Eduardo Sanz Lovatón
Santo Domingo, RD.- Una mirada a vuelo de pájaro puede llevarnos a pensar que el gran éxito del PRM está en haber ganado las elecciones. Si lo vemos de esa manera estaríamos creyendo que los medios son el fin. El éxito del PRM debemos verlo en su impacto institucional y en las transformaciones palpables del día a día de los dominicanos. Hablemos de algunas de ellas.
El PRM simboliza un cambio en nuestra política, sin traumas, sin daños colaterales y atravesando las más duras pruebas que, a fin de cuentas, demuestran capacidad y estabilidad. Es un partido que aprende y se nutre de la historia de sus dirigentes, de sus experiencias, respeta su memoria.
Es un partido que permite que el liderazgo evolucione, que las nuevas generaciones aporten desde perspectivas más frescas, con innovación y una mirada distinta al futuro. Nuestro partido nació de y para la sociedad, por lo que muta de manera natural, de la misma manera que lo hace la ciudadanía. Nacimos de manera democrática del seno de la gente. De la sana rebeldía ante un monopolio estatal que hasta quería decidir en quiénes serían sus propios opositores. Una manera de pactar hasta quiénes perderían de ellos.
Los partidos, todos, se muestran debilitados en toda América Latina por el auge de la anti-política, y hay una demanda constante que no sólo debemos atender nosotros, también los demás partidos que aspiran a un nuevo ciclo, que saben que la popularidad efímera en las redes no da garantías en el territorio.
Este es el momento ideal para que el PRM reafirme su compromiso social y enarbole la disciplina, la eficiencia y la integridad. Para que protejamos los activos que constituyen nuestros líderes más populares, toda nuestra matrícula debe entender que la armonía es igual a victoria. Esto no quiere decir que armonía sea ausencia de diferencia, sino que estas dificultades deben encontrar los foros correctos para aclararse. Es responsabilidad de nuestra más alta dirección encontrar los espacios de resolver conflictos sin que los mismos trasciendan al gran público y puedan permitir retrotraernos a un pasado de derrotas. El compromiso es fortalecer la estructura interna para continuar siendo ese partido capaz de generar un vehículo de entendimiento y articulación para que la sociedad conquiste sus anhelos.
La tarea no será fácil, en algunos momentos menos simpática. Si somos sinceros, la política y los políticos no estamos de moda en el mundo. Hay quienes creen que mientras más se insulta la labor de intermediar entre las aspiraciones de la gente y su gobierno, o sea, hacer política, más se crece en el ánimo popular. Y, aunque a algunos les pueda dar visibilidad efímera esa práctica, la labor del PRM y de cualquier líder o partido responsable sigue siendo la misma: liderar y no vender. La diferencia entre lo uno y lo otro es que el vendedor hace lo que sea para lograr vender su producto en el mercado. El que lidera asume con coraje el reto de no siempre ser popular y no caer en populismos. Son muchas las muestras históricas donde la impopularidad dio pasos a grandes liderazgos.
Por ejemplo, aquel Winston Churchill que advertía sin ser oído sobre el nazismo en los años 30, o el llamado al orden de la especulación financiera de Warren Buffet antes de la crisis financiera del 2008. Y, sin salir de las fronteras, todas las advertencias sobre la impunidad que hizo la sociedad civil dominicana a los gobiernos del PLD durante sus últimos 16 años. En cada uno de estos casos quedó evidenciado que no tenerle miedo a la impopularidad del momento, dio paso a una inmensa legitimidad e influencia posterior. Estoy convencido de que el PRM tiene la gran tarea de liderar esta sociedad con responsabilidad y no puede permitir ser usado para vender ambiciones electorales disfrazadas de sueños.
El país aspiraba a tener representantes políticos responsables que nos alejaran del camino de la demagogia. Ahora, desde el partido del gobierno, debemos seguir honrando nuestras promesas y trabajo honesto, por eso quiero profundizar acerca de dónde estamos hoy con el PRM.
En el pasado mes de septiembre, en la XXI convención nacional del PRM en honor al fenecido José Rafael Abinader, tuve el honor de ser proclamado, nuevamente, miembro de la Dirección Ejecutiva y juramentado como Secretario Nacional de Finanzas. Hoy, por segunda ocasión, puedo decir que he sido nominado como titular de una Secretaría Nacional, una distinción que comparto con grandes dirigentes como José Ignacio Paliza, Carolina Mejía, Deligne Ascención, entre otros compañeros de reconocida trayectoria política y profesional que buscamos continuar el legado de nuestros antecesores en la defensa de la libertad y la democracia.
Fuente: LISTINDIARIO.COM