
- La doctora Alaa al Najjar se despidió de sus diez hijos antes de salir de casa para ir a trabajar al Hospital Nasser. Solo ha sobrevivido al ataque israelí uno de sus hijos y su marido; ambos heridos
A primera hora del viernes, como todos los días, la doctora Alaa al Najjar se despidió de sus diez hijos antes de salir de casa. El menor, Sayden, de seis meses, aún dormía. Y como cada día, con la guerra en Gaza y los ataques israelíes a pocos metros de su barrio de Jan Younis, a Al Najjar le preocupaba dejarlos en casa e irse a trabajar.
Pero la mujer de 35 años no tenía otra opción. La doctora, una de las cada vez más escasas profesionales de Gaza, es una respetada pediatra del complejo médico Nasser. El pasado viernes tuvo que ir a trabajar para cuidar a bebés heridos, supervivientes de los ataques israelíes. Nunca imaginó que esa despedida de su familia sería la última.
Unas horas después, los cuerpos carbonizados de siete de sus hijos, muertos por un ataque aéreo israelí en Jan Younis, llegaron al hospital donde trabaja. Otros dos cuerpos, incluido el de Sayden, estaban bajo los escombros. De sus diez hijos, solo uno ha sobrevivido, junto con su padre, Hamdi al Najjar, de 40 años, que también es médico. Ambos se encuentran hospitalizados.
“Es una de las tragedias más desgarradoras desde el comienzo del conflicto”, dice Mohammed Saqer, jefe de Enfermería del Hospital Nasser. “Y le ha ocurrido a una pediatra que dedicó su vida a salvar niños y ha visto cómo le arrebataban a su prole en un instante de fuego y silencio ensordecedor”.
Las imágenes compartidas por el director del Ministerio de Sanidad de Gaza y verificadas por The Guardian muestran los cuerpos quemados y desmembrados de los niños mientras son sacados de debajo de los escombros de la vivienda familiar, cerca de una gasolinera, mientras las llamas aún consumían lo que quedaba del edificio.
“Cuando oí que la casa había sido bombardeada, corrí instintivamente a mi coche y me dirigí al lugar, pues sabía que mi hermano y sus hijos estaban dentro. Al llegar, me quedé impactado. Encontré a mi sobrino Adam, que sobrevivió, tirado en la calle bajo los escombros. Estaba cubierto de hollín, con la ropa casi desgarrada, pero aún conservaba el alma. Mi hermano yacía del otro lado, sangrando profusamente por la cabeza y el pecho, y con el brazo amputado. Respiraba con dificultad”, relata Ali al Najjar, de 50 años, hermano mayor de Hamdi, el esposo de Alaa.
Ali fue quien llamó al equipo médico y llevó a los dos supervivientes al hospital. Luego comenzó la búsqueda de sus nueve sobrinos y sobrinas debajo de los escombros.
“Fue muy difícil despejar la casa porque el techo había colapsado. Empecé a buscar por la casa con la esperanza de encontrar a alguno de los niños, ya que supuse que el bombardeo podría haberlos arrojado fuera de la casa”, explica Ali. “Pero entonces, tristemente, apareció el primer cuerpo quemado. Tras apagar el fuego por completo, encontramos a los demás: algunos estaban mutilados y todos quemados”.
Alaa al Najjar acudió rápidamente al lugar de la explosión mientras los rescatistas sacaban el cuerpo de su hija Revan de entre los escombros. Entre lágrimas, les rogó que la dejaran abrazarla por última vez.
“Su cuerpo estaba completamente quemado en la parte superior, no quedaba nada de su piel”, recuerda Ali. “Todavía no hemos podido encontrar los cuerpos de dos de los hijos de mi hermano: el mayor, Yahya, de 12 años, y la niña de seis meses, Sayden”. Fuentes del Hospital Nasser que trasladaron uno a uno los cuerpos de los niños a la morgue han revelado que la madre no pudo identificarlos debido al alcance de las quemaduras. Sus nombres eran: Yahya, Rakan, Ruslan, Jubran, Eve, Revan, Sayden, Luqman y Sidra.
Fuente ELDIARIO.ES