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El Secretario de Estado norteamericano pasó la frontera domínico-haitiana a miles de pies de altura, para caer de noche, en Santo Domingo. Y en su visita de dos días al país, habló de todo y a juzgar por lo que recogió la prensa, pudo saborear lo que parece hace tanta falta en Washington, un buen plato a término, con sabor a lejanía. Y nadie sabe si tuvo tiempo en su ajetreo, para pedir un “plato pa’ llevar”, o como se dice por aquí: “pa’ pola”.
Lo cierto es que no se resistió a la tentación y tuvieron que llevarlo hasta donde la Chef Tita, o se atrevió a ir hasta ella, para que hablaran en inglés y en español. Y no hablaron de relaciones de conflictos, sino de sabores y paladares.
La Chef Tita, dicen, “deslumbró a Antony Blinken”, quien, en sus reiterativos viajes por delegación del presidente de Estados Unidos, se la pasa llevando papelitos y mensajes, no tan dulces, en los momentos más difíciles. Y lo lugares más conflictivos del globo terráqueo.
Pero, aquí, a quién se le ocurre pensar que Mister Blinken tenía interés en dar la mano a la persona que estaba atenta a que degustaran, vigilada a distancia en el mismo salón palaciego, por el presidente Luis Abinader, quien estaba que no cabía en su satisfacción, ante el espectáculo que presenciaba.
Míster Blinken quedó deslumbrado con el sabor de los platos y exquisiteces de la cocina de menú innovador con sabor dominicano de la Chef Tita.
Uno no sabe si aquellos vecinos que no encontraron la ruta para saltar por los aires, a la altura que fuere, para acudir a la invitación del presidente Abinader, para que vinieran a su juramentación como Presidente, estarán pensando pensado en algo, ahora. Porque, en Haití, hay tantas amarguras juntas que preocupan al mundo entero, suficientes para mantener obnubilado, no al simulacro de gobierno que se gasta aquel país, sino a un gentil hombre que se gasta el gesto de querer estrechar las manos que prepararon el sazón del menú palaciego dominicano, a la hora de la cena, para invitados especiales.
Y no será la gran cosa. Pero la Chef Tita, (por favor, que exhiban el pedigrí de Inés Páez Nin) con pan de agua, su pan de yuca crujiente al hummus de gandul y chicharrón de cerdo en polvo con micro cilantro; su sopa de coco y camarones, la emulsión de camote morado y aguacate con decoración de camaroncitos, y además, galleticas de camarones, aceite de oliva y cebollas en escabeche. Eso después del chivo liniero sin huesos cocinado a fuego lento, risotto de gandules, pescado papillote. Y de postre una oda al cacao dominicano.
Mister Blinken no se lamió los dedos, imposible de imaginar. Pero sí pidió tocar los dedos de quienes inventaron todo aquello. Y el Luis de Abinader, loco de contento. Y buen provecho, si es que pidió “pa’ llevar pa’ pola”, tal vez, con un poquito de vino de Neyba, porque ya, de Presidente no quedaba, más que contentura. Buen provecho.