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Johnny Sánchez
Los halcones del pentágono y en la Casa Blanca ganaron, nunca se oyeron voces disidentes dentro de gabinete Trump, es más muchos funcionarios fueron marginados públicamente. En dos ocasiones semana pasada, exactamente junio 15, Trump desestimo las evaluaciones previas de su directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, sobre el estado del programa iraní para desarrollar un arma nuclear. Gabbard testificó en marzo y mayo que la comunidad de inteligencia estadounidense había evaluado que Irán no estaba construyendo tal arma; Trump lo negó rotunda y públicamente el viernes.
“Bueno, entonces mi comunidad de inteligencia se equivoca”, declaró Trump a los periodistas en Nueva Jersey, preguntándoles quién en la comunidad de inteligencia había dicho eso. Al ser informado de que era Gabbard, Trump respondió:“Se equivoca”.
Sin embargo, mientras sopesa tomar medidas que podrían tener consecuencias en los próximos años, Trump parece confiar principalmente en sus propios instintos, que esta semana le indicaron que debía pausar la orden de un ataque que podría alterar la geopolítica mundial en los próximos años.
Cuando altos funcionarios de seguridad nacional le dijeron a Trump durante una reunión en Camp David a principios de este mes que Israel estaba preparado para atacar inminentemente dentro de Irán, no fue necesariamente una sorpresa. Los asesores de Trump se habían estado preparando durante meses para la posibilidad de que Israel aprovechara un momento de debilidad iraní (sus aliados regionales han sido diezmados durante el último año en Líbano, Siria, Palestina y Yemen) para lanzar un ataque directo, lo vieron como oportunidad de oro
El equipo de Trump llegó a Camp David con opciones ya definidas para una posible intervención estadounidense. Según personas familiarizadas con el asunto, sus asesores resolvieron sus diferencias con antelación antes de presentarle posibles planes al presidente.
Desde la residencia presidencial en la ladera de la montaña, Trump también habló con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, quien le comunicó su intención de iniciar una campaña en Irán de forma inminente, sin aviso y sin nada q lo justifique, pues Irán nunca atacaría sabiendo que EUA, respalda a judíos
Diez días después, con la campaña israelí en pleno apogeo, Trump se reunía en Canadá con los principales aliados estadounidenses del Grupo de los 7, quienes esperaban descifrar, a través de él, el plan estadounidense de cara al futuro.
En reuniones a puerta cerrada, los líderes europeos intentaron determinar si Trump estaba dispuesto a ordenar un ataque estadounidense contra Fordow, la instalación nuclear subterránea que ha sido el foco de atención de los estrategas bélicos estadounidenses, según informaron funcionarios occidentales. También intentaron convencer a un Trump reticente a firmar una declaración conjunta que instaba a que “la resolución de la crisis iraní conduzca a una desescalada más amplia de las hostilidades en Medio Oriente”.
Trump no reveló sus intenciones, ni en sesiones privadas con líderes individuales ni durante la cena en el campo de golf de Kananaskis Country, según informaron los funcionarios occidentales. En cambio, abandonó la cumbre antes de tiempo, dejando a sus homólogos en las Montañas Rocosas canadienses y regresando a Washington para abordar el asunto, él mismo.
A mediados de semana, con apenas vagas señales de Irán de estar dispuesto a reanudar las conversaciones, la paciencia de Trump parecía agotarse para encontrar una solución diplomática. Y muchos de sus aliados creían que estaba a punto de ordenar un ataque contra Irán.
“Es muy tarde, ¿sabes?”, dijo en el acto del miércoles, mientras el calor le hacía brillar la frente y pelo amarillo. “Es muy tarde para estar hablando”.
Hablaba desde el Despacho Oval, donde había reunido a los jugadores del club de fútbol italiano Juventus para que se pusieran detrás de él. Principalmente, sirvieron como un fondo inquieto para la sesión de preguntas y respuestas de Trump sobre su decisión sobre Irán.
En medio de la serie de acontecimientos, Trump continuó sopesando las opciones que tenía ante sí y seguía preocupado por una guerra a largo plazo. Además, siguió recibiendo mensajes de todos los bandos de su coalición política, que ha estado dividida sobre la conveniencia de lanzar un ataque que podría arrastrar a Estados Unidos a una guerra durante años, pasara lo de Afghanistan 12 anos y tuvieron que marcharse igual paso en Viet Nam, aprenda Sr. Trump
Una de las voces más prominentes en contra de un ataque, su antiguo principal estratega, Steve Bannon, estuvo en la Casa Blanca el jueves al mediodía para un almuerzo con el presidente, que se había reprogramado desde hacía varias semanas. No reveló nada de su conversación con Trump en su programa “War Room” pero un día antes, declaró en una mesa redonda que involucrarse en un conflicto prolongado con Irán equivaldría a repetir un error histórico.
“Mi mantra ahora mismo: los israelíes tienen que terminar lo que empezaron”, declaró en un desayuno del Christian Science Monitor. “No podemos repetir esto. Destrozaremos el país. No podemos tener otro Iraq”.
Trump dijo que sería difícil pedirle a Netanyahu que moderara los ataques contra Irán para impulsar la diplomacia, dado el éxito de Israel en el conflicto hasta el momento. Añadió que el plazo de dos semanas que había establecido el día anterior era el máximo que permitiría para que la diplomacia funcionara, reservándose la opción de ordenar un ataque antes de que venciera ese plazo. No dio las 2 semanas. ATACAR bajo orden
“Siempre un pacificador”, no es mi legado dijo. “Eso no significa que a veces se necesite firmeza para lograr la paz”