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Por Neo Carmona
Con una ejecución presupuestaria que supera los 20,000 millones de pesos en este último año, el maestro Editrudis Beltrán Crisóstomo se ha convertido en el rector que mayor respaldo económico y logístico ha recibido de gobierno alguno en la historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Este apoyo proviene del presidente Luis Abinader, quien —como ha quedado demostrado— cree en la educación superior y reconoce a la Universidad Primada de América como uno de los pilares fundamentales del desarrollo nacional.
Este presupuesto sin precedentes ha permitido a la actual rectoría operar sin mayores contratiempos, realizar aumentos salariales y garantizar al personal docente y administrativo la conquista del sueldo 14, una demanda histórica largamente esperada por la familia universitaria.
Si la UASD no atraviesa una crisis, sino que por el contrario vive su mejor momento financiero; si no hay pandemia, ni duelo nacional, ni calamidad alguna que lo justifique, la pregunta obligada es: ¿por qué el rector decidió no realizar la tradicional fiesta navideña de la familia universitaria?
Ese encuentro —quizás el único espacio genuino de confraternización entre uasdianos y uasdianas, más allá de simpatías políticas— ha sido históricamente un escenario de integración, de reencuentro y hasta de competencia simbólica entre aspirantes a la rectoría, donde el aplauso del público marcaba afinidades y liderazgos, como ocurría no hace mucho tiempo.
Pero el problema no termina ahí.
Resulta aún más preocupante que el rector, principal garante y responsable de salvaguardar la institucionalidad y carácter académico de la UASD, participara junto a sus funcionarios más cercanos en una fiesta de naturaleza política, promovida ante la comunidad como “La fiesta oficial de los uasdianos”, y realizada nada menos que en el mismo escenario tradicionalmente utilizado para la auténtica fiesta institucional de la UASD.
Si sumamos a esto que funcionarios del más alto nivel utilicen expresamente los símbolos de la academia, así como una narrativa política diseñada para confundir y disfrazar una actividad eminentemente proselitista, presentándola a los universitarios como su acostumbrada fiesta de fin de año, con el único fin de beneficiar a un candidato en particular, entonces estamos hablando de una actitud malsana, desleal y éticamente cuestionable que merece el repudio de todos y todas.
Este hecho no puede interpretarse de otra manera que como una grave falta de criterio institucional, así como un uso indebido de la investidura rectoral y de la autoridad que confiere dirigir la principal universidad pública del país. No estamos hablando de un encuentro informal en un ventorrillo cualquiera. Estamos hablando del rector magnífico de la institución académica más importante de la República, la que ha realizado los más grandes y trascendentes aportes a la sociedad dominicana.
El rector no debe dejarse mal aconsejar. Su responsabilidad histórica es gobernar, cerrar bien su gestión y construir un legado digno. Lo que se desprende de esta jugarreta política no beneficia a la UASD, no honra al país y deja al rector muy mal parado ante los universitarios y la sociedad en general.
No puedo terminar este escrito sin lamentar, profundamente, el hecho de que los uasdianos, después de un año de bonanza, arduo trabajo y sacrificio por la institución, nos hayamos quedado con un intento vil de engaño en lugar de nuestra merecida fiesta navideña.
El autor es servidor universitario
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Neo Carmona
809-393-6901.-







