
A mediados de mayo fui detenido de manera ilegal por una patrulla de la Policía Nacional, mientras me encontraba en el Centro Acuático del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, practicando natación, como terapia por las secuelas de las torturas recibidas, en enero de 1975, en el Servicio Secreto de esa institución.
La patrulla de la PN hizo valer una orden de apresamiento y conducencia de la Procuraduría General de la República, PGR, clasificada como Alerta Mamey.
Fui llevado al destacamento policial del Naco, y allí al cabo de 10 minutos, un oficial me preguntó: ¿don, qué le pasa a Ud.? Le respondí que le preguntara al agente que me había traído porque yo no conocía las razones. El agente respondió al oficial: “ese es el hombre de la procuraduría”. El oficial me pidió mi cédula, le ordenó al agente hacerle una foto en su celular y me despacharon diciéndome que fuera a la PGR.
Hasta aquí todo parece “normal”, independientemente del comportamiento inusual de la patrulla, que me llamó de inmediato la atención. Me explico.
Estando en la piscina nadando, el conserje se acerca y discretamente me informa que la policía me busca. Extrañado le respondo que les diga que espere a que me cambie de ropa. Salgo del área de la piscina y no veo la patrulla, continuo caminando, seguro de encontrarla fuera de las instalaciones del complejo, y tampoco estaba allí; busco en el área de parqueo y, al fin, la localizo apostada y hablando con una persona a una distancia de dos vehículos de mi carro. Me acerco a mi vehículo, abro las puertas y el baúl, tomo mi teléfono y la ropa de trabajo, y no se dan por enterado, pese a que observan todo lo que estoy haciendo. Me dirijo de nuevo a las instalaciones del complejo, me cambio de ropa, voy a la cafetería, pido un bocadillo y a propósito me quedo más de 40 minutos en el lugar, dando tiempo a que me fueran a buscar allí. En el interín me comunico con la familia y abogado. Como no vienen, salgo a buscarlos, y siguen en la misma actitud, por lo que soy yo el que les pregunta, sí es a mí a quién buscan, contestándome afirmativamente y mostrándome una foto mía en su celular y la orden de la PGR, calificada como Alerta Mamey. Les digo que iré a la procuraduría, pero me dicen que tienen orden de llevarme y que la van a cumplir. Me llevaron.
Cuando, días después, logré una cita con la procuradora general de la república, Míriam Germán y la fiscal general, Yeny Berenice, y les doy a conocer los hechos, lo primero que me informan es que la Alerta Mamey no existe; la procuraduría solo tiene una: Alerta Roja. Después de indagar en sus archivos me informan que la Procuraduría General de la República no ha emitido ninguna orden de apresamiento y conducencia en mi contra, ni existe nada en sus archivos al respecto. Que iniciarán una investigación.
A partir de ese momento salta la alarma y surgen preguntas inquietantes: ¿por qué la PN se vale de una orden falsa para detenerme? ¿Por qué una vez detenido, la detención se limita a hacer una foto a mi cédula en el mismo teléfono del agente de la patrulla que me detuvo, si ya la tiene? ¿Para quién o quiénes trabaja la PN? ¿A quién o quiénes les hizo el trabajo de subir mi foto a su página de búsqueda, de ubicarme en el complejo acuático, de comprobar que ese señor que practica natación en horario de 7 a.m. a 8 a.m., es Juan Bautista Castillo Pujols, izquierdista, antiguo dirigente del MLN “Los Trinitarios?
Traté, durante un tiempo, de resolver este asunto de la manera más discreta posible por las razones siguientes: no quería que mi familia se enterara y volviera a experimentar el infierno que padeció durante los tristemente llamados “Doce años de Balaguer”, cuando sufrí acoso y todo tipo de vejámenes por parte del referido gobierno; tampoco quería alarmar a los amigos, hacerlos sentir que el estar compartiendo conmigo es una peligro.
Pasó el tiempo y no recibía respuesta. Decidí hacerlo público. Entonces la magistrada Berenice me comunica que de la investigación, que su institución realizó, no hay en ninguno de los órganos de Seguridad del Estado ninguna investigación a mi persona, que la PN informó que fue una confusión. Le pedí que la PN lo hiciera público para tranquilidad de mi entorno familiar y amigos. Me respondió que no era posible porque no se hizo pública mi detención.
No creo que la PN me confunda con nadie. Juan B. Castillo Pujols, militante revolucionario, miembro de la Dirección Central del Movimiento de Liberación Nacional “Los Trinitarios”, salvajemente torturado, preso político amnistiado en el 11/9/1978 y deportado el 15/9/1983. Tengo nombre propio en esa institución y en el país, pese a los años transcurridos.
Sabemos las consecuencias de las llamadas confusiones de la PN: muertes, desapariciones, agresión físicas, acoso y, por tal razón, no se lo quiero poner fácil, no quiero que aparezcan supuestos atracadores, sicarios que atenten contra mí, que me maten, luego, fruto de la “labor investigativa” de la institución, estos son identificados, y al cabo de unos días, caen en los llamados “intercambios de disparos” y san se acabó. No, así no.
Lo que está claro en todo esto es que esta violación a mis derechos ciudadanos no entra en la agenda del actual gobierno. Se trata de grupos retaliadores enquistados en la Policía Nacional. Por tal razón, responsabilizo a la jefatura de la Policía Nacional, en tanto no dé una explicación pública de mi detención ilegal, de lo que pueda ocurrirme.