
El Real Madrid golpeó primero en los octavos de final de la Champions (2-1), en un partido muy igualado que se resolvió por detalles. O, mejor dicho, por un detalle llamado Brahim Díaz que se sirvió y se bastó para desarmar él solo al Atlético de Madrid. El internacional marroquí se convirtió en la gran razón de la victoria blanca por trabajo, por ambición, por ganas y por calidad. Pero hasta él mismo sabe que tiene muchas papeletas para ser el gran sacrificado en la vuelta.
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Desde que Brahim regresara al Madrid tras la cesión en el AC Milan, está demostrando de qué pasta está hecho. Hace mucho que dejó de ser un futbolista de banquillo o un revulsivo y se ha ganado un puesto más que sobradamente en el once titular. ¿Su problema? No haber llegado al equipo después de un desembolso astronómico y trabajar constantemente en silencio y lejos de los focos. De hecho, esa es la gran suerte que tiene el Madrid con él. Pero también su problema.
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Las continuas y numerosas bajas del Real Madrid en la medular han provocado que Carlo Ancelotti se haya visto obligado a improvisar. Las ausencias de Dani Ceballos por lesión y Jude Bellingham por sanción —tanto en Liga como en Champions— ha dado lugar a un cambio de sistema, donde se ha dejado de lado el 4-3-3 para priorizar un 4-4-2 que dote de mayor equilibrio al equipo. Y, ahí, es donde Rodrygo y Brahim han tomado un peso capital como jugadores de equipo.
Fuente EL CONFIDENCIAL