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Por: Becker Márquez Bautista
Observando el bajo rendimiento y la escasa fiscalización de los congresistas a los funcionarios públicos y al propio presidente de la República, se hace urgente elegir un Congreso diferente al gobierno que esté de turno. Creemos oportuno y necesario optar por un legislativo que juegue su papel como se debe y como está estipulado, frenando así el desorden institucional y la desenfrenada carrera de empréstitos que nos han marcado en los últimos veinte años. Es crucial que el pueblo reflexione y comprenda que no se puede dar todo el poder a un único partido.
En los últimos años, hemos presenciado el profundo deterioro moral que ha sufrido el Congreso dominicano. Diputados vinculados al narcotráfico y a bancas de apuestas protagonizan actos vergonzosos que riñen con la ley, lo cual no solo socava la fe pública, sino que obstaculiza el desarrollo y el fortalecimiento institucional de nuestra nación.
Desde ya, solicitamos y exhortamos a los partidos políticos a tomar medidas urgentes. Es imperativo que inicien una depuración real y profunda de los precandidatos congresuales. La ciudadanía espera ver propuestas electorales dirigidas al rescate de la moral y al fortalecimiento institucional. Necesitamos propuestas enfocadas en la creación de proyectos de ley que beneficien al país y, por consiguiente, a toda nuestra sociedad.
Ha llegado la hora de poner un freno a las candidaturas vacías, aquellas sin propuestas ni ideas. Ya no podemos permitir las candidaturas de «riferos» ni de personas de dudosa procedencia. Es un momento crucial para nuestra democracia. El Congreso no puede seguir siendo un espacio para figuras que solo buscan el beneficio personal en detrimento del interés nacional.
El Desfase entre el Rol y la Realidad
Los dominicanos se sienten defraudados con sus congresistas. La sociedad requiere buenos legisladores, pues su tarea principal es elaborar leyes que rijan la vida institucional. La calidad de estas leyes influye directamente en la calidad de las normas y, por ende, en el bienestar colectivo. Las buenas leyes logran atraer otras mejores, mientras que las malas generan peores normas jurídicas. Necesitamos representantes que se sientan comprometidos con la fiscalización —sin importar qué partido gobierne—, que asuman su responsabilidad y que escuchen a sus conciudadanos para ejercer una verdadera representación.
El Precio de la Inacción y la Responsabilidad Ciudadana
El costo de la inacción es demasiado alto. Cada voto que se otorga a un candidato sin méritos, con prontuario cuestionable o sin una sola propuesta de valor, es un cheque en blanco a la decadencia. Si permitimos que el escaño legislativo se negocie como una mercancía, seremos cómplices silenciosos de la erosión ética del Estado. La soberanía reside en el pueblo, y es hora de ejercerla negando la entrada a aquellos que ven el Congreso como un escudo de impunidad o una escalera al enriquecimiento ilícito. La responsabilidad de elegir con conciencia y rigor es intransferible.
Se requiere un Congreso que trabaje para el país y no para grupos económicos o para el gobierno de turno. Nadie debería llegar al Congreso buscando beneficios personales o prebendas. Nuestra propuesta no es descabellada: si escogemos buenos candidatos, estaremos fortaleciendo la institucionalidad y rescataremos la figura del legislador, evitando que se convierta en un simple sello gomígrafo para intereses personalistas.
«Por la salud de la patria, nuestro deber ineludible es recuperar el Congreso Nacional.»
Reflexión
El Congreso es el corazón legislativo de la nación; es donde se crean las leyes que rigen nuestra convivencia, nuestra economía y nuestro futuro. Permitir que este espacio sea ocupado por personas sin una visión de Estado, sin compromiso ético y sin propuestas de valor es abdicar a nuestra propia soberanía social.
Como ciudadanos, debemos elevar nuestro estándar de exigencia. Si un candidato no puede presentar públicamente, con claridad y pasión, tres propuestas de ley concretas que impulsen el desarrollo nacional, simplemente no merece nuestro voto. La lucha contra la corrupción y el narcotráfico debe empezar en las urnas, rechazando todo intento de candidatura que huela a dinero fácil o a oscuridad moral. La calidad de nuestra representación legislativa define la calidad de nuestra democracia.