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Por Miguel SOLANO
Los colonizadores y sus sacerdotes Dominicus, cazaron africanos y los esclavizaron en la tierra conocida como Haití, que en lengua nativa significa»Montañas Altas». Mujeres y niñas fueron violadas, masivamente. Si salían embarazadas, para no degradar la raza,las matarían… Para salvar a sus hijos, las madres violadas, se alzaron para las lomas.

Y así nacieron los mestizos, los hijos de las violaciones, que luego, para glorificar a los Dominicus de la Santa Inquisición, fueron bautizados como «Dominicanos». El 70% de sus sangres quedaron siendo africanas. Pero un fatal engendro llamado «El odio nazi», transmitidos en la sangre de los colonizadores vive hoy en el latir de esos negros «dominicanos», quienes exhiben su herencia, quienes muestran esa memoria genética como un don a celebrar y como pruebas, como resultado de la violencia con que fueron engendrados.
Y no importa los libros que lean: El odio está en la sangre.