¡Qué es un poema sino todas las tristezas resumidas,
aun cuando de amor uno crea que se trate!
¡Qué es un poema sino el último aliento
que le queda a la desdicha que jamás
dejará de ser,
por más que uno piense que le escribe
al verde de los olivos y naranjos!
¡Qué es el poema más allá del recuerdo
de una mujer que se amó en otro tiempo
y que ahora cree que ser madre y esposa triste
es su único destino!
[Ella ignora que lo yermo florece con su beso].
¡Qué es el poema además de la oscuridad
que nos une sin que pronunciemos siquiera la palabra!
¿Te acuerdas de la última vez que nos vimos,
las obscenas palabras de la despedida?
¿Qué debía yo cuidar sin ti que no pudiste tú
cuidar para nosotros
en esa ciudad que conocí sin tus manos?
Me pregunto si recuerdas tu voz,
cuando me llamaste para que supiera
que otro había logrado en ti
ser una duda:
¿Qué sería yo en lo adelante,
acaso el único orgasmo verdadero
que esperas siempre?
O cada vez que regresaste para ser una mentira
multiplicada en una tierra en la que solo
puedes ser una sonrisa efímera
para ese alguien al que la mujer que hice en ti
no pertenece.
Neo Carmona