El frío polar que deslucirá mañana la segunda investidura de Donald Trump simboliza el que sentirán en los próximos cuatro años los inmigrantes en situación irregular, las minorías raciales, la comunidad LGTBI, las mujeres que necesiten abortar, los ecologistas, la Unión Europea, Groenlandia, Panamá, Canadá, México, China y todos los damnificados por el profundo cambio de era que se cierne sobre la democracia americana.
En el interior del Capitolio, Trump jurará por segunda vez la misma Constitución que llamó a “terminar” después de perder las elecciones del 2020, alentar una insurrección fallida contra Joe Biden y ser imputado por ello. Después, dará el tradicional discurso de investidura y se dirigirá hacia la Casa Blanca, donde tiene previsto firmar alrededor de 100 órdenes o acciones ejecutivas en su “día uno”, según dijo en una reunión con senadores republicanos, un nuevo récord para un magnate acostumbrado a los acontecimientos históricos.
La coronación de Donald Trump
Trump se convertirá en el primer sentenciado por delitos penales y el hombre de mayor edad en tomar posesión en Estados Unidos. También, según insistió durante la campaña, se volverá un “dictador, pero solo por un día”. Para un líder que se expresa en mayúsculas, la hipérbole es un recurso para confundir a los adversarios, pues lo vuelve impredecible. No será un dictador, sino un líder autoritario y oligárquico, impulsado por el giro conservador de los cuatro poderes del Estado: ejecutivo, legislativo, judicial y tecnológico.
“El día uno, lanzaré el mayor programa de deportación de la historia de Estados Unidos. Rescataré cada ciudad y pueblo que haya sido invadido”, dijo dos días antes de las elecciones en Carolina del Norte, insistiendo en su promesa estrella. El día dos, según publicó ayer su medio afín New York Post, pretende inaugurarlo con sus primeras redadas en Chicago, bajo un plan llamado “operación Salvaguardia”, ejecutado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
Durante la campaña, dijo que declarará una emergencia nacional, desplegará el ejército para buscar y detener a 15 millones de indocumentados (empezando por los delincuentes), y los meterá en centros de detención hasta que puedan ser expulsados del país. Aunque movilizar al ejército en territorio doméstico es ilegal –por la ley Posse Comitatus–, Trump argumentó que la medida no se aplica “si hay una invasión”. En el 2020, ya tanteó usar al ejército contra el movimiento Black Lives Matter, invocando la ley de Insurrección, que permite desplegar tropas en caso de rebelión.
En esta campaña, ha señalado que usará para ello la ley de Enemigos Extranjeros, de 1798, que permite la deportación sumaria de personas de países con los que EE.UU. está en guerra, han invadido el país o participado en “incursiones depredadoras”. Y ha prometido eliminar el derecho a la ciudadanía a los hijos de inmigrantes indocumentados que nazcan en EE.UU., algo protegido por la 14ª enmienda de la Constitución. Su derogación requeriría la aprobación de dos tercios de ambas cámaras del legislativo y la ratificación de tres cuartas partes de los estados, imposible con la configuración actual.
Las primeras medidas podrían enfocarse a deportaciones masivas, indultos por el 6 de enero, proyectos energéticos y aranceles
Es probable que el republicano no aplique en su primer día sus medidas más extremas, pero busque con sus órdenes ejecutivas enviar el mensaje de que la inmigración es su prioridad. Podría restringir todavía más el derecho al asilo, muy limitado desde la orden que firmó Biden en junio, o restablecer el polémico veto a la entrada de refugiados de países musulmanes de su primer mandato.
En la otra cara de la moneda, los condenados por asaltar el Capitolio el 6 de enero del 2021 esperan con ilusión el lunes, especialmente “los primeros nueve minutos”, el tiempo que dijo Trump que tardaría en firmar sus indultos. Sin embargo, ha sido muy ambiguo con esta polémica medida y ha dado declaraciones contradictorias sobre si quiere perdonar a los más de 1.000 sentenciados, solo a los condenados por delitos no violentos, o lo analizará caso por caso.
En el campo económico, poco después de su triunfo, Trump amenazó con aranceles a los tres principales socios comerciales del país: “El 20 de enero, como una de mis muchas primeras órdenes ejecutivas, firmaré todos los documentos necesarios para cobrar a México y Canadá un arancel del 25% sobre todos los productos” y “cobraremos a China un arancel adicional del 10%, por encima de cualquier otro arancel” si no detiene el flujo de fentanilo hacia EE.UU.
Aunque todavía no ha especificado qué pretende hacer en su relación con la Unión Europea, también ha amenazado con aranceles, asegurando que “debe compensar su grandísimo déficit con Estados Unidos mediante la compra a gran escala de nuestro petróleo y gas. De lo contrario, ¡¡¡ARANCELES hasta el final!!!”
En cuanto a la guerra que está librando Rusia en Ucrania, prometió que “antes de ser presidente” iba a llevar a Volodímir Zelenski y Vladimir Putin a una mesa de negociación para lograr un acuerdo de paz. Aunque este acuerdo todavía no ha llegado, el presidente y sus aliados, como el magnate Elon Musk, han conversado desde los comicios con ambas partes y han prometido una resolución rápida del conflicto.
Fuente LA VANGUARDIA