Un día como hoy de 1946, muere el barítono dominicano de fama internacional Eduardo Brito
José Eleuterio Brito Aragonés, conocido simplemente como Eduardo Brito fue un cantante de ópera y zarzuela muy importante del país. Brito nació en los Cerros de Navas, sección Blanco en el municipio Luperón, en la provincia de Puerto Plata el 22 de enero de 1906.
De niño se trasladó junto a su familia a la ciudad de Santiago, donde aún siendo un chiquillo llamó la atención de los transeúntes mientras lustraba zapatos para ganarse la vida y entonaba canciones de la época. Su timbre de voz era tan potente que la gente quedaba maravillada al escucharlo cantar. Desde los quince años comenzó a dar serenatas junto a músicos de mayor edad. Posteriormente tiene la oportunidad de ingresar al Sexteto Morel en Puerto Plata, su tierra natal.
Su talento era tan abrumador, que a los 17 años debuta en la ciudad de Santo Domingo en el Coney Island, Café Arriete, Trocadero y el HOTEL Fausto, plazas muy codiciadas por los artistas de la época y donde recibió contratos para presentarse.
En 1924 con la canción «Amar, eso es todo», ganó en Santiago de los Caballeros el primer lugar en un concurso de canto patrocinado por Jabón Candado. De la música popular y sin haber estudiado, se involucra en la ópera por breve lapso de tiempo con su participación en el montaje del Cuarteto de Rigoletto de Verdi que realizó el maestro Luis Rivera.
En su educación musical fue importante la amistad con el maestro Julio Alberto Hernández, quien dirigía el grupo Cuadro Artístico, el cual reunió importantes voces y que se presentaba en Santiago, Santo Domingo y San Pedro De Macorís.
El 3 de noviembre de 1929 contrae matrimonio con la cantante Rosa Elena Bobadilla, procedente de una familia de músicos y cómicos, como los conocidos Chispita y Luisita, cantantes de ritmos nacionales e internacionales. Ese mismo año tiene la oportunidad de irse a Nueva York con su esposa y otros artistas, haciendo sus primeras grabaciones con la firma R.C.A.
Eduardo Brito comienza a ser reconocido como uno de los mejores cantantes de la época, hasta ser el único dominicano que fue aceptado en los escenarios de la zarzuela española. En 1932 conoce al compositor cubano Eliseo Grenet quien lo contrató para integrar la compañía musical Cubanacán.
Cantó «La Virgen morena» en la zarzuela de Madrid.
Aparte de su voz, su porte indiano fue un atractivo especial para el público. «Mi vida es cantar» y «Lamento esclavo” constituyeron grandes éxitos en su voz. Precisamente esta última pieza no fue del agrado de Trujillo, quien se encontraba en el auge de su dictadura.
Brito nunca abandonó la música popular ni los aires dominicanos, a pesar de sus andanzas por el mundo. Estrenó merengues, guarachas, viajó a Colombia, Venezuela, Puerto Rico. La pequeña fortuna acumulada la perdió en España a raíz de la Guerra Civil.
En 1942 comenzaron sus problemas de salud y para 1944 regresa a su natal República Dominicana prácticamente repatriado, es entonces cuando comienza a sufrir sífilis cerebral y a luchar contra la locura.
Su final fue terrible, pues a causa de sufrir sífilis cerebral, fue encerrado en el Manicomio de Nigua. Este padecimiento le producía “delirios y otros trastornos nerviosos” y por esta causa recibió numerosas inyecciones de bismuto y otros químicos para tratar de controlar su demencia. Su muerte se produjo aun estando en el centro psiquiátrico el 5 de enero de 1946.
El doctor Apolinar De los Santos (Polín), uno de los psiquiatras que le conocieron en el Manicomio de Nigua, narró cómo se reunían los pacientes para escuchar a Eduardo cuando en sus delirios comenzaba a cantar durante horas y horas sin parar.
Luego de su muerte, un rumor muy oscuro y siniestro se dejaba sentir sutilmente por aquellos años, ya que muchos aseguraban que todo vino a raíz de la canción «Lamento Esclavo» que no le agradaba para nada al dictador Rafael Leónidas Trujillo y este mandó a sus secuaces a que hicieran de las suyas con el pobre Eduardo Brito, volviéndolo loco a propósito. Sometiéndolo a todas clases de vejámenes y torturas. Esto nunca pudo comprobarse y se quedó en suposiciones pero, todavía hoy, me he topado con gente que vivió aquellos años que aseguran fue así.
Fuente República Merengue