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Por Pablo Vicente
Recientemente, la Junta Central Electoral (JCE) y el Centro de Asesoría y Promoción Electoral del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH/CAPEL) firmaron un acuerdo de colaboración para investigar a fondo las causas de la creciente abstención electoral en la República Dominicana y entre los dominicanos residentes en el exterior. Esta semana, un equipo de expertos internacionales se encuentra en el país sosteniendo encuentros con representantes de partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil, como parte de los trabajos de campo de esta investigación.
El tema no es menor. En las elecciones presidenciales de mayo de 2024, más del 45 % del electorado se abstuvo de votar, la cifra más alta registrada en elecciones presidenciales en la era democrática reciente. La situación fue aún más preocupante en el exterior, donde más del 80 % de los dominicanos habilitados para votar no ejercieron ese derecho.
Entre las causas más inmediatas está la percepción de que el resultado ya estaba decidido. La amplia ventaja proyectada del candidato ganador generó desinterés, bajo compromiso electoral y una sensación extendida de que el voto individual no tendría impacto. Sin embargo, hay razones más profundas que explican esta tendencia.
Una de ellas es la desconexión de la ciudadanía —especialmente la juventud— con la política tradicional. El informe del Latinobarómetro 2023 reveló que solo el 38 % de los jóvenes latinoamericanos considera que la democracia resuelve sus problemas, y que el 54 % siente que “los políticos no los representan”. Esta brecha generacional es particularmente visible en contextos urbanos, donde el votante joven se siente más distante de las estructuras partidarias clásicas.
Otro estudio reciente, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en América Latina, titulado “La democracia bajo presión” (2023), sostiene que incluso en países donde las instituciones electorales gozan de legitimidad, como es el caso de República Dominicana, la abstención puede deberse a una “fatiga democrática” derivada del desencanto con los resultados de los gobiernos, la falta de renovación política y el debilitamiento del vínculo entre representación y expectativas ciudadanas.
Además, muchos ciudadanos se enfrentan a obstáculos prácticos para votar. El crecimiento urbano ha provocado que miles de personas cambien de residencia sin actualizar su empadronamiento. A esto se suma la experiencia de los dominicanos en el exterior, quienes muchas veces deben trasladarse largas distancias hasta sus colegios electorales o no reciben información clara a tiempo sobre el proceso.
Otro aspecto relevante ha sido la disminución de la movilización partidaria. En estos comicios, los partidos políticos mostraron una menor intensidad organizativa y territorial. Cuando no hay una competencia cerrada, la maquinaria electoral tiende a relajarse y eso impacta directamente en la participación.
La investigación que lideran la JCE y CAPEL representa una oportunidad clave para entender el fenómeno con mayor profundidad y, sobre todo, para diseñar respuestas concretas. La abstención no es solo un comportamiento electoral, es una señal. Es el síntoma de un sistema político que necesita reconectarse con su ciudadanía, sobre todo con aquellos que han optado por el silencio en lugar del voto.
El autor es abogado con Maestría en Derecho Electoral y presidente de FUJUDEL fujudel@gmail.com
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