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Por Sebastián Del Pilar Sánchez
Un año antes de la tenebrosa presencia en el escenario público de la gavilla de rufianes conocida como La Banda, un grupo no menos siniestro que se identificó con el nombre de la organización paramilitar guatemalteca «La Mano», se atribuyó la autoría de varios atentados contra dirigentes políticos y comunicadores sociales en Santo Domingo que obligaron al presidente Joaquín Balaguer a admitir que el país estaba sufriendo en carne propia una situación de alto riesgo creada por «los incontrolables», que prometió enfrentar mediante la aplicación de las resoluciones de la Organización de Estados Americanos (OEA) en materia de terrorismo.
El jefe de Estado explicó que la problemática que afectaba la sociedad dominicana se percibía en cualquier lugar del mundo, aunque en esta media isla se padecía «no por ineficiencia de los servicios policiales, sino porque era imposible mantener un control absoluto sobre la delincuencia«.
A ese enfoque le agregó que: «Tratamos de evitar el terrorismo y reducirlo a su mínima expresión, y para ello el gobierno utilizará todos los medios a su alcance para develar cualquier intentona en gran escala como la ocurrida en los últimos días«.
Sin embargo, ningún resultado satisfactorio obtuvo su gobierno de las investigaciones realizadas por la Policía para esclarecer el acto de terror perpetrado el 20 de marzo de 1970 contra el periodista Juan Bolívar Díaz Santana, director del popular noticiario «Noti-Tiempo» de Radio Comercial, cuyo automóvil fue destrozado por una carga de dinamita.
En esa operación había participado junto a La Mano -según denunció el afectado- un experto en explosivos de la Policía.
Tampoco sería esclarecido un nuevo hecho de violencia que causó vivo sobresalto social, ocurrido el 1ro. de julio en la mansión del conocido empresario y dirigente perredeísta José Desiderio Ares Maldonado, en el ensanche Naco.
La casa fue atacada a tiros por el grupo paramilitar con la finalidad de ultrajar la integridad física de los dos principales líderes del partido blanco: Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, quienes la abandonaron una hora antes de la embestida criminal.
Ahí cayó asesinado el joven Julio Guzmán y resultó gravemente herido su padre José Delio, próspero hacendado vegano con asiento en Bonao, que era el principal sostén de dicho partido en el Cibao central.
José Delio Guzmán estuvo interno durante varios días en una clínica de la capital debatiéndose entre la vida y la muerte, pero logró reponerse de los efectos de nueve balazos que se alojaron en su cuerpo y en 1978 sería electo senador por la provincia de La Vega, en la boleta blanca del perredeísmo.
La tragedia en el hogar de la familia Ares-Guzmán desencadenó encendidas protestas de la prensa nacional y políticos opositores que -como el caso de Bosch- acusaron a La Mano de ser responsable de esta segunda acción en perjuicio de una figura notable.
Al respecto, el periódico vespertino Ultima Hora pidió al gobierno a través de un editorial que protegiera la familia Ares Guzmán y asignara una escolta permanente a Bosch por ser un líder controversial que generaba «tan ardientes pasiones a su favor como llameantes pasiones en su contra«.
Esa solicitud fue respondida de inmediato por el presidente Balaguer que ofreció asignar una custodia militar al líder opositor (que había residido durante casi cuatro años en España) tan pronto encontrara una residencia donde instalarse con su familia, aunque no intervendría en su selección porque correspondía a éste participar en la escogencia de su escolta.
Bosch declinó la oferta aun cuando la intención de Balaguer contó con el beneplácito de la opinión pública y de la comisión de notables que realizaba esfuerzos de mediación en busca de un acercamiento gobierno-oposición para frenar la violencia, temerosa de que pudiese detonar con agresiones interminables entre los militantes de los grandes partidos.
