«Nosotros luchamos los siete días de la semana, todos los días del mes, todos los meses del año, las 24 horas del día. Así debe ser. Aunque ciertamente hay momentos en que uno al menos se relaja un poco y se sacude de la tensión, para nosotros no hay vacaciones de Navidad para dedicarnos a asuntos licenciosos o perderá de tiempo»
Una de las enseñanzas del comandante Alfredo
Reproducimos esta carta enviada por el camarada Alfredo (Brígido Peguero) a toda nuestra militancia y lectores de nuestro portal “Libertad”, para saludar a nuestros integrantes y gentes del pueblo con motivo de las tradicionales fiestas navideñas.
Dicha misiva fue escrita en diciembre de 2009.
Consideramos que el mensaje todavía tiene vigencia como documento político e ideológico, sobre todo educativo, en relación a lo que significan las festividades de Navidad y año nuevo.
El camarada Alfredo no está con nosotros físicamente, pero sí espiritual e ideológicamente, lo que significa que todas sus enseñanzas políticas, filosóficas y científicas son reservas no sólo para los emepedeístas en particular, sino para revolucionarios y académicos del área natural y social.
¡El partido de Pablo Martínez, El Moreno, El Men y Alfredo, presente!
Comisión Política del Comité Central.
Santo Domingo, 23/12/2024.
A continuación, el mensaje enviado por Brígido Peguero (Alfredo), secretario general del MPD, fallecido durante la pandemia.
“Saludos, mis queridos y respetados camaradas:
Espero que todas y todos nos sintamos al menos con salud, con claridad política e ideológica y fuerza para continuar nuestra lucha de siempre.
En estos días de fin de año es común que se reciban los saludos de felicitación y deseando próspero año nuevo. Esos saludos provienen de todos los litorales: los creyentes, gente ingenua, gente muy buena… Pero sobre todo de los politiqueros y del gran comercio, que es el más beneficiado de las «felices pascuas y próspero año nuevo». Nosotros nos felicitamos siempre por estar en la lucha tras las mejores causas. Tenemos sobradas razones para sentirnos contentos. Deberíamos estar tristes por todas las penurias que pasa nuestro pueblo y todos los pueblos oprimidos del Mundo. Sin embargo, los revolucionarios y las revolucionarias sentimos alegría de estar en la lucha.
Somos de carne y hueso, y por eso sufrimos nuestras desgracias particulares y las desgracias colectivas del pueblo; pero estamos hechos de una trama especial, la trama ideológica, y por ello es que sentimos felicidad, aún en las desgracias. Tenemos muchos ejemplos sobre esto. La felicidad nos viene de poder aportar todas nuestras energías a la noble causa del pueblo. Nos sentimos felices en el sacrificio, en la cárcel, en el dolor de la tortura, y aún en la muerte, porque somos soldados de la revolución reivindicadora.
Nosotros luchamos los siete días de la semana, todos los días del mes, todos los meses del año, las 24 horas del día. Así debe ser. Aunque ciertamente hay momentos en que uno al menos se relaja un poco y se sacude de la tensión, para nosotros no hay vacaciones de Navidad para dedicarnos a asuntos licenciosos o perderá de tiempo. La revolución espera mucho de nosotros. Necesitamos trabajar 48 horas al día. Es decir, hay que, al menos, duplicar nuestro trabajo. Solo así podremos acercar la revolución y reducir el tiempo de dolor ancestral de nuestro pueblo.
Podemos celebrar con nuestra familia; podemos divertirnos; podemos visitar familiares y amigos; podemos hasta dar nuestra bailadita… Todo eso es parte de la revolución, siempre que así lo asumamos. Somos humanos. Pero no debemos dejar de pensar y de actuar como revolucionarios y revolucionarias. Hemos hecho una opción de vida por la revolución, y como eso es cierto tenemos que ser consecuentes. Estamos comprometidos y comprometidas con la causa más noble de la humanidad, que es la liberación y la instauración de un régimen de Justicia y de Libertad, con trabajo, salud, educación vivienda y cultura. Estamos comprometidos con nuestros gloriosos mártires, que ofrendaron su sangre heroica contra el oprobio ancestral y por la libertad del pueblo.
De ahí, que no podemos tener tregua en la lucha contra los enemigos de clase, pero también contra los oportunistas dentro de la revolución. Esto implica la vigilancia de clase, la organización, la preparación política e ideológica, el enfrentamiento de las desviaciones. Y esto hay que hacerlo en términos concretos y específicos, incluso frente a compañeros desviados, bien sea por su propio pensamiento o quizás porque los han tomado como instrumentos. Pero no importa, hay que atacar también los instrumentos, porque, al fin y al cabo, en el fondo, son instrumentos que retrasan nuestro proyecto, instrumentos de la reacción. Se ha dicho que cuando «el perro ladra hay que pegarle al dueño». Eso es cierto. Pero yo digo que también hay que pegarle su garrotazo al perro.
Aprovechemos estos días en que algunos tenemos más respiro en las labores remunerativas para empujar nuestro proyecto, el proyecto revolucionario, el proyecto comunista rojinegro, el proyecto de liberación. Avancemos, avancemos, camaradas; debemos soñar, pero no dejemos que nos coja el sueño.
Aticemos siempre ese fogón. Jamás debe apagarse. Leña, leña, leña a la fogata. Recordemos, también, que es bueno teorizar y practicar, pero vale más lo que hagamos que lo que digamos. Recordemos lo que decía José Martí: «La mejor forma de decir es hacer». Midamos nuestro trabajo por sus resultados tangibles.
Con profundo sentimiento de camaradería, reciban mis fuertes abrazos fraternales y comunistas rojinegros, ahora y siempre. Cuídense mucho, porque hay que cuidarse, no para preservarse simplemente con el objetivo de ser longevos. Nosotros debemos cuidarnos, porque somos seres importantes para la humanidad. Y cuidarnos no implica jamás dejar de hacer todo lo que tengamos que hacer, no importa lo que pase. Cuando hablamos de cuidarnos lo que implica es que no podemos tener desprecio por la vida, siempre que la vayamos a entregar sin ninguna utilidad. La vida de un comunista vale mucho. Esa es la idea.
Perdonen esta larga perorata. Pero me sentí en el deber de comunicarme con todas y todos ustedes; de manifestarles mi profundo respeto, y a la vez mi agradecimiento eterno por todo el cariño, el respeto y apoyo en cualquier orden que ustedes todos y todas siempre me han profesado. Sencillamente pudiera decir que me siento demasiado orgulloso con esta familia rojinegra que tengo, con tanto valor y con tanta entereza en todos los órdenes.
Quisiera estar junto con todas y todos ustedes. Lamentablemente estoy lejos físicamente de algunas y algunos; pero en ideología, en nuestro pensamiento, en nuestro proyecto común… estamos siempre juntos. Les pido, por favor, extiendan estas palabras a todas y todos las y los camaradas que no les llegara este mensaje a través del correo electrónico”.
Su camarada de siempre,
Alfredo.
En su memoria