
Por Farid Kury
En 1986, contra muchos pronósticos, el doctor Joaquín Balaguer retornó al poder tras derrotar, casi sorpresivamente, al PRD y su candidato presidencial, licenciado Jacobo Majluta Azar.
En 1966 Joaquín Balaguer alcanzó el poder al derrotar al profesor Juan Bosch en unas elecciones que se hicieron, aun en el país las tropas norteamericanas que habían llegado en abril de 1965 para impedir el retorno de Bosch al poder.
Tras doce años de represión, con centenares de muertos, presos y exiliados políticos, el PRD, liderado por Peña Gómez, quien trazó la estrategia de cercar internacionalmente a Balaguer, y con el hacendado Antonio Guzmán de candidato presidencial, derrotó en 1978 ampliamente al doctor Balaguer.
Balaguer salió tan mal del poder y la euforia popular era tan grande que se pensó que jamás retornará a la presidencia, y que el PRD duraría mínimo veinte años al frente de la nación.
Quienes así pensaban ignoraban que las masas cambian de posiciones muy rápido, y que en la República Dominicana los políticos, y más si han sido presidentes de la República varias veces como Balaguer, solo están liquidados cuando están en el ataúd y rumbo al cementerio.
Efectivamente, los acontecimientos políticos se desarrollaron de forma tal que ocho años después, sólo ocho, Joaquín Balaguer, que muchos lo creían hecho un cadáver político, estaba de vuelta al capitolio.
Como siempre ocurre, varios factores posibilitaron ese triunfo.
Se sabe que los problemas internos surgidos a raíz de la convención del PRD, fueron un factor importante.
Pero hubo otro factor, tan clave o más que el anterior. Fue el crecimiento del PLD que en esas elecciones obtuvo un 18 por ciento, mayoritariamente venidos desde el PRD. Ese 18 ciento fue demoledor para Jacobo y una bendición para Balaguer.
Balaguer, zorro político, se dio cuenta del importante papel que jugaría el PLD para su triunfo, lo que lo llevó en un discurso a tratar de insuflar al partido morado. Fue cuando en un acto de inteligencia política habló de que la confrontación electoral será, no entre dos fuerzas, sino entre tres fuerzas, PLD, PRD y PRSC. El sabía que la competencia real era entre él y el PRD, pero también sabía que cada voto que conseguía el PLD era uno menos para el PRD. De manera que mientras más votos sacara el PLD más fácil para él sería derrotar al PRD.
Dicho y hecho. Ese 18 por ciento que obtuvo el PLD, como tercera fuerza, derrotó al PRD.
Cuatro años después la historia se repitió de otra manera. En esa ocasión la confrontación fue entre el PLD y Joaquín Balaguer. El PRD, que postuló a su líder, doctor Peña Gómez, se había dividido, y como consecuencia estaba en tercer lugar, pero un tercer lugar competitivo, por encima del 20 por ciento. Se trataba de una oposición dividida en dos fuertes bandos. Algunos hicieron esfuerzos para unificar la oposición, pero no se pudo. Peña Gómez obtuvo la respetable cifra, para un tercer lugar, de 23 por ciento. Esos votos derrotaron al PLD. Con ellos sumados, no hubiera habido fraude que prosperara.
Cuatro años después, el panorama electoral volvió y cambió. El PLD pasó por una crisis de imagen fuerte que lo envió a un tercer lugar, mientras que el PRD recuperó su influencia popular y compitió de tú a tú con Balaguer. Un fraude colosal impidió su triunfo, pero también el 15 por ciento del PLD.
Dos años después, en 1996 otra vez cambió la torta. El PRSC, que en esa ocasión no llevaba al doctor Balaguer, sino a Jacinto Peynado, bajó a un tercer lugar con 15 por ciento. Su lugar fue ocupado sorpresivamente por el PLD, que en la primera vuelta obtuvo 39 por ciento.
En aquella histórica y única segunda vuelta que se ha dado en la República el PLD derrotó al doctor Peña Gómez con el apoyo del doctor Balaguer y el PRSC. El tercer lugar definió los resultados de esas elecciones. Y la volvería a definir en el 2020, cuando el PLD se dividió y Leonel Fernández participó en el proceso electoral como candidato presidencial quedando en un tercer lugar con 8.6 por ciento de los votos.
A partir de ese momento, 1996, cuando hubo que ir a una segunda vuelta y hacer una alianza táctica electoral entre el segundo y tercer lugar, y derrotar al que había quedado en primer lugar en la primera vuelta, la política dominicana adquirió mayor nivel de razonamiento, investigación e inteligencia, nivel que aún perdura, aunque algunos piensen que no.