Después de una tensa calma de una semana, el terrorismo volvió a pasearse de modo impune en las proximidades del Conservatorio Nacional de Música de la ciudad capital, donde dos individuos armados de ametralladora y fusil asaltaron el vehículo de Máximo Ares García, uno de los fundadores del partido blanco en el exilio; humillaron a su chofer y dejaron en el carro mensajes con amenazas de muerte contra el conocido luchador antitrujillista de parte de La Mano.
Las contrariedades de este período extremadamente convulso proseguirían los días 28 de julio y 4 de agosto con la voladura del vehículo del doctor Frank Cabral Calcagno (odontólogo, dirigente del Partido Quisqueyano Demócrata y más tarde agente de los organismos de seguridad del Estado), ocurrida en el garaje de su residencia de la avenida Sarasota de Santo Domingo; y el atentado contra la vida de Eliseo Andújar (Barahona), ejecutado por dos individuos que penetraron armados en su vivienda de la calle José Gabriel García No. 60, en Ciudad Nueva y perforaron su cuerpo con seis balazos de pistola 45 y revólver calibre 38.
Barahona había sido el primer civil que adquirió rango de comandante en la revuelta de abril de 1965 y era parte del equipo de seguridad del máximo líder del partido blanco.
Mes y medio después, un individuo que se asiló en la embajada de México, denunció la existencia de un plan de sectores de la Policía para dinamitar las instalaciones de Radio Comercial y darle un golpe mortal a la libertad de prensa, asesinando a los periodistas Juan Bolívar Díaz Santana y Radhamés Virgilio Gómez Pepín.
La denuncia fue hecha el 20 de octubre por César Marino Reyes (el Cerdo), un militante del llamado grupo Plinio que se infiltró en La Mano y horrorizado por sus planes macabros, decidió apartarse de las actividades anarquistas y buscar asilo en la sede diplomática mexicana.
A raíz de este hecho, el periodista Juan Bolívar Díaz se vio forzado a renunciar de su puesto de director de prensa de Radio Comercial, el 27 de octubre, alegando que carecía de garantías para el ejercicio del periodismo y que su dimisión «se hizo moralmente inevitable ante el cúmulo de presiones, amenazas y actitudes chantajistas recibidas».
Afirmó que su renuncia «de ninguna forma era una huida, sino que ha sido precisamente por responsabilidad. En cualquier parte y en todas las circunstancias seguiré sirviendo a la verdad, denunciando las injusticias y demandando respeto a la dignidad humana…»
El último acto violento imputado a La Mano fue el intento de incendio de la residencia del periodista Tomás Casals Pastoriza en Santiago, ocurrido el 5 de noviembre cuando el autor de la columna «Desde la calle», del periódico Listín Diario se encontraba disfrutando de una película en un cine de esa ciudad.
Este grupo se mantuvo en la palestra pública hasta el jueves 17 de diciembre de 1970, cuando dio a conocer su último comunicado en el que amenazaba de muerte al diputado Federico -Chichí Mateo, del Movimiento de Integración Democrática Antirreleccionista (MIDA), por haber introducido en el Congreso un proyecto ley de amnistía en favor de los presos políticos, a los que tildada de vulgares terroristas que dirigían desde la prisión los comandos que operaban en el país.
Historia de La Mano
Esa estructura paramilitar se caracterizó por su accionar clandestino y su tenacidad en el rastreo y persecución de los disidentes de la reelección del presidente Balaguer, a quienes confrontaba de modo violento.
Desde que se enteró de primera acción terrorista de La Mano en marzo de 1970, el profesor Bosch amenazó con divulgar los nombres de los integrantes de esa peligrosa entidad clandestina que -según dijo- fue formada por el «frente oligárquico» y tenía entre sus miembros a funcionarios públicos que operaban con la asesoría permanente de la representación de la CIA en el país y la ayuda de exiliados cubanos de Miami, financiados por el gobierno norteamericano, teniendo como objetivo asesinar a los líderes latinoamericanos vinculados con la izquierda.
