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Por Miguel Solano
A don Pablo Escobar, el colombiano que intentó ser el líder mundial en el negocio de la cocaína, le llevaron un estudio en el que se sugería «armonizar la convergencia de los mercados, consiguiendo igualar los niveles de pureza y precios en Europa occidental y central con los de Estados Unidos «.
Don Pablo le puso mucha atención al estudio y descubrió que quienes lo habían pagado habían sido un grupo de de la Bolsa, de Wall Street.
Pablo entendió, entonces, que las corporaciones norteaméricas y sus aliadas europeas habían elaborado un plan para adueñarse del negocio, de su negocio, del único negocio que los empresarios latinoamericanos podían competir y ganar.
Don Pablo reunió a sus socios y le advirtió de la naturaleza y el peligro que representaba los planes de la Bolsa.
Al otro día de la reunión, don Pablo, que hasta ese momento había sido un sólido aliado de la DEA, la CIA y el FBI, pasó a ser el enemigo más peligroso. Washington desató la guerra contra las drogas y la violencia en Colombia llegó como si hubiese sido traída del infierno.
Mientras Washington ejecutaba su política de eliminación de competidores, la Bolsa examinaba los números y llegaba a la conclusión de que el mercado estadounidense y europeo, » estos mercados sólo cubren una quinta parte de la población mundial. Si la prevalencia en otras regiones aumenta hasta igualar a los mercados establecidos, el número de consumidores crecería enormemente debido a la gran población subyacente”. Así que hay mucho que conquistar. Y tienen que hacerlo como hicieron con la marihuana, que ya tiene un mercado legal de 230 millones de consumidores controlados, totalmente, por la corporaciones norteaméricas y sus socios europeos.
La Bolsa se ha encontrado con el dilema de que los gobiernos de izquierda surgidos en la región, con México, Colombia y Venezuela a la cabeza, no comparten su metodología criminal de apoderarse de los negocios. Pero La Bolsa cree en sus métodos y Washington le obedece. Así que han decidido hacer con los gobiernos problemáticos lo mismo que hicieron con Pablo Escobar .
¿Qué pueden hacer los gobiernos problemáticos? Primero, saber que la CIA, el FBI, la DEA y Washington no pararán, sin importar quien gobierne en la Casa Blanca, pues lo que importa son los negocios de La Bolsa y ningún ser humano tiene valor si no es parte del mercado, de su mercado. Segundo, los gobiernos problemáticos tienen que declarar legal la producción de coca y crear una corporación estatal que se encargue de su comercialización. Tercero, tienen que incorporar al BRICS a la lucha contra ese dilema de la salud humana y dejar de considerar a la coca como la enemiga y pasarla a formar parte de la solución. Para eso está la ciencia.