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Por Doctor Ramón Ceballo

El Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés) anunció este viernes la cancelación definitiva del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) para aproximadamente 500,000 ciudadanos haitianos, una decisión tomada bajo la administración del presidente Donald Trump, con efectos a partir del 2 de septiembre de 2025.
La cancelación del TPS para haitianos no es solo un asunto de política migratoria estadounidense; representa una bomba de tiempo para la región. República Dominicana no puede ni debe enfrentar sola las consecuencias de esta decisión, que amenaza con intensificar la ya crítica situación migratoria en la isla
La verdad es que esto marca un punto de inflexión no solo para los miles de haitianos que residen legalmente en Estados Unidos desde el terremoto de 2010, sino también para la región caribeña, especialmente República Dominicana, país que podría verse directamente afectado por las consecuencias migratorias, económicas y sociales derivadas de esta medida.
El TPS fue otorgado a ciudadanos haitianos tras el devastador terremoto de 2010, permitiéndoles residir y trabajar legalmente en EE. UU. desde entonces. Su eliminación forzará a miles a enfrentar la deportación, a menos que encuentren otras vías legales para permanecer.
La decisión se produce en un momento de extrema fragilidad institucional en Haití, donde el colapso del Estado, la violencia de bandas armadas y la falta de gobernabilidad impiden garantizar condiciones mínimas de reintegración para los retornados.
Aunque los deportados serán enviados formalmente a Haití, es previsible que una parte significativa de ellos busque ingresar a la República Dominicana, ya sea como paso hacia un tercer destino o como única opción viable de estabilidad geográfica y económica.
Este fenómeno podría agudizar los desafíos ya existentes en la frontera dominico-haitiana y en comunidades locales, especialmente en un contexto en el que República Dominicana mantiene su propia presión migratoria irregular, tensiones sociales y recursos institucionales limitados.
Impacto económico y social anticipado
- Mayor presión sobre los servicios públicos dominicanos, especialmente salud, educación y asistencia social, en zonas fronterizas y urbanas vulnerables.
- Incremento del trabajo informal y competencia por empleos mal remunerados, generando fricciones entre comunidades locales y migrantes.
- Posible aumento de discursos políticos nacionalistas ante la percepción de una “carga” impuesta desde el exterior.
- Tensión diplomática entre los gobiernos dominicano y estadounidense si no se prevé un plan de apoyo regional.
Ante este escenario, expertos en relaciones exteriores sugieren la necesidad de:
- Establecer mecanismos de vigilancia migratoria preventiva, en coordinación con organismos internacionales.
- Solicitar a EE. UU. información transparente sobre los retornados haitianos y planes de asistencia.
- Activar foros multilaterales para exigir corresponsabilidad de la comunidad internacional en el manejo de la crisis haitiana.
- Promover una estrategia nacional de contención humanitaria y diplomática, con apego al derecho internacional y a la soberanía nacional.
Frente a este nuevo capítulo, la respuesta debe ser inteligente, coordinada y contundente, para proteger nuestra soberanía sin perder de vista la dimensión humanitaria, y exigir que los costos de esta crisis no recaigan nuevamente solo sobre los más cercanos.