
- Rusia tacha el ataque como violación de la soberanía Siria y se une a las tropas sirias en la lucha contra los rebeldes contrarios a su aliado Bashar al-Asad
Tras ocho años de ser expulsados de Alepo por el Ejército sirio, con ayuda de Rusia e Irán, los rebeldes islamistas junto con facciones respaldadas por Turquía, se han vuelto a hacer con la ciudad, junto con la localidad de Jan Shayjun, fronteriza con Hama y en el extremo sur de Idlib. «Soy hijo de Alepo y me desplazaron de allí hace ocho años, en 2016. Gracias a Dios acabamos de regresar. Es una sensación indescriptible», gritaba uno de ellos en la plaza central de la ciudad. La organización yihadista-salafista Tahrir al-Sham (Organización para la Liberación del Levante), involucrada desde el inicio de la guerra civil siria, ha reavivado los combates en un rincón del fracturado país cerca de la frontera otomana.
El mando militar sirio reconoció el avance rebelde y aseguró que sus militantes habían sido atacados desde múltiples direcciones, obligándoles «a llevar a cabo una operación de redespliegue destinada a fortalecer las líneas de defensa para absorber el ataque, preservar las vidas de civiles y soldados y prepararse para un contraataque». Rusia, aliado de Bashar al-Asad, no tardó en mandar apoyo.
Desde Moscú consideran el ataque como una violación de la soberanía Siria, apoyando que «las autoridades sirias restablezcan el orden en la zona y el orden constitucional lo antes posible», dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Por este motivo el sábado se llevó a cabo el bombardeo de zonas residenciales de la ciudad de Maraat al Numan en la provincia de Idlib (también bajo control rebelde), matando a cuatro civiles, y contra un suburbio de Alepo. En total, más de 300 muertos desde el inicio de la ofensiva.
La organización Tahrir al-Sham, creada en 2017, se desvinculó del «brazo más agresivo y exitoso de las fuerzas rebeldes» durante la guerra civil siria: el Frente al-Nusra, organización terrorista que estuvo asociada a Al Qaeda. Con su ‘independencia’ Tahrir al-Sham proclamó «una nueva etapa en la vida de la revolución», haciendo un llamamiento al resto de facciones opositoras del régimen de Bashar al-Asad para unirse a ellos.
Mustafa Abdul Jaber, comandante de la brigada rebelde Jaish al-Izza (Ejército de la Gloria), duros opositores de la participación rusa en la guerra civil de su país, dijo que el rápido avance «en la recuperación del territorio» había sido posible gracias a la falta de ayuda por parte de Irán para apoyar al gobierno sirio en la provincia más amplia de Alepo.

Jaish al-Izza es un grupo rebelde sirio islamista sunní, afiliado al Ejército Sirio Libre, que opera en el noroeste de Siria. Esta organización ha sido ayudada por Qatar, Turquía y Arabia Saudí, proporcionándole misiles antitanque (modelos 9K111 Fagots y BGM-71 TOW).
Comienzan las acusaciones
El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araqchi, en una llamada telefónica con su homólogo sirio el pasado viernes, acusó a Estados Unidos e Israel de estar detrás del ataque insurgente. Unas acusaciones que se relacionan con los golpes contra los aliados de Irán en la región en las últimas semanas a manos de Israel, en relación con la expansión por Oriente Próximo de la guerra de Gaza.
Mientras que, fuentes de la oposición en contacto con los servicios de inteligencia turcos dijeron que Turquía, que apoya a los rebeldes, había dado luz verde a la ofensiva.
Desde Ankara desmintieron esas acusaciones y señalaron que el enfrentamiento entre rebeldes y fuerzas gubernamentales constante había terminado dando por fruto esta «indeseable escalada de tensiones».
Fuente EL ESPAÑOL