
El mundo se encuentra inmerso en una nueva fase de rearme. El estallido de conflictos como la guerra de Ucrania, la ofensiva de Israel en Gaza o la creciente inestabilidad en regiones como Asia-Pacífico y Oriente Medio han reconfigurado las prioridades estratégicas de muchas potencias. En este escenario de incertidumbre y rivalidad creciente, la industria militar global acelera el desarrollo de armamento avanzado, más letal y sofisticado que nunca.
El refuerzo de las capacidades defensivas y ofensivas ya no es exclusivo de las grandes potencias tradicionales como Estados Unidos o Rusia. Nuevas potencias regionales, como Turquía, están adquiriendo un peso creciente en el panorama internacional gracias a la mayor inversión en innovación militar. Prueba de ello es el reciente anuncio del desarrollo de una bomba termobárica que, según fuentes oficiales, sería «la más poderosa» jamás fabricada por el país.
Así es GAZAP, la nueva bomba de vacío turca
Medios estatales turcos han confirmado que el Ministerio de Defensa ha desarrollado una nueva bomba termobárica bautizada como GAZAP, con una capacidad destructiva notable. Con un peso de 970 kilogramos, el proyectil ha sido diseñado para penetrar hasta 90 metros de tierra y roca antes de detonar. Su eficacia ya ha sido probada en un ensayo realizado sobre una isla de aproximadamente 160 metros de ancho, según detallaron fuentes militares.
Una de las claves de su potencia reside en la programación temporal de la explosión. «Normalmente, la detonación toma 25 milisegundos, pero esta ha sido ajustada para 240 milisegundos, lo que la hace mucho más destructiva», explicó un funcionario vinculado al proyecto. Además, su diseño permite que pueda ser transportada y lanzada desde aviones de combate F-16. La bomba fue presentada oficialmente junto a otro artefacto de características similares, el NEB-2 Ghost, en una feria de defensa celebrada en Estambul.
¿Cómo funciona una bomba termobárica?
Las bombas termobáricas, también conocidas como bombas de vacío, se basan en una técnica de doble explosión. En una primera fase, dispersan una nube de combustible en el aire, mientras que en la segunda, dicha nube es detonada, generando una onda expansiva de alta temperatura y presión. El resultado es una explosión capaz de causar enormes daños estructurales y humanos, incluso en refugios subterráneos o búnkeres.
Este tipo de armamento ha sido utilizado en diversos conflictos recientes. Rusia, por ejemplo, dispone de la bomba termobárica más grande conocida hasta ahora, la FOAB (Padre de todas las bombas), que tendría una capacidad destructiva equivalente a una pequeña ojiva nuclear, aunque sin emitir radiación. Estados Unidos, por su parte, desarrolló la MOAB (Mother of All Bombs), utilizada en Afganistán en 2017 contra túneles del Estado Islámico.
Fuente LA RAZÓN