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Por: Becker Márquez Bautista
Una pregunta recurrente en la mente del ciudadano es: ¿Por qué los políticos buscan la impunidad a través del poder? Muchos ignoran que, sin querer, ellos mismos son cómplices de este fenómeno. Cuando la ciudadanía empodera a un político corrupto y lo impulsa a enquistarse en el poder, se vuelve directamente cómplice del círculo vicioso de la impunidad.
Los gobernantes y sus aliados políticos se han acostumbrado a repartirse la justicia como si fuera un botín encontrado en el mar de la ignorancia de un pueblo que, lamentablemente, carece de formación y pensamiento crítico. La sociedad dominicana está atravesando una profunda crisis ética e institucional que, de no ser frenada, tardará muchos años en recuperarse.
La corrupción y la impunidad no son solo problemas; son fuerzas que asedian y sabotean a las autoridades. Actúan como un tapón que obstruye cualquier esfuerzo genuino en la lucha contra la corrupción. Impiden el avance de aquellos que, como nosotros, apostamos por un camino diferente, limpio y transparente.
El Velo de la Distracción
Desde hace días, venimos observando el espectáculo de cómo gobierno y oposición se acusan mutuamente: quién es más corrupto, quién miente más, y quién ha endeudado más al país. Ellos creen que con este juego nos van a entretener.
Pero el pueblo debe despertar. Todos conocemos los acuerdos ocultos y las treguas silenciosas que existen entre las élites políticas para mantener el statu quo. Es preocupante que, aun con la evidencia a la vista, una parte de la ciudadanía continúe creyendo en estos mitómanos. El juego de culpas es solo una cortina de humo diseñada para distraernos de lo esencial: su pacto implícito de impunidad.
La Encrucijada para el 2028 y la Falta de Opciones
La crisis de la justicia y la impunidad adquieren una dimensión más alarmante cuando miramos hacia el futuro. En el horizonte de las elecciones de 2028 en la República Dominicana, el panorama actual es desolador: el pueblo dominicano, en este momento, carece de una opción política real y digna de confianza. Se ciernen unos ventarrones poco alentadores sobre nuestra democracia, lo que provoca una profunda tristeza por el destino de nuestra nación. Esta falta de alternativas genuinas es la prueba más clara de que el cinismo político ha logrado cooptar el sistema, dejando a la ciudadanía huérfana de liderazgo íntegro.
Reflexión: El Peligro del Silencio Popular
El aspecto más doloroso de la crisis no es la audacia de los corruptos, sino el aturdimiento del pueblo ante los últimos casos de corrupción. Escándalos de miles de millones desfilan por los titulares, pero la respuesta ciudadana se limita a un suspiro y a un encogimiento de hombros. Este silencio generalizado y esta apatía son, en sí mismos, un permiso tácito para que la clase política continúe desvalijando la nación. Hemos normalizado la miseria moral y hemos aceptado el robo como una característica más del paisaje político y gubernamental. Es hora de entender que la indignación en privado no produce cambios en público.
¡Llamado Contundente al Pueblo Dominicano!
El poder de la impunidad no reside en los políticos; reside en el silencio del pueblo.
¡Ciudadano dominicano, despierta! Es hora de dejar de ser el cómplice silencioso. Los políticos corruptos solo prosperan cuando la ignorancia y la desmemoria colectiva les renuevan el mandato.
La verdadera lucha contra la corrupción no se gana en los tribunales, sino en la urna de votación y en la calle, exigiendo la verdad. Deja de premiar al mentiroso y al corrupto. Desarrolla tu pensamiento crítico, infórmate y niega tu voto a aquellos que han hecho de la justicia un mercado.
La justicia no es un botín a repartir; es un derecho a exigir. Deja de ser cómplice y empieza a ser el fiscal de tu propia nación.