La Vuelta a España 2024 arrancó sin ninguno de los tres corredores que habían copado el podio del Tour de Francia, los tres grandes en las grandes, Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard y Remco Evenepoel. Lo más parecido en la salida era Primoz Roglic, que tampoco es mal galgo, aunque llegaba con la incógnita de su estado físico tras su caída en la Grande Boucle. Si Roglic carburaba, sin duda iba a ser el gran favorito. Las ausencias rebajaron el cartel, pero no la competitividad, que la mayoría de veces es el requisito imprescindible para presenciar una gran carrera. Sin el tridente en el pelotón, y con Roglic menos fuerte, La Vuelta ha deparado jornadas de gran espectáculo, si eliminamos de esta afirmación las etapas llanas y su soporífero trote, un mal que se ha viralizado últimamente en todas las grandes. La exhibición de Ben O’Connor en Yunquera, unida a las gestas de Adam Yates y Richard Carapaz en Granada, son capítulos de alto nivel ciclista, que han compensado con creces los bostezos de otros días.
El acceso de O’Connor al maillot rojo, con una ventaja considerable, ha generado también una incertidumbre que, en principio, es buena para el desarrollo de la competición. ¿Será capaz de mantenerse líder hasta Madrid? Por lo visto hasta la fecha, la respuesta no está clara. Roglic le pegó un mordisco de un minuto en la explosiva ascensión a Cazorla, pero falló el día después en el exigente encadenado granadino. Paralelamente, se han ido sumando otros candidatos. Enric Mas muestra una fortaleza sin precedentes, en una carrera que se le da especialmente bien, con tres podios en su haber. Carapaz, siempre combativo, ha neutralizado pérdidas y promete más batalla. Mikel Landa sigue por ahí, con sus fieles a la espera de su día estelar. Y el UAE, pese a la retirada de João Almeida, ha reincorporado a Yates a la pelea. Sólo falta Sepp Kuss. Pero hay Vuelta.
Fuente AS