Lo expreso era obvio e innecesario proclamarlo: ambos escritores eran justamente reconocidos por su ejercicio al libre pensar y a la creatividad que no se subordina al poder circunstancial
José Rafael Sosa
Desde el punto de vista de su ceremonial y protocolo, la entrega del Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña 2023, a los escritores nicaragüenses Gioconda Belli y Sergio Ramírez, fue un acto impecable, encabezado por la vicepresidenta Raquel Pena y la ministra de Cultura, Milagros Germán. Pero no fue sólo la forma de consagrarles con este galardón.
El acto implicó más que la entrega de un galardón literario de prestigio: fue un ejercicio firme, sin ostentación alguna, de compromiso con la libertad de creación, un aporte a la trayectoria del escritor frente al poder que entiende inviable toda voz cuestionadora, incluso en el código extremadamente laxo de la ficción o en las figuras poéticas que arrancan de la verdad, nuevas verdades.
Esa era la perspectiva no establecida en los discursos, en las notas de introducción del acto. No era necesario decir nada.
La ceremonia que tuvo lugar en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña y que contó con la presencia de destacadas personalidades del ámbito cultural y literario del país.
“En un mundo que a veces parece oscurecido por las sombras, la literatura sigue siendo una fuente de luz y esperanza, y hoy celebramos a dos figuras que han encendido esa luz, por generaciones, a través de sus palabras”, dijo Germán.
El premio era un pronunciamiento por la vigencia del pensamiento crítico. En el acto de entrega del Premio PHU, no hubo una sola palabra para referirse a esta perspectiva de compromiso, pero tampoco era necesario. Los dos escritores han recibido la represión política del gobierno dictatorial de Daniel Ortega, (paradojas de la vida, paradojas) y por ello ambos sufren exilio y su nacionalidad les ha sido negada, (en papeles) como si fuera posible decretar la apatridia de nadie. Gioconda Belli y Sergio Ramírez, recibieron el pergamino que les
acredita la distinción y una dote material de 25 mil dólares, como establece el decreto al que se daba cumplimiento.
Las entregas anteriores
El Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, establecido por decreto, no había tenido el seguimiento a que manda el primer decreto # 93-13 que lo creó en 2013, cuando el primer decreto que crea el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, destinándole su entrega anual por el Ministerio de Cultura, lo cual no fue cumplido en su mandato:
2013: Al novelista y dramaturgo puertorriqueño Luis Rafael Sánchez.
2014: Al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal y el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano.
2015: A la periodista y escritora argentina Beatriz Sarlo.
2016: A Mario Vargas Llosa, novelista y ensayista, Premio Nobel de Literatura 2010.
Desde ese tiempo se produce una interrupción que se extiende por siete años, al cabo de cuyo tiempo, ahora bajo la gestión de una ministra que no es escritora, se restablece la entrega, cumpliendo con el mandato del nuevo decreto # 770- 22, de fecha 27 de diciembre de 2022.
Los premiados
Gioconda Belli dijo “Seguiré creyendo en las utopías, pero, por el momento, me conformo con la más real de todas: la de estar viva; la de recibir este premio”, quien terminó su intervención recitando versos del poema, “Sombras”, de Salomé Ureña.
Sergio Ramírez manifestó que “El premio que hoy me entrega con manos generosas República Dominicana, y que lleva el nombre de Pedro Henríquez Ureña, uno de los más ilustres de nuestra América, me llena de orgullo y algo de vanidad, ¿por qué negarlo?”.
El singular caso de Vargas Llosa
En torno a la entrega de este galardón a Vargas Llosa generó una reacción negativa por parte de sectores contrarios a pronunciamiento sociales del escritor peruano, opiniones personales y sin relación alguna con la calidad de su literatura.
Desde entonces, quién sabe si por el trago amargo de hacer la entrega con un ambiente extremadamente hostil, produjo un desinterés en las entregas subsiguientes y se dejó en el espacio de nadie.
Los momentos de agresividad mediática y de reacciones por diversas vías, fueron todo un espectáculo que tuvo como primer disfrutador del momento a propio Vargas Llosa, quien se gozaba todo aquello. Su risa intrínseca la recordamos como ahora, en uno de los camerinos del Teatro Nacional. Se lo gozaba todo, contrario al manojo de nervios de funcionarios de Cultura de segundo nivel, que estaban a cargo de su cuidado y manejo.
Al interior de Ministerio de Cultura, en la gestión de entonces, se vivieron momentos de angustia y mucha tensión y mucha la corredera para lograr una forma digna y elegante de la entrega, acotando los tiempos del acto, manejando la fluidez la movilidad del público asistente.
La entrega del Premio se hizo en el Teatro Nacional Eduardo Brito, en Santo Domingo, en el marco de la inauguración de la XIX Feria Internacional del Libro 2016 del, y anunciada con el veredicto del jurado, el cual consideraba en su laudo: que «Vargas Llosa (Perú, 1936) “es uno de los más grandes representantes de la creación literaria en América Latina, con una prodigiosa obra narrativa, ensayística y teatral, reconocida y traducida en el mundo entero”.
Para entonces un grupo ultraderechista, llamado Polo Soberano, vinculado a la Fuerza Nacional Progresista (FNP), había anunciado una protesta para el día en que el escritor recoja el galardón, alegando que no estaba de acuerdo con unos artículos de Vargas Llosa, publicados en el diario español El país, en torno a la sentencia 178 sobre el status de los nacionales haitianos.
El novelista peruano/español rechazada una sentencia del Tribunal Constitucional que había negado el derecho a tener papeles una mujer nacida en el país, llamada Juliana Regis Pierre.
Luego de ese momento, al Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, le rodeó un aislamiento, que ahora, con este acto de justicia por partida doble, por la calidad de la obra de los galardonados y el símbolo que representan ambos escritores frente a los bandazos de poder que se hace ciego en sí mismo y renuncia a toda racionalidad.
Asistieron a la entrega de este 2023, además de la vicepresidenta y la ministra de Cultura: Rafael Peralta Romero, director de la Biblioteca Nacional, Bruno Rosario Candelier, presidente de la Academia Dominicana de la Lengua; Ángela Hernández, directora Nacional del Libro y la Lectura y el escritor Jose Enrique García. Un numeroso público, sobre todo integrado por escritores, artistas, maestros y estudiantes, llenaron los asientos disponibles y algunos quedaron de pie. No era para menos.