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Por Iscander Santana
Zürich, Suiza
En menos de un mes, polonia y estonia han invocado el artículo 4 de la OTAN, esa cláusula que convoca reuniones urgentes cuando un aliado se siente amenazado. Los pretextos fueron drones «rusos» cayendo en suelo polaco y cazas mig que supuestamente violaron el espacio aéreo báltico. moscú negó ambos incidentes, como era previsible. La pregunta incómoda es evidente: ¿estamos ante hechos graves o ante escenificación calculada?
El Artículo 4 como Arma Narrativa
Rusia juega sus cartas, pero la OTAN ha encontrado en estos episodios ambiguos la excusa perfecta para mantener vivo su relato de «amenaza existencial». invocar el artículo 4 no es un acto defensivo neutral: asegura titulares internacionales, refuerza despliegues militares en europa oriental y mantiene cohesionada una alianza que, sin enemigo común, revelaría sus profundas divisiones internas.
Los números son reveladores. desde febrero de 2022, las invocaciones del artículo 4 se han sextuplicado comparado con la década anterior. esta escalada coincide sospechosamente con ciclos electorales en países miembros donde los partidos gobernantes necesitan distraer de crisis económicas y tensiones sociales domésticas.
No importa si la evidencia es difusa o los incidentes son marginales. la narrativa de alarma constante se ha convertido en un instrumento más efectivo que cualquier sistema de defensa antimisiles. mantener a las sociedades occidentales en estado de alerta justifica presupuestos militares extraordinarios y legitima políticas de emergencia que, en tiempos normales, serían cuestionadas democráticamente.
macron y la Diplomacia de Distracción
Simultáneamente, emmanuel macron aparece en el escenario internacional reclamando sanciones contra irán por obstaculizar inspecciones nucleares. suena solemne, pero el timing es revelador: mientras francia enfrenta protestas generalizadas y su popularidad se desploma, nada mejor que proyectar liderazgo global firme.
El problema es que macron se apoya en un sistema de control nuclear cuya legitimidad está profundamente comprometida. el oiea, presentado como árbitro imparcial, arrastra décadas de aplicación selectiva: mano dura con teherán, silencio cómplice con tel aviv, cuyo arsenal nuclear no declarado sigue siendo el secreto a voces más grande de oriente medio.
La Hipocresía Nuclear Sistémica
irán enfrenta sanciones devastadoras por un programa que, según la propia inteligencia occidental, no ha producido armas nucleares. mientras tanto, israel opera un arsenal estimado entre 90 y 300 cabezas nucleares sin inspecciones internacionales, sin transparencia y sin consecuencias diplomáticas.
macron conoce perfectamente esta realidad, pero insiste en señalar solo a teherán. al hacerlo, no defiende principios universales sino que refuerza un orden donde las reglas se aplican según conveniencias geopolíticas. esta hipocresía no pasa inadvertida para el resto del mundo, especialmente para países que aspiran a roles más prominentes en el sistema internacional.
La Securitización como Espectáculo
Lo común en ambos casos —las alertas otan y el gesto francés contra irán— es la conversión de la seguridad en espectáculo político. se inflan incidentes dudosos, se multiplican sanciones selectivas y se pronuncian discursos solemnes mientras la realidad se acomoda a intereses particulares.
esta dinámica tiene consecuencias estructurales. cada invocación espuria del artículo 4 erosiona la credibilidad de la alianza atlántica para crisis genuinas. cada sanción selectiva contra irán mientras se ignora el arsenal israelí socava la legitimidad del derecho internacional nuclear.
El Costo de la Paranoia Institucionalizada
La paranoia constante genera sus propias profecías autocumplidas. cuando occidente trata cada movimiento de moscú como amenaza existencial, facilita que rusia adopte precisamente esas posturas amenazantes. cuando se sanciona selectivamente a irán por capacidades nucleares teóricas mientras se ignora el arsenal real de israel, se incentiva la proliferación nuclear como mecanismo de supervivencia estatal.
china y rusia han capitalizado esta hipocresía occidental construyendo narrativas alternativas más coherentes, aunque no necesariamente más democráticas. beijing presenta su modelo de «no interferencia» como alternativa a las sanciones selectivas. moscú justifica sus acciones citando precedentes occidentales de violación del derecho internacional.
Las Audiencias Domésticas del Teatro Global
Tanto las alertas otan como las declaraciones de macron tienen audiencias domésticas claras. polonia y estonia utilizan la «amenaza rusa» para justificar aumentos presupuestarios militares y políticas de seguridad restrictivas. macron emplea el estatismo internacional para distraer de su crisis de legitimidad interna.
este uso instrumental de la política exterior para consumo doméstico no es nuevo, pero sí es particularmente evidente en el contexto actual. las democracias occidentales, enfrentando crisis de representación y polarización social, encuentran en la amenaza externa un mecanismo temporal de cohesión interna.
cuando la defensa colectiva se convierte en paranoia institucionalizada y la diplomacia en teatro para audiencias domésticas, lo que queda en evidencia es que el orden internacional no se sostiene en justicia ni coherencia, sino en la conveniencia de quienes escriben el guión.
La consecuencia es previsible: más tensión internacional, menos credibilidad institucional. las invocaciones constantes del artículo 4 para incidentes menores debilitan la alianza atlántica para crisis reales. las sanciones selectivas contra irán mientras se ignora israel erosionan la legitimidad del derecho internacional.
occidente enfrenta una elección estratégica fundamental: puede continuar con este teatro geopolítico que genera beneficios políticos de corto plazo pero erosiona su credibilidad sistémica, o puede reformar sus prácticas para recuperar la autoridad moral que otrora constituyó su mayor ventaja competitiva en el escenario global.
La paranoia como política exterior no es sostenible cuando emergen actores alternativos con narrativas más coherentes. el mundo multipolar no perdona la hipocresía sistémica, especialmente cuando esta se disfraza de principios universales.