de 1939 en la casa del exiliado doctor Virgilio Mainardi Reyna, en el municipio de Marianao, La Habana, Cuba.
Los demás miembros de dicha comisión eran el señor Nicolás Silfa Canario, también de 46 años de edad, natural de Azua de Compostela, quien tenía 25 años refugiado en la ciudad de Nueva York, y Ramón A. Castillo, de 40 años, natural de San Pedro de Macorís, quien llevaba once residiendo en el exterior.
La prensa nacional y extranjera habían acudido al Aeropuerto de Punta Caucedo a recibir a los comisionados, lo mismo que la representación del Gobierno, en la persona del secretario de Estado de Educación, licenciado Emilio Rodríguez Demorizi, quien estaba allí testimoniando la voluntad oficialista de iniciar la democratización prometida al PRD, que había pedido la libertad necesaria para organizarse.
En nombre del Gobierno, el licenciado Demorizi recibió a los exiliados y les expresó que podían confiar de manera absoluta en la promesa oficial para su libre actuación en el país; agregando que desde ese mismo momento les correspondía a ellos actuar a la altura cívica de la leal y franca actitud del Gobierno dominicano.
Los periodistas aún se mantenían en la escalerilla del avión cuando recibieron de Miolán una declaración de prensa y una cinta magnetofónica con una alocución grabada del exiliado profesor Juan Bosch. Allí estaban los corresponsales de la prensa internacional, Sam Harper, de la revista Time, y Bienvenido Ortiz Otero, de El Mundo, de San Juan, Puerto Rico, quienes habían llegado en el mismo vuelo de los comisionados del perredeísmo, para estar presentes en ese sencillo acto de prensa.
La alocución de Bosch decía que después de largos años de ausencia, Miolán, Silfa y Castillo retornaban «a la Patria para discutir con el Gobierno una serie de medidas cuya aplicación resulta indispensable para que Santo Domingo pueda integrarse en el orden legal del Hemisferio. Si esas medidas se adoptan y se aplican lealmente, el Partido Revolucionario Dominicano participará en la lucha política nacional, con la voluntad de llevar a la victoria sus principios de libertad para todos nuestros compatriotas, y de justicia social para las grandes mayorías necesitadas».
Señalaba que los comisionados llegaban a su patria «con una emoción que no puede describirse con palabras, después de tantos años de ausencia», y que lo hacían «sin odios ni rencores», para tratar de contribuir al nacimiento de la democracia en la República Dominicana, contando con el auxilio del pueblo.
«Estamos plenamente conscientes de que América toda y hasta la opinión pública del mundo, tienen los ojos puestos en este momento crucial de nuestra historia y creemos que la única manera de aliviar los dolores de la Patria y de incorporarla a plenitud a una convivencia normal en el plano internacional, es con una conducta patriótica y altamente responsable de todos los dominicanos, sin excepción alguna, a tono con la grave responsabilidad histórica que en estos momentos pesa sobre nosotros. Quisiéramos decir muchas cosas, pero no es hora de palabras sino de hechos concretos y cuestiones concretas».
La declaración decía que «por conducto de la prensa, tanto dominicana como internacional, de la cual esperamos una responsable y entusiasta cooperación, queremos enviar nuestro más atento saludo para el presidente Joaquín Balaguer y el Gobierno en pleno; y un emocionado abrazo para todo el pueblo dominicano”.
Bosch afirmaba que Miolán, Silfa y Castillo “habían dedicado su vida a la tarea de crear para el pueblo de Quisqueya un orden de libertades públicas que le permita a cada ciudadano vivir satisfecho de sí mismo y que sitúe al país en una altura digna dentro del sistema de la democracia americana». Y aseguraba también que estos no se hallaban en la República Dominicana «solicitando cargos ni favores», sino como representantes autorizados de un partido que no luchaba para beneficio de sus líderes, sino por el bien de todo el pueblo dominicano.
«Pido para ellos el respeto de los adversarios, la amistad de los que han soñado alguna vez con la democracia dominicana y la fe de los que desean verla establecida en nuestro país».
La alocución del exiliado dirigente terminaba diciendo que “en prenda de la honradez y el patriotismo de Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo, empeño el nombre que he ganado en América con mi obra, y el prestigio que ha conquistado en el Hemisferio el Partido Revolucionario Dominicano en veintidós años de lucha por la libertad».
