
Los bombardeos han destruido plantas nucleares clave, paralizado centrifugadoras y frenado el avance atómico de Irán, aunque su capacidad de recuperación sigue activa
El pasado 13 de junio, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzaron cinco oleadas de ataques aéreos coordinados contra infraestructuras nucleares clave de Irán. Entre los objetivos alcanzados destacan el centro de enriquecimiento de uranio de Natanz, instalaciones en Isfahán, la planta de centrifugadoras en Teherán, y los reactores en Khondab y Arak, ambos en desarrollo, según un análisis del Wall Street Journal basado en imágenes satelitales y fuentes diplomáticas.
En Natanz, los bombardeos destruyeron al menos tres estructuras asociadas a la Pilot Fuel Enrichment Plant (Central de Enriquecimiento Piloto) y provocaron fallos en la red eléctrica que interrumpieron el funcionamiento de centrifugadoras subterráneas. Según confirmó el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), se registró una “contaminación química y radiactiva interna”, aunque sin escapes al exterior. El director del organismo, Rafael Grossi, calificó el daño como “grave”, aunque subrayó que el sistema de contención funcionó correctamente.
En Isfahán, fueron destruidas cuatro instalaciones estratégicas: una planta de conversión de uranio, un centro de producción de uranio metálico, y el Centro de Tecnología Nuclear. En Teherán, los ataques alcanzaron al menos dos edificios en la zona industrial de Karaj, vinculados a la fabricación de centrifugadoras avanzadas y en Khondab (Arak), el bombardeo afectó una estructura anexa al reactor de agua pesada, aún en fase de construcción.

Por el contrario, en el complejo de Fordow, profundamente enterrado bajo roca y concreto, los daños fueron mínimos o nulos. Tanto el OIEA como fuentes iraníes confirmaron que las instalaciones subterráneas permanecen operativas e intactas.
No hay niveles anormales de radiación en el aire de Irán
Aunque no se detectaron niveles anormales de radiación fuera de los complejos, el OIEA advirtió sobre los riesgos asociados al gas UF6 (hexafluoruro de uranio), utilizado en el proceso de enriquecimiento, que podría haber quedado expuesto en algunas zonas afectadas.
En conjunto, el ataque ha logrado un impacto operativo considerable: ha dañado centrifugadoras, interrumpido el suministro eléctrico y destruido infraestructuras esenciales. No obstante, el programa no ha sido desmantelado completamente: Irán aún conserva uranio enriquecido almacenado y capacidades técnicas en sitios profundos como Fordow, lo que mantiene su potencial nuclear latente.
Fuente: Antena 3