
Es una mujer, pero podría ser una tormenta, un volcán, una erupción. Cada vez que la cantante de Escocia Annie Lennox se entrega en cuerpo y alma a las grandes causas, hace que las noticias lleguen como un viento.
Lo hizo en la ceremonia de los Grammys cuando le cantó a Palestina y a su antigua compañera de lucha Sinéad O’Connor.
Y ahora lo repitió al entregar la letra manuscrita del éxito de 1983, Sweet Dreams (Are Made of This), en una subasta benéfica de ayuda sanitaria para Gaza.
Desde las redes sociales, la artista anunció esta iniciativa del grupo Cinema4 destinada a MedicalAidPal, y pidió la ayuda de otros colaboradores.
Su voz, gruesa, de fuerza indomable, llevó el sencillo donado a los primeros puestos en las listas del Reino Unido y en el Billboard Hot100 de Estados Unidos.
No todos lo logran. Pero a sus 70 años Lennox lo obtuvo casi todo: la Orden del Imperio Británico, un Oscar, un Globo de Oro, una canción original para El señor de los anillos: el retorno del rey, una sólida carrera como parte del dúo Eurythmics y otra envidiable como solista…
A pesar de esto, no dejó nunca de ser una guerrera, un alma beligerante, una escocesa de lucha, más allá de etiquetas y estereotipos.
Hace unos años, viajó a la Sudáfrica de Nelson Mandela, visitó las víctimas del SIDA y creó una campaña para mejorar la calidad de vida de estas personas.
También participó en manifestaciones en el país levantino y alzó su voz en defensa de los derechos humanos.
Según afirmó en varias entrevistas, la música no solo es talento y oficio, sino un servicio social, un testimonio y un arma de lucha. Y ese es un potencial perdido si la gente no lo utiliza.
Fuente Al Mayadeen