EDITORIAL
La tradicional compra y venta de los mercaderes políticos dominicanos se está llevando a cabo abiertamente, pues dice un refrán que la costumbre hace o condiciona las Leyes, lo que ha hecho que se convierta en un piógeno que va pudriendo el corazón de los más sanos intereses políticos, lo que amerita poner mayor cuidado en este asunto.
Que vergonzoso se ha convertido el panorama político nacional, donde conscientemente los hombres y mujeres que ejercen esta actividad han perdido los escrúpulos en gran mayoría, donde predomina la ley del más fuerte, o mejor dicho: el que posee mayor cantidad de dinero, con el cual pagando una irrisoria cantidad podrá conseguir mayores adeptos, y más bueno que es así.
Ya los políticos dominicanos hablan del tema sin tapujos, sin que sus caras se sonrojen al más mínimo extraño caso porque ya no les importan si lo hacen en público o en privado, porque en el fondo les da lo mismo.
Tal fueron las expresiones de Margarita Cedeño, al referirse a su tercera posición en las contiendas internas de su Partido de la Liberación Dominicana (PLD), quien señaló que sus logros no conllevaron a la compra y venta de votos, lo que significa que si ella hubiese extendido un poco más el codo, hoy fuese sido la candidata presidencial por el partido morado.
Margarita Cedeño lo dejó bien claro, que su contrincante Abel Martínez le ganó a papeletazos limpios, y que por eso solo logró ocupar un pírrico tercer lugar con apenas algo más de 16 mil votos, entonces de ser así sus bonos no se venden tal altos.
Lamentablemente, este caso no solo se da en el partido morado, sino, que la compra y venta de adeptos es un cáncer que destruye el sistema democrático en el seno de todos los partidos políticos del país, y nos preguntamos ¿hasta cuándo?