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Danilo Cruz Pichardo
danilocruzpichardo@gmail.com
Se dice que los presidentes de Estados Unidos ganan mucho dinero después de abandonar el cargo, porque entre sus tareas está la de dictar conferencias magistrales en diferentes naciones del mundo, las cuales son bien remuneradas. Pero, ¿quién dijo que el dinero da mayor felicidad y prestigio que gobernar un país, máxime como la principal potencia del mundo?
Aunque los presidentes de Estados Unidos están conscientes que no pueden permanecer en el poder más de dos períodos (porque las instituciones son demasiados fuertes), he sabido que algunos han acudido a sus psiquiatras para que les ayuden a bajar la escalera con efectos menos traumáticos, con estados depresivos más leves y de menor duración. Sin embargo, Bill Clinton nunca perdió la esperanza de retornar a la Casa Blanca, razón por la que su esposa Hillary hizo el intento en dos oportunidades. Y Barach Obama tiene en agenda lanzar a Michell en la primera oportunidad que se presente.
En República Dominicana, con instituciones más débiles, todo el que llega a la Presidencia se enamora del cargo y desea continuar otro “chin más”. Podría poner múltiples ejemplos. Horacio Vásquez fue electo presidente el 15 de marzo de 1924 por un período no establecido. Aunque la Constitución de 1908 decía 6 años, hay que señalar que esa carta magna había cesado con la intervención norteamericana de 1916. Esa situación llevó a Vásquez a la adopción del Plan Hughes-Peynado y se aprobó una nueva ley de leyes, el 13 de junio de 1924, para durar cuatro años. Pero el mandatario reformó nuevamente el 17 de junio de 1927 y así dirigió el país hasta el 1930.
Sin embargo, Vásquez, que era un hombre bueno, no se detuvo ahí. Auspició una nueva reforma con la finalidad de modificar el artículo concerniente a la frontera con Haití, lo que aprovecharon legisladores seguidores del presidente para introducir la reelección y se promulgó la nueva ley el 20 de junio de 1929, permitiendo que el caudillo sea candidato nuevamente en los comicios pautados para 1930. Trujillo aprovechó el escenario de crisis y confusión y se alzó con el poder durante 31 años.
Con el profesor Juan Bosch ocurrió todo lo contrario, no lo dejaron concluir su período. A raíz del golpe de Estado, Bosch, de ser un político liberal, democrático y objetivo, exhibió grandes cambios en su pensamiento político. Jamás volvió a ser el mismo.
De Balaguer podría decirse que es el político que ha mostrado mayor apego al poder en las últimas décadas, exhibía temor a la soledad y le encantaba el culto a la personalidad. Al ser echado del poder en 1978 se fue a residir a New York durante tres años, pese a que, por temor a retaliación política, se robó el control del Senado, que designaba a los jueces, garantizando su impunidad. Sintió temor por don Antonio y llegó a expresar: “Ese es un hombre bruto”.
Don Antonio Guzmán hizo un excelente gobierno, si partimos de las grandes transformaciones políticas que se registraron en su mandato de cuatro años. Merecía un segundo período, pero ese partido no era de él, el líder era José Francisco Peña Gómez, que pudo muy bien ser el candidato presidencial en 1978 y había que entregarle el poder, producto de la solidaridad internacional que recibió el PRD y la presión contra Joaquín Balaguer para que se respete la voluntad popular.
El hecho es que don Antonio, antes de salir del poder, cayó en depresión, posiblemente por dos razones: 1) Abandonar las famosas mieles del poder; y 2) Temor a persecución política de parte de Salvador Jorge Blanco. Optó por el suicidio. Jorge Blanco, en cambio, fue el expresidente con la salida del poder más traumática, sus enemigos políticos se ensañaron en su contra, el único en caer preso, quedó desacreditado y su salud se dañó.
El mayor problema que atraviesan los presidentes dominicanos es que al salir del poder el 95% de sus seguidores los abandona, se exponen a ser objeto de persecución (con o sin razón) y a deprimirse. Algunos no lo creen y expresan: “¿Cómo una persona que lo tiene todo se va a poner triste? Precisamente la depresión es una patología que afecta, sobre todo, a personas de clases media y alta. Los pobres no tienen tiempo para estar tristes, porque tienen que buscar la comida diariamente.
Aunque no lo admita públicamente lo más probable es que Hipólito Mejía ha atravesado episodios de soledad y tristeza; Danilo Medina envejeció 20 años en uno solo y Leonel Fernández, aunque gobernó tres períodos, muestra obsesión con el retorno al poder, porque solo así levantaría el ánimo y volvería a sonreír.
Parece que Luis Abinader es diferente a los últimos tres expresidentes que ha tenido la República Dominicana, los cuales reformaron la Constitución para poder optar dos de ellos en lo inmediato y uno en el futuro. El actual presidente, al enviar una reforma para impedir un tercer período, parece que no se ha detenido a pensar en las consecuencias particulares. Lo primero es que lo van a dejar solo y le van a quitar el partido. El PRM es de Abinader. Se pueden juntar los denominados presidenciables, casi todos empleados públicos, y no sacan un 20%. Aparte de Luis, el único que tiene un chin de gente es Hipólito.
Luis es empresario y político, pero desde que lo conozco su gran pasión es la actividad política. Siendo un hombre de 50 y pico, uno de los presidentes mejor valorado del continente es para pensarlo mejor, sobre todo partiendo de la experiencia descrita más arriba y en un país donde la oposición no tiene moral para oponerse a nada. ¿O acaso hay moral para objetar lo que usted ayer llevó a la práctica? ¡Ah, si lo hago yo está bien, si lo haces tú está mal! La doble moral.
El parecer del suscrito es que la reelección no es buena ni mala, todo depende de lo que haga el mandatario, la transparencia pública, de los méritos, el respeto a las leyes y la población que tenga la última palabra mediante elecciones libres. Punto y aparte.