
Por Miguel SOLANO
Para Sabino el juego tenía que ver con su vida entera. No tenía razón para preguntarse ¿qué será de mí?. Llegó a la punta de la loma. Eran las 12 del mediodía y cumplía al pie de la letra las instrucciones que le había dado el padre Juan Alberto, un sacerdote especializado en conexiones satánicas quien por la entrega de un jovencito le había dado las coordenadas para llamar a Lucifer y pactar para conseguir riquezas en abundancia.
Cuándo la alarma del reloj gritó las 12 meridiano, golpeó las piedras, miró al Sol situado en el centro del Cielo y escuchó como el sonido se expandía en el Universo. A todo pulmón gritó:
— Lucifer, te llama un cristiano que está dispuesto a vender su alma: te miro en la verdad.
Volvió y golpeó al piedra. Lo hizo a las 12:03.
LUCIFER se acercó y mostrando molestia por haber sido intrigado preguntó:
— ¿Tenía que ser tan impertinente?
— Honorable Rey de los infiernos te voy a vender mi alma.
– Eso ya lo sabía. ¿Qué tú pides?
—Oye Primogénito, yo no quiero ofender mucho a tus padres y mucho menos a tu hermano Jesús, a quien admiro muchísimo. Entonces, quiero riqueza, vivir hasta los 90, en plena salud, crear una familia feliz, sana, inteligente y moderada. Quiero que a todo el que yo ayude prospere y no quiero tragedias en mi vida o en mi familia… Quiero paz, Lucifer, quiero paz y ciencia y poder gozar divinamente.
— Concedido, te veré en el Infierno.
Lucifer le pasó a Sabino los números con los premios del Loto y ya para el sábado Sabino era multimillonario.
El acuerdo se cumplió y cuando Sabino llegó a los 90 fue recibido en el Infierno. En el Infierno Sabino vivía una vida llena de júbilo pues defendía la idea de haber implementado la fórmula para acabar con la miseria y los padecimientos en la tierra. Era su gran logro.
LUCIFER sintió admiración por su amor y su capacidad de negociación y sacrificio. Lo contempló un buen rato y liberó su alma.
Sabino miró hacia la Tierra y el único bienestar que encontró disponible fue en una familia llena de miseria. Como quería renacer corrió el riezgo. El parto fue como el de una mujer cobarde, pero sobrevivió. Y crecer fue como vivir en un Cielo sin estrellas.
Cuando tuvo conciencia de que debía asumir el Control de su destino, Sabino volvió a la loma y tocó sus piedras. Lucifer se presentó, cuando alguien le llama Él está obligado a responder, ese fue el castigo que Dios le puso.
—¿Sabino, otra vez tú, tú otra vez ?
—Anja, si Uno sabe cómo hacerse rico no tiene por qué vivir pobre.







