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Por. Carlos Márquez
En el marco del gran derrumbe del Neoliberalismo que tuvo lugar en el 2007-2008, con la quiebra de las naciones europeas y de este gran país, ahí mismo debió orquestarse el nuevo orden mundial que reemplazara la sociedad globalizada y neoliberal.
Digo esto, porque el grueso de los líderes de los países ejes de la humanidad, los más importantes pensadores sociopolíticos y economistas concordaban desde diferentes esferas y organismos del planeta-en aquel urgente acuerdo, con el fin de que no se volvieran a repetir los hechos desreguladores que produjeron la hecatombe económica de entonces.
A causa de aquella crisis, el mundo occidental se vio anegado de miles de protestas y, llegó a temerse una ruptura total del gran esfuerzo de integración que desde el 2001 se estaba ensayando en la eurozona vía la moneda común, el Euro.
Pese a los grandes esfuerzos de los ideólogos neoliberales en sus ideas de que los mercados se autoequilibrarían, la realidad fue que durante todo el lustro que siguió a la debacle económica referida se vivieron escenarios de estancamiento, recesión y relentización de las economías.
Entre el 2008 y el 2013, de acuerdo con el actual líder de la Fuerza del Pueblo, doctor Leonel Fernández, se invirtieron en el rescate de las economías más de 8 trillones de dólares y, pese a ello, seguían las dificultades.
Los gobernantes, encabezados, en primer momento por el Republicano, George W. Bush, en cuya última gestión estalló la hecatombe inmobiliaria se vio en la obligación de renegar el principio neoliberal de no intervenir en la economía inyectándole 700 mil millones de dólares, solo para rehabilitar el sistema financiero, las aseguradoras y las inmobiliarias.
En tanto, Barack Obama, quien en medio de la debacle había ganado el proceso electoral frente al fenecido John McCain, tan pronto juró el gobierno acudió al rescate del aparato aéreo y productivo estadounidense, desecho por la enorme crisis que tuvo su esencia fundamental en la desregulación del mercado que impulsó la proliferación de las acciones tóxicas de las hipotecas basuras, llamadas, subprime, que sólo en el continente europeo alcanzaron un valor de 500 mil millones de euros.
Sobre los indicados créditos basuras, Carlos Márquez, El gran derrumbe del Neoliberalismo refiere que, Navarro, Mark Zandi, Financial Shock, Financial Times Press, julio 2008, página 121 estima que a mediados del 2007 el valor en circulación de los MBS y CDO, con base a los créditos subprime, o basuras era de unos 1.4 billones de dólares, lo que aproximadamente significaba el 10% del PIB de Estados.
Sobre el mismo tema William Fleckenstein: Greenspan Bubbles, o las burbujas de Alan Greenspan, in the age of ignorance at the Federal Reserve, lo que traducido a nuestro idioma, significa, la era de la ignorancia en la Reserva Federal, página 158, nos dice-que el total de la deuda hipotecaria en USA creció en sólo tres años de 2003-2005, en 3, 7 billones de dólares que era equivalente al saldo de la deuda hipotecaria vigente en 1990.
De ahí que, la experiencia extraída del colapso económico- por los mandatarios, tanto europeos como de Estados Unidos, Japón e iberoamericanos, junto a la mayoría de los economistas sensatos fue que los mercados no eran capaces de regularse por sí mismos y que se autodestruían por su propia voracidad.
Por igual, se pudo entender la hipocresía neoliberal de que, ante crisis como aquella, se privatizaban los beneficios, pero se socializaban las pérdidas y que, por ende, al colectivizarse las pérdidas, quienes no tenían vela en ese entierro, cargaban cuotas de sacrificios que reducían su calidad de vida para reparar las irresponsabilidades, en este caso de las inmobiliarias, los seguros, la banca y las bolsas de valores, donde había ejecutivos que devengaban hasta 18 mil dólares por segundos, en contraste con la miseria de los ciudadanos de a pie.
A causa del daño al bienestar de las mayorías provocado por la desmedida ambición de los ejecutivos de los segmentos financieros el mundo occidental se vio conmovido por una hilera inmensa de protestas.
Esa amarga realidad provocó que, desde las altas instancias gubernamentales, intelectuales, los pensadores sociopolíticos, los organismos financieros internacionales y las entidades empresariales se buscaran fórmulas de avenencia y solución.
El oleaje de protestas hicieron que, Gordon Brown, entonces, primer ministro del Reino Unido demandara un nuevo orden internacional, mientras George Bush pedía, moderación y defendía el capitalismo y la competitividad.
Entonces, se convocó el grupo de los siete países mas desarrollados, G7. Pero líderes del G7 no acordaron nada y se vieron en la obligación de buscar consenso creando el G20, o grupo de los veinte que, tampoco logró convenir nada.
De ahí que, buscaron salida en el Foro de Davos, donde la crema y nata del capitalismo debatió el tema titulado: La reconstrucción del mundo de la post crisis.
Las diferencias de criterios impidieron que en aquel trascendente evento del 2008; así, como en los sucesivos encuentros de los miembros de este foro, no pudo acordarse el nuevo modelo de desarrollo que debió emerger en la humanidad tras el Gran derrumbe del Neoliberalismo.
Apenas, se acordaron enmiendas para ese esquema de desarrollo.
Pasaron los años, Donald Trump entró a la escena política estadounidense juramentando presidente y sus políticas le asestaron golpes y puñaladas al cuerpo del derribado neoliberalismo. 4 años después de su salida del poder retornó para impulsar desde la Casa Blanca la política arancelaria que hoy conocemos y que representa la muerte del globalismo económico y, por ende, del neoliberalismo.
Es por esas razones que en este trabajo sostengo que, el nuevo orden aupado por Donald Trump debió surgir tras la crisis económica mundial 2007-2008.