
Candidata de la coalición gobernante, la ex ministra de Trabajo intenta tomar vuelo propio y desmarcarse del Gobierno de Boric, apoyada en su mayor triunfo político: la histórica reducción de la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales
La frase se escuchó días antes de las elecciones de este domingo en el Club de Golf Los Leones, refugio de varias de las familias más poderosas de Chile: «Jara está en el partido equivocado». Es decir, Jeannette Jara, candidata a la Presidencia por la coalición gobernante de izquierdas y miembro del Partido Comunista, no es en realidad comunista, sino «una socialista democrática». Toda una coincidencia con la propia candidata, que durante la campaña electoral se empeñó en diluir su pertenencia al PC, a cuyas juventudes ingresó a los 14 años y al que se afilió 10 años después.
«Tengo 51 años y la misma porfía de siempre: cuando la realidad no nos hace bien hay que trabajar duro para cambiarla», afirmó Jara durante el cierre de campaña en Valparaíso. Ex ministra de Trabajo de Gabriel Boric, Jara lucha por la Presidencia cargando «dos mochilas muy grandes: su partido y el Gobierno», destacó la señal de noticias Mega.
Es la primera vez desde el regreso en 1990 de la democracia a Chile que la coalición predominante de izquierdas tiene como candidato presidencial a alguien del PC, todo un éxito para un partido con 113 años de historia. Jara cuenta con el apoyo de la Democracia Cristiana, que históricamente fue parte de los gobiernos de la ya disuelta Concertación, la centroizquierda moderada, que encumbró a presidentes como Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.
Todos reconocen los buenos modos y capacidad de trabajo de Jara, que buscó insistentemente despegarse del Gobierno de Boric, que llega de capa caída al final de su mandato. Si a eso se le suma el temor, en amplias franjas de la sociedad, a que una integrante del PC llegue al Palacio de La Moneda, se entiende que su desafío es mayúsculo.
Nacida en Santiago, es la mayor de cinco hermanos, hija de un mecánico y de un ama de casa. «Vengo de una familia de esfuerzo y sé lo que es levantarse temprano para ir a trabajar y volver tarde a casa esperando que el sacrificio valga la pena», declaró la candidata, que se casó a los 19 años, enviudó a los 21 y fue madre a los 33.
Cuando le hablan de las dificultades de la política, Jara dice que nada la asusta: enviudó a los 21 años porque su marido se suicidó. Si fuera elegida presidenta, asumirá el 11 de marzo de 2026, exactamente 30 años después del día en que Gonzalo, su primer esposo, se quitó la vida. «Yo me culpaba. Obvio, me culpaba de no haber estado alerta», confesó alguna vez Jara, que finalmente entendió que su esposo padecía una enfermedad mental y que no estaba en sus manos solucionarlo. «Un fallecimiento por suicidio genera un duelo casi eterno. Después tuve un maravilloso matrimonio de 15 años con mi segundo marido y tuve un hijo. Pero esto no se olvida nunca, nunca».
Abogada, trabajó en el servicio de impuestos, y su gran éxito político como ministra de Trabajo fue reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales, producto de una negociación con los sindicatos y las cámaras empresariales.
Jara forma parte del ala moderada del PC chileno, pero así y todo tuvo dificultades cuando se le planteó el tema de Cuba, Venezuela y Nicaragua, tres regímenes a los que Boric definió a lo largo de su mandato como «dictaduras», ganándose la enemistad de sectores importantes de su coalición. «Creo que Cuba tiene un sistema democrático distinto del nuestro. Hay un partido único, no es el único sistema así, cada pueblo tiene que definir su Gobierno», señaló este año a CNN Chile. ¿Y Venezuela? «Es un régimen autoritario», zanjó.
Esa postura, que le granjeó fuertes críticas, se suma a otro asunto que complica especialmente a la izquierda: el de la seguridad ciudadana. Chile vive una crisis en ese sentido, con las encuestas marcando reiteradamente que se trata de la mayor preocupación popular. Jara debió subirse a esa ola, aunque lejos de la mano dura que proponen los tres candidatos de la derecha.
Fuente EL MUNDO





