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Por Freddy González
En no más de dos horas el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, ha cumplido lo que con altanería y prepotencia había vendido y anunciado desde que se juramentara como el Cuadragésimo Séptimo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
No bien puso sus sentaderas en el sillón presidencial del salón oval:
Revocó la orden del presidente Biden, de excluir a Cuba de los países que son promotores del terrorismo violento, de la enmienda 14 de la constitución, “sobre el Jus Soli”, que minutos antes se había comprometido cumplir y hacer cumplir y que estaba desde hace 150 años, iniciando una agresiva campaña de persecución y de deportación de ciento de miles de inmigrantes en todo el territorio estadounidense.
Sacó su gobierno de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de los acuerdos de París sobre el cambio climático. Cambio de manera unilateral y sin ningún derecho, el nombre del golfo de México a una franja de Mar entre la República de México, partes del territorio de los EEUU y la República de Cuba, cuyo nombre aparecen en las cartas de rutas del corsario Inglés Sir Francis Drake, en el siglo XVI.
Su cambio de nombre no es un capricho de Trump, obedece a su concepción de hacer de los «Estados Unidos una nación en crecimiento» y su compromiso de aumentar la riqueza del país y a expandir su territorio».
De ahí que, el golfo de México por ser la producción petrolera en alta mar más importante del mundo representando la sexta parte de la producción total de los Estados Unidos, tenga una importancia en sus planes de expansión. Incluyendo los planes de adquirir Groenlandia y convertir a Canadá en el estado número 51 de Estados Unidos.
Aunque, lo deja en una nebulosa al incluir a los carteles mexicanos en la lista de los propiciadores de actividades terroristas, esto es una amenaza solapada contra ese país, afirmando «que no descarta intervenir militarmente al territorio mexicano para combatir a los carteles». Además, declarando en estado de emergencia en la frontera con México.
El indulto de los cientos de forajidos que con su auspicio vandalizaron la solemnidad del Congreso con sede el Capitolio, para tratar de desconocer la victoria del pasado presidente Biden, es una muestra de cómo él entiende la llamada Democracia americana.
El anuncio del aumento de los aranceles para el próximo mes de febrero a los productos de México, Canadá y otros países violentando los acuerdos de libres comercios firmado con ellos, es otra muestra de su irrespeto por los acuerdos bilaterales y multilaterales de los que son signatarios.
Su reiterada decisión de ocupar el Canal de Panamá, violando los acuerdos firmados entre el presidente Omar Torrijos y el entonces presidente Jimmy Carter de los EEUU, que fueron ratificados por el Senado de Estados Unidos en 1978, dando a Panamá el control final del Canal.
Estos primeros pasos de sus 120 minutos o los primeros 7,200 segundos de su nueva gestión; nos indican hacia donde vamos, porque «para muestra basta un botón».