
Una historia que debe ser contada…
Por Félix Jacinto Bretón
La década de los años 60 estaba en sus postrimerías. En 1966 el “dictador ilustrado”, Joaquín Balaguer, gracia de seguro a los “yanquis” que todavía se encontraban en el país tras el final de la guerra patria de 1965, se había alzado con el poder en las primeras elecciones que hubo en RD luego del ajusticiamiento “del sátrapa de sátrapas”, Rafael Leónidas Trujillo Molina, del que Balaguer fue un cercano colaborador. Dicen hasta que les escribía algunos de sus discursos, no sé hasta qué punto esto es cierto, pero en mi caso, no lo dudo.
LOS DERECHOS HUMANOS
Con Balaguer gobernando, el país sufrió un rápido deterioro de los derechos humanos y violaciones constantes de la Constitución que, el propio mandatario tiempo después, llegó a definir como “un pedazo de papel”. Ni la Iglesia se salvaba de los desmanes del régimen que se instalaba. Contra el actual estado de cosas al que se encaminaba la nación, comenzaron a surgir los grupos contestatarios.
HASTA LA IGLESIA FUE PERSEGUIDA
Así dos sacerdotes, entre otros, fueron perseguidos y apresados. Esto ocurría en 1969. No recuerdo sus nombres pero uno era apellido Cabeza(Omar, sería su nombre?). Su delito?: ponerse al lado de los sectores más vulnerables de la población. Estaban en lista para ser deportados, tampoco recuerdo a que país. ¿Sería España? Probablemente.
OCUPACION IGLESIA
El asunto fue que un grupo de 22 jóvenes (pertenecientes al desaparecido Club de la Alegría) de la zona de San José, La Reina, Borojoi, El Pico y Licey Abajo, por instancia de Regino Martínez (que todavía no era cura aunque si aspirante) en rechazo a esa medida que se quería tomar contra los dos padres católicos, ocupamos la vieja iglesia del Corazón de Jesús (cuando esta se encontraba donde más luego funcionó el comercio de Bienvenido Bolón, por el viejo Samán de la calle Hermanas Mirabal, en los alrededores de la estación Texaco y frente al conocido Tronco.
Como era de esperarse, la Policía Nacional rodeó en horas la iglesia para desalojarnos. Pero alguien de los que estába dentro me dijo, no sé porque…. (en ese entonces no tenía ni siquiera indicios de que me encaminara hacia la comunicación): Bretón, sal de la iglesia y vete a Santiago, a la Situación Mundial de Ramón de Luna, para que haga la denuncia de esta situación.
NI CORTO NI PERESOZO
¡Dicho y hecho! No recuerdo ni como llegué a Santiago, un campesinito de 16 años en ese entonces que tenía. Pero llegué como pude a Ondas del Yaque, que estaba frente al Parque Duarte, cerca de donde estaba la principal dotación policial en ese entonces, y allá en la emisora me recibió JOSE QUILLERMO QUINONES, que era Jefe de Redacción de ese muy escuchado informativo radial (un verdadero toque de queda al mediodía en el Cibao).
Llegué, me identifiqué con mi nombre, Quiñones tomó los datos que les di sobre la ocupación de la iglesia y porque lo hacíamos, y la noticia fue difundida en la emisión del mediodía, provocando gran impacto.
Los que quedaron en la iglesia fueron apresados aunque, posteriormente, puestos en libertad (¿influiría en algo la denuncia en la Situación Mundial?).
EL OLFATO DE QUINONES
Pero ¿qué sucedió luego de esta visita que hice a Ondas del Yaque, en aquella fecha? Que el Jefe de Redacción, con su intuición periodística olfateó mis condiciones para incorporarme a la comunicación, pidiéndome que me quedara COMO CORRESPONSAL EN LICEY AL MEDIO, y demás zonas cercanas, del informativo.
Imagínense, un campesinito como yo, creo que todavía en los cursos de primaria para la época, un ofrecimiento a este nivel fue una oportunidad que bajó del cielo, y como “el que nace pa’martillo del cielo le caen los clavos”, ahí mismo comenzó mi trajinar por los medios de comunicación y en poco tiempo, hasta ya estaba haciendo reportajes “directo y en vivo” por teléfono en el popular programa.
Eso si, para hacer una llamada a veces tuve que ir desde la zona de mi casa hasta el Seminario Menor San Pio X, pues los teléfonos fijos eran escasos en esos tiempos, y yo no tenía muchas relaciones en Licey, entonces como provengo de una familia enteramente católica, decidí acudir al Seminario, que pensaba que era difícil que me dijeran que no. Varias veces llegué a utilizar ese método.
QUINONES: MI PAPA EN EL PERIODISMO
Pero bien, para ir concluyendo esta historia, a partir del momento en que Quiñones me propuso quedarme como corresponsal de la Situación Mundial en Licey, no había hecho que se registrara en esa demarcación, que no se diera a conocer a través de este informativo, claro por mi conducto.
Denuncias sobre problemas colectivos eran frecuentes. Las movilizaciones, las protestas e inquietudes tenían cabida desde que comencé mi labor como corresponsal.
UNA LABOR SIN REMUNERACION NINGUNA
No recuerdo que algún día me pagaran por mis largos años de servicios. Yo tenía que viajar de mi comunidad a Santiago, pidiendo “bolas” y de allá para acá, cuando salía de la emisora Ondas del Yaque, tenía que subir a pie hasta donde quedaba la famosa Rotonda de la Duarte con Estrella Sadhala (donde antes estaba CODETEL Y AHORA CLARO), para esperar otra bola para llegar a casa, porque ni siquiera 50 pesos para el pasaje me daban.
Pese a todo, agradeceré siempre a mi amigo y hermano JOSE GUILLERMO QUINONES por la oportunidad que me ofreció cuando yo ni siquiera estaba pensando en eso (porque ese día fui a la emisora a hacer la denuncia y pensé que todo concluiría ahí). Pero ahí fue que comenzó todo en mi vida periodística.
LARGA VIDA PARA QUINONES
En esta fecha QUINONES, de quien reitero es “MI PADRE” en el periodismo, cumple años. Deben ser “unos cuantos” (ni idea tengo) pero no importa cuántos sean, lo que si que en estas líneas, vuelvo y reitero, que estoy y estaré agradecido siempre por su apoyo que me brindó para que me convirtiera en un comunicador que ama a esta profesión y que no la ha utilizado, ni la utilizará nunca, como medio para enriquecerse sino para servir a los sectores desprotegidos y ser voz de los que no tienen voz en esta sociedad, cada vez más exclusiva y desigual. Dios conceda muchos años de vida a JOSE GUILLERMO QUINONES.