
Las autoridades trabajan en actualizar la legislación dominicana sobre la contaminación sónica
“Hay mucho de educación en el tema, porque los dominicanos sin ruido no disfrutamos, tenemos que trabajar esa cultura”, así se expresó la viceministra de Gestión Ambiental Indhira de Jesús a propósito de las quejas por contaminación sónica que con frecuencia hacen los ciudadanos a nivel nacional.
Las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente señalaron que a quienes les compete la atención a estas denuncias es a la Procuraduría de Medio Ambiente, la Policía Nacional y al Sistema 9-1-1. “Nosotros no tenemos los medios (para atender esas denuncias). Tenemos que ver con otras cosas, pero no con eso”, sostuvo el ministro Ceara Hatton.
Sobre las competencias del Ministerio en estos casos habló Indhira de Jesús, quien indicó que esa institución trabaja la parte de revisión de la legislación, puesto que la norma ambiental sobre el ruido data del 2003, y las herramientas para el monitoreo.
“Con la fiscalización ha habido un tema porque ha habido unas legislaciones posteriores a la norma ambiental y hay una necesidad de coordinación entre diferentes instituciones para atender cuando hay una denuncia”, señaló la funcionaria.
Sobre el monitoreo añadió que las autoridades entienden la importancia de tener mediciones para saber cuáles son los niveles de ruido con los que vive la sociedad dominicana, y así tener un diagnóstico del efecto en la salud.
Medio Ambiente ha tenido conversaciones con el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), que ha desarrollado unas investigaciones usando sensores para el monitoreo de grandes áreas. “Vamos a ver cómo podemos establecer una red de monitoreo que nos permita trabajar en base a datos para abordar el tema conociendo cuáles son los focos principales de emisión, las zonas más o menos ruidosas, pero eso nos va a tomar un tiempo”.
Indhira de Jesús sostuvo que, al no establecerse un monitoreo formal, la entidad no tiene datos para validar los niveles de los decibelios. “Hay quienes me dicen que los decibelios que pide la norma son los de una conversación normal, es algo que tenemos que trabajar. No tenemos estudios epidemiológicos que avalen que estamos sufriendo de manera colectiva los posibles efectos de vivir entre tanto ruido”.
Fuente: Diario Libre