El conflicto en Oriente Medio ocupó buena parte de la cumbre europea, eclipsando de alguna manera la cuestión de la guerra en Ucrania.
La cumbre de otoño de la Unión Europea, celebrada esta semana en la capital belga, contó con la presencia de un nuevo primer ministro, una cara conocida del centro-izquierda.
Robert Fico vuelve a dirigir un Gobierno en Eslovaquia, pero ahora sobre una base mucho más populista y euroescéptica. Su país, vecino de Ucrania, ya no apoyará los esfuerzos europeos para armar a Kiev en su defensa contra Rusia.
Esta cumbre europea fue, por así decirlo, un consejo de guerra. Como ya sabemos, Ucrania siempre está en el orden del día, pero, obviamente, gran parte del debate se centró en el conflicto entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza.
«Un asedio total no se ajusta al derecho internacional», denunció el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. «Muchos líderes discutieron sobre la cuestión del asedio, pero una cosa está clara: hay un grave deterioro de la situación humanitaria en Gaza, por eso creemos que la UE debe hacer todo lo posible para ayudar a resolver la cuestión del acceso de la ayuda humanitaria».
Antes de incorporarse a la cumbre, algunos dirigentes de la UE participaron también en la segunda jornada del llamado Global Gateway Forum.
Se trata del plan de asociación de infraestructuras del bloque para rivalizar con la iniciativa Belt and Road de China en ámbitos como el digital, el clima y la energía, y la sanidad y la educación.
Así, la UE anunció una serie de nuevos acuerdos de inversión con países en desarrollo de África y Asia. El plan de 300 000 millones de euros, que abarca hasta 2027, se concibe también como un instrumento para ampliar la influencia geopolítica del bloque en el mundo.
La jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentó a la Unión como la «mejor opción» en cooperación al desarrollo.
«Global Gateway consiste en dar a los países una opción, y una opción mejor», explicaba la presidenta de la Comisión. «Porque para muchos países de todo el mundo, las opciones de inversión no solo son limitadas, sino que todas vienen con mucha letra pequeña y un precio muy alto. A veces es el medio ambiente el que paga el precio. A veces son los trabajadores, a los que se despoja de sus derechos. A veces se trae a trabajadores extranjeros y, a veces, es la soberanía nacional la que se ve comprometida».
La «gran oportunidad» de Bangladés
Uno de los países que firmó una nueva asociación fue Bangladés, por valor de casi 400 millones de euros.
Se trata de un país de 170 millones de habitantes que, en 50 años de independencia, pasó de ser uno de los más pobres del mundo a estar a punto de obtener la clasificación de la ONU como nación de renta media.
Bangladés es socio de la iniciativa china desde hace unos años y no tiene intención de abandonarla. Pero aún queda mucho por hacer y su primera ministra, Sheikh Hasina, aseguraba que la ayuda de Europa es una de tantas.
«Creo que es una gran oportunidad, porque acabamos de ser seleccionados y salimos de la categoría de País Menos Adelantado» a «País en Desarrollo», recordaba Hasina. «Eso nos ayudará a desarrollar más nuestro país. Y otra cosa que les digo es que la política exterior de Bangladés es muy clara: «La amistad con todos es una amistad con ninguno». En realidad, recibimos préstamos y luego devolvemos la factura con intereses. Así que, para nuestro desarrollo, intentamos conseguir todo aquello que sea beneficioso para nuestro país.
Sheikh Hasina, primera ministra de Bangladés: En todos los proyectos que estamos ejecutando ahora, nuestra gente está trabajando allí. Por tanto, se trata de un tipo de formación que están recibiendo. Y, de hecho, la gente se está beneficiando. Consiguen trabajo y adquieren conocimientos.
Deberían contribuir, también, para otros pequeños países insulares y otros países que se están viendo afectados, especialmente los países vulnerables al clima. Necesitan apoyo y ayuda; y yo siempre estoy dispuesta a compartir nuestra experiencia. Lo estamos haciendo.
Desgraciadamente, tras la pandemia de COVID 19 y también la guerra de Ucrania y las sanciones y contra-sanciones, la ayuda que hemos estado recibiendo para apoyar a refugiados se ha ido reduciendo. Pero he pedido a la presidenta de la UE, Ursula, y también al equipo de gestión de catástrofes y a otros, que hagan algo para que puedan regresar. Porque sé que vivir como refugiado no es muy digno.
Guterres se crea un enemigo
Volvemos a la guerra en Oriente Medio, por unas críticas sin precedentes del llamado «diplomático más importante del mundo».
El Gobierno israelí exigió la dimisión del secretario general de la ONU, António Guterres, el político portugués que cumple su segundo mandato. Nos referimos a sus comentarios sobre las «claras violaciones» del derecho humanitario por parte de Israel, subrayando que «ningún Estado está por encima de la ley».
Es sabido que no había precisamente amor entre Guterres y algunos líderes poderosos como el expresidente estadounidense Donald Trump o el actual líder ruso Vladímir Putin. Pero el secretario general de la ONU se enfrenta ahora a las críticas de un Estado con poderosos aliados e influencia política en la comunidad internacional.
Todo hace indicar que podríamos estar, en definitiva, tan solo ante el primer episodio de un caso digno de una serie de suspense sobre intrigas internacionales.
Fuente Euronews