La denuncia de Bosch provocó que esa formación paramilitar pusiera a circular un volante en la capital, en el que ofrecía cinco mil pesos por su captura, preferiblemente muerto y lanzara el rumor de que existía un plan para secuestrar a su hijo mayor, León.
Entre tanto, el expresidente culpó al gobierno de Balaguer de tener una cuota de responsabilidad en el incremento de violencia en el país, por tratar a sus opositores «como los comunistas más peligrosos, los traga-niños, traga-hombres más feroces que se han visto en la faz de la tierra«, ya que esa prédica oficial estaba «creando un sentimiento de odio contra el PRD en varios sectores de las Fuerzas Armadas», aunque que no creía que el terror obedeciera «a un plan específico para lanzar al PRD a una acción armada«.
No se debe olvidar que esa organización clandestina y terrorista que operó en 1970 en Santo Domingo con el nombre de La Mano, tuvo como precedente a la organización guatemalteca de igual nombre que en 1949 ultimó al teniente coronel Francisco Javier Arana, tío del presidente Carlos Manuel Arana Osorio, sindicado como agente trujillista.
Ese grupo de derecha estuvo integrado por militares, policías, veteranos de las fuerzas armadas, comerciantes, terratenientes y políticos que usaron el terror para combatir los cambios sociales e impedir los avances políticos, económicos y culturales en Guatemala.
La Mano entró a nuestro país protegida por altos funcionarios con poder en los cuarteles y departamentos oficiales, como refirió el periodista Julio César Martínez en uno de sus artículos en el periódico Ultima Hora de 1970.
El destacado autor de la columna «Proa» reveló en ese diario que a principios de ese año había llegado al país un exoficial guatemalteco, veterano de La Mano de allá, contratado por gente de aquí «para entrenar en la técnica del terror y del crimen a los integrantes nativos«.
Agregó que -según sus fuentes- esa «sociedad ultrasecreta» «contaba con suculentos fondos económicos y bélicos para actuar en total impunidad para crear circunstancias muy desagradables que conducirían a una hecatombe total, si las autoridades y la ciudadanía no procedían con dureza».
Esa revelación del destacado columnista de Última Hora fue avalada por el secretario de Interior y Policía, doctor Juan Arístides Taveras Guzmán, quien no descartó la posibilidad de que fuerzas extracontinentales estuvieran detrás de la mano empeñadas en obstaculizar el avance del gobierno por medio de una labor conspirativa y subversiva.
De su lado, el doctor Alfonso Moreno Martínez, ex candidato presidencial y principal líder del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC) reclamó una acción «perseverante, enérgica y responsable» de las autoridades para terminar con el terrorismo, al tiempo que criticó la rapidez con que los responsables del orden público ejercieron entonces acciones contrarias a los derechos de los trabajadores de la Falcombridge que fueron violentamente reprimidos.
El pronunciamiento más enérgico y conmovedor lo hizo el secretario general del partido blanco, doctor José Francisco Peña Gómez, quien alertó sobre la realidad de que los actos de terror se estaban sucediendo de modo tan frecuente que podían facilitar el derrocamiento del gobierno de Balaguer.
En 1970, además de la violencia provocada por la fuerza incontrolable de La Mano, se sintió la generada en el litoral policial con los crímenes de Francisco Tiburcio Germán, Elmindo Gómez Santana, el excombatiente constitucionalista Elpidio Zarzuela, el pastor evangélico Marcos Thomes García, Nicolás Morel, Nelson de la Cruz, Abraham Martínez, Freddy Antonio Martínez Alegría, Juan González, Mario Perdomo Monteagudo, Marino de Jesús, Antonio Maduro, el estudiante universitario Luis Arnaldo Melo Ubiera y el obrero Danilo Antonio Maduro
En 1970 cayeron también Otto Morales Efres y Amín Abel Hasbún, líderes de Movimiento Popular Dominicano, asesinados el 16 de julio y el 24 de septiembre; así como el comunicador y productor de televisión Enrique Piera, muerto la noche del 9 de octubre.