
Por. Arturo Taveras
TAMBORIL.– El laureado pintor dominicano José Mercader se presenta como un Quijote de los colores, un apóstol, sembrador de las bellas artes, al que le preocupa la pérdida de talento juvenil por falta de instrucción para la producción artística. Este pintor y caricaturista, con manos que empuñan pinceles artísticos, ha soltado su pasión con el corazón encendido para librar su más noble batalla: rescatar la niñez de Tamboril del olvido cultural y el ruido de la modernidad, mediante el arte.
Al frente de la Casa Cultural y Museo Horacio Vásquez, espacio que dirige con profunda visión cultural, casi profética, Mercader expone sus conocimientos a la niñez para convertirlos en futuros profesionales de las bellas artes.
Entre los espacios que susurran historia, ha comenzado un proyecto de enseñanza artística infantil, sin más recursos que su fe creadora y la sonrisa de los niños deseosos de aprender.
«No hay futuro sin arte», sentencia, con voz pausada y mirada que atraviesa el tiempo.
Tras anunciar cursos talleres de pintura, el entusiasmo infantil desbordó los muros del museo y el parque Trina de Moya se ha convertido en taller, aula de sueños donde los pinceles florecen entre las ramas de los árboles de dicha plaza pública.
«Tamboril necesita una Casa de Arte», clama Mercader, quien hace un llamado a las autoridades y los sectores puentes a que presten atención a la educación cultural para evitar que la niñez quede atrapada en la influencia negativa de las tecnologías y la modernidad.
En la impartición de los cursos de la «La Scuola d’Arte Lionardo», en sus clases de pintura para niños cada sábado en el Museo Horacio Vásquez de Tamboril, en horario de 10 a 12 de la mañana, participan, además de Mercader, los pintores Tony Gómez y Edward Páez Ventura, bajo la coordinación de Yanette Paulino.