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Por Dr. José Luís Encarnación
Le dijo la ola en una ocasión a la fuerte roca del arrecife, tiempo al tiempo que yo te desgatare con mis masajes del día a día, algunas veces serán suaves y otras menos suaves, pero el desgaste es inminente y seguro.
La roca engreída y orgullosa confiada por su supuesta dureza del momento y no le presto la atención requerida al mensaje que la ola le decía, y el desgaste, aunque milimétrico se fue produciendo con el tiempo, en otro entorno geográfico paso lo mismo con la roca y el viento.
Si los políticos sacaran tiempo y prestaran atención para observar tan solo estos dos fenómenos de la naturaleza, a mi entender serían más cautelosos en su comportamiento y su actuar frente a los demás.
Cuando los políticos se aferran a una posición o cargo (apegados al adverbio “si o si” me quedo) como si fuera una herencia, y hacen todo lo posible y necesario para mantenerlo, sin importar los medios, entonces nos encontramos ante un acontecimiento que se descanta hacia la dictadura, tiranía o apropiación.
Esta insistencia desmedida, sumadas las acciones poco axiológicas por los ciudadanos, va a poner de manifiesto que los resultados serán pocos creíbles y en su caso de aceptación dudosa.
Los cargos políticos por lo general conllevan un desgaste y más si son de larga duración para el que ejerce la posición. Pedro Alberto Cruz[1], hace referencia que “el deterioro de la imagen del gobernante es inevitable”. Entonces, se podría aseverar que si se gobierna por largo periodo se produciría un deslucimiento del mandatario, se produciría un desgaste de su legislación (hay gobernantes que han sabido sacar partido a su larga estancia, con luces y sombras, pero son los menos).
Para intentar retener un cargo, se necesita mostrar lucir músculo de poder ante los adversarios, Barquín[2] se refiere en cuanto al poder que “existe un campo de la cultura humana, en donde se expresan de manera particular las causas y los efectos del establecimiento de relaciones de poder; este campo es la política.
En cuanto al desgaste[3] matiza que es el “desvanecimiento de las relaciones de poder……”.
El desgaste va afectar a los políticos gobernantes si sus objetivos (discursos de campaña) no son realizables, no se materializan porque son incoherentes de palabras y de hechos, y si se suma una larga estancia en el cargo (relección amañada) donde los ciudadanos se llegan a cansar de ver las mismas personas, las mismas acciones deplorables y se hace evidente cuando en unas elecciones el porcentaje de abstención es muy amplio, producto del descontento y la falta de credibilidad por los candidatos.
En este orden cualquier opositor analítico y observador, se dará cuenta que jugar tiempo al tiempo y apostarse a esperar madurar las frutas del desgaste y transitar por el desolado desierto a lo mejor podrá obtener algún resultado favorable en sus aspiraciones.
Según Sergio González Begega[4], “cuando hay esta situaciones crece un mayor número de electores que descreen y se convierten en desafectos, pasando a las filas de la abstención”.
Esta situación acarrea poco a poco un desgaste imparable de un sistema democrático débil y de difícil recuperación y con resultados futuro fútil e infructuoso.
Algunos políticos incipientes e inverecundos que por sus ansias de liderazgo y protagonismo son capaces a través de espurias acciones posicionarse a toda costa.
El desgaste va afectar a los políticos que no son coherentes con su militancia ni con ellos mismos, y esto les pasa factura tarde o temprano, porque la incoherencia en política tiene un precio.
Dr. JL Encarnación B.
[1] Pedro Alberto Cruz. Esta condición natural del desempeño público se agrava más si cabe, en la actualidad, por la extrema polarización…… https://www.laverdad.es/opinion/desgaste-util-politica-20220116000342-ntvo.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.laverdad.es%2Fopinion%2Fdesgaste-util-politica-20220116000342-ntvo.html
[2] Barquín, Alfonso. “Del poder y su desgaste”. Convergencia. Revista de Ciencia Sociales, vol. 10, núm. 32, 2003, Universidad Autónoma del Estado de México. Pág. 192.