Miolán concluyó aquel primer contacto con la prensa indicando que trabajarían no solo para su partido, «sino para que la democracia dominicana tome el sendero que le corresponde”; agregando que el PRD deseaba actuar con la mayor independencia posible, valerse de sus propios medios, pero que no quería que el presidente Balaguer viera en ello una descortesía de su parte. Luego le pidió a Rodríguez Demorizi que le expresara al jefe de Estado que «hemos confiado plenamente en la sinceridad de él y de su Gobierno para discutir las condiciones del retorno de todos mis compañeros y de todos los que están en el exilio”.
Miolán, Silfa y Castillo abandonaron el aeropuerto, en dirección a la Capital, y casi llegando a la cabeza del puente Juan Pablo Duarte observaron a un grupo de personas que aplaudían el paso del automóvil que los transportaba, lo que volvería a ocurrir poco después en los alrededores del parque Independencia, cuando se desmontaban frente al hotel Comercial que les serviría de hospedaje. Allí un grupo de simpatizantes les esperaba, para darles la bienvenida, portando una bandera nacional.
Desde ese momento los miembros de la Comisión de la Libertad se emplearon a fondo en los asuntos de la organización del partido blanco, estableciendo a seguidas su sede en la casa No. 13 de la calle El Conde, donde desde el primer día se presentaría una gran cantidad de personas que deseaban saludarles y solicitarles inscripción en las filas del nuevo partido de oposición, hasta entonces desconocido porque había operado solo en el exilio y ahora se organizaba en el país con la intención de participar en el proceso de democratización que acababa de iniciarse.
Pero no pasaría mucho tiempo sin que Miolán y sus compañeros tuvieran que dar el frente a un brote de anarquía en plena ciudad capital, que amenazaba la apertura democrática; pues en la mañana del viernes 7 de julio, en el sector de Gascue, varios desconocidos les pegaron fuego a una emisora llamada Radio Caribe, cuya propiedad se atribuía al general Ramfis Trujillo, jefe militar del país y que estaba administrada por un íntimo de este de nombre Salomón Sanz.
Los adeptos de Ramfis, a la cabeza de un ebanista llamado José A. Jiménez, mejor conocido por el sobrenombre de “Balá”, creyeron que ese acto de terror había sido provocado por el Movimiento Popular Dominicano (MPD), un partido político de izquierda que tenía como figura central a Máximo Antonio López Molina, un antiguo enemigo del dictador Trujillo que desde el año 1960 se había acogido a las garantías ofrecidas por el régimen para operar en el país, asentando su organización en la avenida Duarte, que en la época llevaba el nombre de José Trujillo Valdez, en honor al padre del dictador.
Balá responsabilizó de ese hecho al MPD y decidió en venganza convocar a su grupo parapolicial a una reunión que se efectuó en la tarde de ese mismo viernes frente a su casa, que era la número 33 de la calle Caracas del sector Villa Francisca, y poco más tarde, al mando de esa turba se dirigió a la avenida Duarte, llegando hasta el local del partido de la enseña rojinegra que fue asaltado y quemado, pese a la resistencia de los aguerridos militantes emepedeístas que aún así, los obligaron a retroceder para evitar ser linchados.
La Policía intervino salvando a los agresores de un merecido castigo, pero sus 25 agentes en la escena de la contienda no pudieron controlar a los seguidores del MPD que cercaron y quemaron la vivienda de Balá, desoyendo a su líder López Molina, quien se movía de un lado a otro, con un altoparlante en mano, tratando de imponer su autoridad para que la revuelta no degenerara en tragedia.
El incendio de Radio Caribe causó las muertes de los señores Víctor Manuel Pérez y Ramona Espinosa, de 30 y 34 años, respectivamente y produjo muchas preocupaciones porque de una forma u otra estropeaba el clima democrático que el país comenzaba a desarrollar para normalizar sus actividades diplomáticas y comerciales, paralizadas por el bloqueo que le impuso la Organización de Estados Americanos (OEA), como castigo al intento de asesinato del presidente de Venezuela, Rómulo Ernesto Betancourt Bello, el 24 de junio de 1960, llevado a cabo por sicarios del régimen del ajusticiado dictador Rafael Leónidas Trujillo.
