
El Indec confirmó que en mayo los precios treparon 7,8%. Los alimentos y bebidas no alcohólicas tuvieron un salto de 5,8% mensual. La inflación castiga los bolsillos de las mayorías populares, aumentando el costo de vida. El Gobierno no tiene plan para domar los precios, y su política echó más nafta al fuego
La inflación no da tregua, así lo confirma el Índice de Precios al Consumidor (IPC) publicado por el Indec que midió un elevado 7,8% en mayo. En los últimos 12 meses los precios acumulan una suba de 114,2%. A pesar de la ligera desaceleración respecto al mes de abril, la inflación sigue pulverizando los salarios, las jubilaciones y los planes sociales.
La división de mayor aumento en mayo fue Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (11,9%), producto de la suba de tarifas en los servicios de electricidad y gas natural por red. Seguido por Restaurantes y hoteles (9,3%) y Salud (9,0%), ésta última por aumentos en medicamentos y en las cuotas de empresas de medicina prepaga, sostiene el informe. Se trata de medidas autorizadas por el propio Gobierno, que alimentan la dinámica inflacionaria.
Dentro de este contexto que preocupa porque sigue castigando los bolsillos populares, los Alimentos y bebidas no alcohólicas tuvieron un salto de 5,8 % mensual. Acumulan un alza de 49,4 % interanual. Dentro de esta división impactó las mayores subas se registraron en el precio del pan y cereales, productos lácteos y huevos. Su impacto golpea especialmente a los sectores de menores ingresos, quienes destinan una proporción mayor a la compra de comida.
En los primeros 5 meses del año la inflación alcanzó un 42,2 %, acercándose al total de la inflación proyectada en el Presupuesto 2023 para todo el año, que fue de 60%. Desde la izquierda se denunció que se trataba de proyecciones ficticias para licuar partidas y cumplir con las metas de ajuste acordados con el FMI. Este año el déficit fiscal primario debe reducirse a 1,9% del PBI.
Un reciente informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso señaló que los gastos se contrajeron en términos reales 7,6% en los primeros cuatro meses del año. Afectando partidas sensibles como jubilaciones, políticas alimentarias, Asignación Universal por Hijo (AUH), mientras subió lo destinado a los intereses de deuda.
Cada vez alcanza para menos, “Ya no puedo achicar más nada, a veces no como a la noche para que coman mis hijos”, decía una mujer a La Izquierda Diario y es así.
Para frenar este ataque a los salarios e ingresos populares es urgente una suba de emergencia del salario, las jubilaciones y de los programas sociales para recuperar lo perdido. Que nadie gane menos de lo que cuesta una canasta de pobreza, en la actualidad en $ 203.361 , en el camino de lograr un salario mínimo igual a la canasta familiar que los trabajadores del Indec calcularon en $ 322.290.
Fuente La Izquierda Diario