
21 de marzo
Discriminar es una expresión del mal. Las personas de corazón distorsionado se lastiman a sí mismas y lastiman a los demás. Es ilusorio tratar de situar las «raíces» de nuestra identidad en un grupo étnico o racial determinado. Es como un espejismo en el desierto. Este sentido de la identidad termina reforzando las distinciones entre el yo y el otro, y convirtiéndose en una causa de conflictos y de disputas. Lo que hoy necesitamos es cultivar el sentido común de nuestra identidad más profunda como congéneres. Cuando cambiemos nuestra manera de vernos como seres humanos, cambiarán muchas otras cosas.
—Daisaku Ikeda