La dirección de Radio Caribe publicó un aviso el 8 de julio de 1961 referente a la situación de sus instalaciones físicas, en el que responsabilizó de lo que acababa de ocurrir «a pequeños sectores cargados de pasiones, que anhelan el hecho sensacional para dar cauce al torrente de odio que ahoga sus almas».
También ofreció de manera gratuita sus micrófonos a los recién llegados dirigentes del PRD, para que dieran a conocer sus opiniones sobre ese macabro acontecimiento. Y estos dijeron lamentar la reacción de los llamados “Paleros de Balá” que con sus tropelías afectaron la convivencia pacífica y pusieron en riesgo la vida de muchos seres humanos, incluidos jóvenes simpatizantes de esa entidad que fueron severamente golpeados.
Comisión se reúne con Balaguer y Ramfis
El lunes 10 de julio, la comisión del partido blanco se reunió con Balaguer en su despacho del Palacio Nacional, en un provechoso diálogo de alrededor de una hora que agradó a todos sus miembros, porque el jefe del Estado los convenció de su disposición para que los partidos de oposición pudieran desarrollar libremente sus actividades en todo el territorio nacional, siempre y cuando “se desarrollen dentro de las leyes, condición indispensable para que el proceso de democratización iniciado en el país se realice en forma pacífica y ordenada”.
Miolán, en su calidad de portavoz de la comisión, informó que se sentían muy felices por haber regresado a la patria después de varios años de ausencia, y aprovechó la ocasión para elogiar la belleza y el crecimiento de la ciudad de Santo Domingo, que en ese momento tenía aún el nombre de Ciudad Trujillo.
Balaguer, por su parte, dijo que su Gobierno garantizaba el libre tránsito y la seguridad física de los dirigentes del partido blanco, aunque advirtió que «todos estamos expuestos a morir».
Ese criterio fue compartido por Miolán, señalando que el mandatario «dice la verdad, toda vez que todos los hombres que actuamos en la lucha política corremos el riesgo de ser agredidos físicamente».
El dirigente perredeísta también reveló que la entrevista con el jefe de Estado se circunscribió a un primer encuentro para hacerle entrega de las credenciales del partido y para ponerse de acuerdo sobre la forma de cómo se iban a desarrollar las futuras conversaciones; recalcando que contaban con la ratificación de todas las garantías ofrecidas por el Gobierno y con su empeño en seguir adelante con la acción para iniciar y consolidar la democracia en la República Dominicana.
Señaló igualmente que la comisión del PRD le expresó al gobernante «su esperanza de que estos esfuerzos para encauzar la vida futura del país por el camino de la legalidad, la libertad y la democracia no encuentren tropiezos de ninguna clase para bien de todos y salvación de la patria».
Miolán indicó que en ese conversatorio se habló de Ramfis Trujillo, quien en su calidad de jefe del Estado Mayor General Conjunto de las Fuerzas Armadas, había ratificado las garantías que el Gobierno había ofrecido, y señaló que la comisión estaba dispuesta a visitarlo “cuando él lo lleve a gusto para escuchar esa ratificación de garantías de sus propios labios».
Dos días más tarde, la comisión del partido blanco visitó al general Ramfis Trujillo y sostuvo en su despacho de la base aérea de San Isidro una breve reunión de apenas 10 minutos, en la que estuvieron presentes el joven capitán Leónidas Rhadamés Trujillo Martínez (su hermano); el secretario de Estado de Educación, licenciado Emilio Rodríguez Demorizi; el licenciado Luis R. Mercado y el coronel Gilberto Sánchez Rubirosa.
Miolán expresó que Ramfis «nos recibió con gran amabilidad y repitió varias veces que las Fuerzas Armadas a su mando respaldarían, como lo han venido haciendo hasta ahora, de una manera total, las garantías que el Gobierno del presidente Balaguer nos ha ofrecido».
«Si hay alguien interesado en velar por la seguridad de ustedes, esa persona soy yo», le aseguró el general Trujillo a los miembros de la comisión perredeísta, cuyo vocero le manifestó que confiaba en que esas declaraciones tan rotundas sirvieran para conservar y ampliar las conquistas democráticas que se habían logrado.
El general Trujillo agregó que en caso de que esa seguridad corriera peligro «pueden dirigirse directamente a mi oficina» a fin de resolverles cualquier problema que afronten”. Y también les dijo que los militares se mantendrían alejados de la política «mientras yo sea jefe de las Fuerzas Armadas”.
