
En el sofocante calor del verano, los palestinos dicen que el olor y la suciedad que los rodea es otra realidad ineludible de la guerra, como las punzadas que sienten de hambre o los sonidos de bombardeos. Niños con sandalias caminan a través de aguas residuales y escalan montículos de basura cada vez mayores en los atestados campamentos de tiendas de campaña para familias desplazadas en Gaza. La gente hace sus necesidades en fosos precarios, sin ningún lugar cercano donde lavarse las manos.
La capacidad del territorio para eliminar basura, tratar aguas residuales y suministrar agua potable ha sido prácticamente diezmada por ocho meses brutales de guerra y asedio israelí. Esto ha empeorado las sombrías condiciones de vida y aumentado los riesgos para la salud de cientos de miles de personas privadas de alojamiento, alimentos y medicinas adecuados, según afirman las organizaciones humanitarias.
Los casos de hepatitis A están aumentando y los médicos temen que a medida que el calor apriete, sea cada vez más probable que se produzca un brote de cólera si no se producen mejoras significativas en las condiciones de vida. La ONU, grupos de ayuda y funcionarios locales están luchando para construir letrinas, reparar tuberías de agua y volver a poner en funcionamiento plantas desalinizadoras.
Fuente Euronews







