Santo Domingo.- Ocho colosos de metal yacen en el lecho del río Ozama, algunos desde hace tres décadas, contaminándolo e impidiendo la navegabilidad de la que fuera arteria pluvial de la capital dominicana, en cuya superficie ya se trabaja en el desguace del herrumbroso buque Bel Divina Pastora.
El desmantelamiento del barco, de 92 metros de eslora, es solo el principio de los trabajos para rehabilitar el río, enfermo de recibir basura y albergar desechos contaminantes, como los pecios que en su día eran el transporte de azúcar y cemento.
Recuperar un río con tan altos niveles de contaminación es una tarea compleja que implica la participación de diversas instituciones que conforman un gabinete especial designado por el Gobierno. El Ministerio de Medio Ambiente lo dirige y la Armada dominicana lleva el peso de los trabajos que se desarrollan actualmente.
GIGANTES DE HIERRO
Las dimensiones de los ocho barcos hundidos son similares a las del Bel Divina Pastora, explicó Jorge Ruiz Montas, asesor del Ministerio de Medio Ambiente y encargado de los proyectos especiales para la recuperación de la cuenca Ozama, compuesta por los ríos Ozama e Isabela.
Se trata de embarcaciones de gran calado, «cualquiera que haga un cálculo elemental» se da cuenta de la gran capacidad de carga de un barco con azúcar o cemento, así como de su calado y, por tanto, de la profundidad que tenía el río para que pudiera transitarse.
«Esos barcos tienen que salir del río Ozama por dos razones fundamentales. La primera porque son un contaminante importante. La segunda porque tenemos que recuperar la navegación. Eso es una deuda que se tiene con la sociedad dominicana», afirmó Ruiz.
FUNDIR METAL BAJO EL AGUA
El trabajo técnico de desmantelamiento de los barcos corre a cargo de la Dirección General de Dragas, Presas y Balizamiento de la Armada de República Dominicana, cuyo subdirector, capitán de navío Simeón Plutarco Abad de Ureña, facilitó detalles sobre las labores que desempeñan.
Actualmente extraen sedimentos del Bel Divina Pastora, pero la tarea más compleja es la que corresponde a los buzos, que deberán desguazar las estructuras que permanecen en el fondo del río.
El desmantelamiento se realiza cortando secciones de diez a cinco toneladas para, finalmente, sacar el metal con grúas, una actividad «compleja» que los técnicos de la Armada dominan a la perfección, dijo el capitán.
«A mayor tiempo de inmersión del barco la contaminación es mayor, pero para la extracción resulta más fácil porque el metal está más degradado», de modo que el mayor problema en este caso es la sedimentación de elementos contaminantes, que «han provocado impactos ecológicos» a determinar por expertos medioambientales.
El desguace y extracción por partes de cada barco puede tomar de uno a dos meses, dependiendo del tonelaje. Se supone que un buzo, normalmente, puede cortar de dos a tres toneladas por día. «Si colocamos a cuatro buzos en cada barco, cortarían de 10 a 20 toneladas por día», apuntó Abad de Ureña.
El Bel Divina Pastora debería estar fuera en no más de dos meses, según los cálculos de los técnicos y, siendo optimistas, para dentro de un año, aproximadamente, el Ozama estaría liberado de toda la chatarra de los ocho barcos que reposan en su lecho.
EDUCAR PARA SALVAR UN RÍO ENFERMO
Pero extraer las toneladas de metal no es la única tarea para sanear el río, que sufre una enorme contaminación por la basura que se vierte desde las cañadas de la ciudad y que, por lejos que estén, siempre acaba en sus aguas, las cuales algunos parecen considerar un vertedero.
Esto constituye un importante reto que se afronta diariamente con labores de limpieza y es esencial que, de forma paralela, se lleve a cabo un trabajo de educación y concienciación de la ciudadanía, principalmente en las comunidades que viven en sus márgenes.
«El río Ozama es un río muy enfermo. Es un problema muy grande» y los dominicanos «soñamos con este río limpio», por eso «estamos educando a la gente para que no lo contamine, que no boten basura. Y en eso estamos. El principal proyecto es ese, educar a la gente», señaló el ingeniero civil Juan Antonio Vargas Monción, que dirige el gabinete para la recuperación de la cuenca del Ozama.
La parte baja es la que presenta los principales problemas, aunque con los trabajos que realizan «la margen oeste del río está casi limpia» y en breve comenzarán con la este, apuntó.
Por desgracia, «nunca vamos a poder decir que el enfermo está totalmente sano, pero sí que está muy aliviado», así que dominicanos y visitantes podrán disfrutar de nuevo, en un futuro, de la principal arteria pluvial de Santo Domingo.
Fuente: Infobae