Miolán volvió a agradecer las palabras del general Trujillo y manifestó que, al regresar a la patria, «tuvimos confianza en que las garantías del presidente Balaguer eran buenas y confiábamos en que usted respaldaría esas garantías y que cumplirán los compromisos contraídos con nosotros. Nosotros, por nuestra parte, nos pusimos a tono con esos compromisos».
Miolán inicia organización del PRD
Después de su entrevista con el jefe militar, Miolán se entregó en cuerpo y alma a la labor de organizar el partido, comenzando por el Distrito Nacional, donde millares de personas continuaban acudiendo al local de la calle El Conde con el deseo de ser inscritos; estando entre ellos José Francisco Peña Gómez, Segundo Armando González Tamayo, Jacobo Majluta Azar, Washington Aníbal de Peña Rincón, el periodista Nelson Sánchez, Milagros María Ortiz Bosch, Rafael Ángeles Suárez, Yokasta Prandy y Plutarco Sención.
Este último tuvo el privilegio de organizar y constituir el primer comité municipal de ese partido en San José de Ocoa, la noche del viernes 7 de julio, junto a los señores Miguel Domínguez Guerra, profesor Juan Bautista Castillo (Blanco), Vinicio Antonio Soto, Juan Darío Soto Mella, Luis Concepción, Miguel Ángel Mascaró (Pucho), José Miguel Mascaró Martínez, Virgilio Martínez, Teófilo Juan Read Daka y Rafael Emilio Casado.
Con el apoyo de esos jóvenes, Miolán constituyó los equipos de Organización y de Propaganda y confió su dirección a Mon Castillo y a Peña Gómez, los cuales pasaron a ser los principales responsables del crecimiento orgánico y de la organización de un gran mitin en el parque Colón para calibrar el impacto de su misión en el pueblo dominicano.
Luego, el secretario general del PRD se puso al frente de la llamada “Caravana de la Libertad”, formada por decenas de vehículos que circularon por todo el territorio nacional llevando hombres y mujeres que portaban banderas blancas y se encargaban de dar a conocer los ideales democráticos y el lema de esa organización: “Soberanía Nacional, Libertad, Democracia y Justicia Social”.
Pero no todo era color de rosa, ya que mientras organizaban el mitin llegó desde La Habana, Cuba, una acusación del Partido Socialista Popular (dominicano), que afirmaba que el PRD era un agente del Departamento de Estado de Estados Unidos que «gestiona un simulacro electoral en este país».
Esa falsa imputación, contenida en un despacho de prensa de la Associated Press, publicado en la primera página del periódico El Caribe, fue respondida con energía por la comisión presidida por Miolán, a través de un comunicado que decía que «demasiado habían tardado los comunistas en comenzar sus ataques contra la delegación del PRD», pues ellos se habían acostumbrado a recibir el «fuego graneado de los camaradas”, debido a que poseían “concepciones y posiciones diametralmente opuestas frente a la problemática de nuestro país».
El PRD negó categóricamente la acusación del PSP que señalaba a sus dirigentes como agentes del presidente John F. Kennedy y del imperialismo yanqui, y aseguró que «la verdad es que mientras el Partido Revolucionario Dominicano no ha dejado de criticar nunca, con toda severidad todo lo malo que ha podido sufrir el pueblo dominicano de parte de los Estados Unidos de América, ellos jamás han pronunciado una sola palabra de condenación para los monstruosos crímenes que ha cometido y sigue cometiendo el comunismo internacional, tanto dentro de la esfera soviética como de la esfera de los demás países sometidos, y en muchas otras partes del mundo».
Luego de ese affaire con el PSP, Miolán se concentró en la realización del mitin del 16 de julio en el parque Colón de la Capital, donde hablaron 14 personas ante centenares de simpatizantes que coreaban de manera persistente: «!Libertad!…!libertad!…!libertad!»
Los oradores hablaron a la multitud desde los balcones de la sede del perredeísmo, fueron el ingeniero Ignacio Agramonte, Ramón A Castillo, Julio de Peña Santos, César A. Roque, Thelma Frías Montalvo, Pedro Martínez Ajesta, Carlos Manuel Céspedes, José del Carmen Rodríguez, Octavio Cabrera hijo, José Francisco Peña Gómez, doctor José Francisco Peynado Velásquez, Francisco Gómez Estrella, Agustín Estévez y Ángel Miolán.