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Por Eduardo Cornejo De Acosta
Pocas veces en la historia se ha registrado que un país haya sido tan aborrecido en el mundo como el Israel de Benjamín Netanyahu.
Y no es casual, se lo han ganado a pulso con sus perversidades, con sus actos criminales.
De nada le sirven ya sus narrativas de victimización, muy bien pensadas y realizadas por la industria del entretenimiento, por gran parte de la comunidad académica del Occidente Colectivo.
Una narrativa impuesta por la repetición, la espectacularidad y dramatismo de los relatos, pero que cuando la revisamos presenta algunas grietas importantes.
Es cierto, murieron miles de judíos a manos de las huestes hitleristas. Es cierto, lo de los nazis es injustificable desde todo punto de vista. Es totalmente repudiable el escarnio al que los judíos fueron sometidos, como es totalmente repudiable la ideología supremacista del nazismo, que pretendía exterminar a todos los judíos.
Como era de esperarse, la solidaridad con el pueblo judío fue inmediata, justificada. La lucha de ese pueblo era la lucha de toda la humanidad. No podía tolerarse un genocidio como ese.
Hasta allí todo lógico, sanamente razonable.
Pero, a los pocos años de la caída nazi, de haber sido desmantelado todo su aparataje militar, ideológico, ¿cómo es que muchos judíos aparecen en Estados Unidos, en Reino Unido, en distintas partes de Europa, con grandes fortunas e influencia política y empresarial?
Son muchas las publicaciones que hablan del poder e influencia de judíos sionistas en el mundo financiero occidental, sobre todo en Estados Unidos.
Es mucha la información seria que habla sobre la influencia y poder de judíos en la industria del entretenimiento, con Hollywood como su ariete.
Son muchas las pruebas de que sus lobbys influyen en la política norteamericana, con Aipac a la cabeza.
¿Cómo ocurrió eso? Hay muchas teorías al respecto. Eso será motivo de otro trabajo.
Lo que si puede afirmarse es que los cientos de miles de judíos asesinados por las hordas hitleristas eran obreros, proletarios, campesinos, artesanos, profesionales humildes.
Cosa curiosa, las élites judías, sionistas, no.
Y esas élites fueron las que, a partir de 1948, emprendieron el genocidio que hoy el mundo observa con pavor.
Ya la narrativa de la victimización no les alcanza, las élites sionistas han sido desenmascaradas. Lo que hacen con Palestina es de una crueldad injustificable.
Por eso, en el planeta entero, el rechazo, el repudio, es casi total. Los líderes sionistas israelíes son los aborrecidos del mundo.