La economía dominicana ha sido ejemplo de expansión en los últimos 20 años. El crecimiento promedio ha sido de un 5%. Para este año se estima un producto interno bruto (PIB) superior a US$113,000 millones, lo que significa que desde la pandemia, cuando hubo una contracción de -6.7%, es decir, US$10,0000 millones, porque cerró en US$79,000 millones en 2020, ha habido una recuperación absoluta que supera los US$30,000 millones.
Sin embargo, los números relacionados con la distribución equitativa de ese crecimiento establecen que falta mucho camino por recorrer para conseguir el bienestar que se esperaría de un comportamiento como el experimentado por la economía. ¿En qué ha fallado el modelo económico dominicano que no ha logrado ser más distributivo? La calidad de empleo, por supuesto, aparece siempre entre los primeros lugares en la lista de razones. ¿Y la educación? Pues quizá tendríamos que ponerla en primer lugar. Esta variable es fundamental para saber cuál es el futuro de un pueblo.
Hay otra variable que debería ser tomada en consideración. La planificación del Estado. Cuando un país no logra planificar su futuro, ya sea porque sus autoridades son cortoplacistas o simplemente no tienen una visión de desarrollo sostenible, también se cae en el abismo del atraso. En lo que compete a República Dominicana podría haber una combinación de todas, a pesar de que ha habido avances por lo menos en lo que a planificación de refiere. La Estrategia Nacional de Desarrollo al 2023 es un ejemplo teórico, quizá no tan práctico.
Históricamente hemos sido testigos de ver cómo gobiernos “saltan con programas y proyectos” que ni siquiera fueron incluidos en programas o presupuestos, pero que al ser propuestos por el Presidente de la República cuentan con el respaldo de quienes deben erogar los fondos. Es como si no quisiéramos enseñar a las personas pescar para que desarrollen su capacidad de tomar decisiones.
Según el Estudio Multidimensional de República Dominicana, presentado por Sebastián Nieto, el jefe para América Latina de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el 45% de los hogares en nuestro país obtienen sus ingresos a partir de un oficio informal. Estos números, al compararlos con los que maneja el Banco Central, retratan una realidad que merece la atención de quienes gestionan el Estado. Debió ser hace mucho tiempo, pero ahora también es el momento.
De acuerdo con las estadísticas oficiales, manejadas por el Banco Central, alrededor del 56% de la economía dominica es informal. Aquí está el empleo, por supuesto. El estudio presentado por la OCDE estima que un 80% de los trabajadores informales lo seguirán siendo durante mucho tiempo o quizá siempre. ¿Qué retos nos plantea esta información? Podría decir que el principal reto será deponer nuestros intereses particulares y enfocarnos en lo que verdaderamente traerá bienestar, que sí es lo que se refleja en la gente. Si al país le va bien, a todos nos irá bien.
Fuente: El Dinero