
Por LUIS COLUMNA SOLANO , EL AUTOR es politólogo. Reside en Estados Unidos.
La trágica muerte del doctor Orlando Jorge Mera en su despecho oficial del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno dominicano, fue en nuestra opinión un hecho único en nuestra historia democrática y política desde la vuelta a la democracia en 1961.
Algún lector diría ¿y que pasó con el caso de Juan De los Santos «Juancito Sport en el 2015»? . Aquel asesinato en circunstancias casi exactas fue un accidente, pues el asesino no conocía su víctima, lo sorprendió a tiros a él y su guardaespaldas en su despacho y luego se suicidó. Con Orlando fue diferente.
El gobierno nacional con su batería de medios de comunicación y redes sociales han hecho un extraordinario trabajo para minimizar, ante la opinión pública, aquel abominable crimen cometido por un dirigente del partido oficial, » Miguel Cruz», quien presuntamente reclamaba el pago de favores institucionales por servicios económicos prestados durante la campaña electoral presidencial 2020.
Personalmente soy de la opinión que las autoridades de su partido Revolucionario Moderno (PRM) no estuvieron a la altura de las circunstancias respecto al hecho, como tampoco ahora con el linchamiento al sustituto de este al frente de Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales por denunciar corrupción en la nómina de ese Ministerio.
Quien mató a ese noble caballero, miembro distinguido de la sociedad dominicana por su afable comportamiento social y sencillez, no solo era dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM), sino también, un miembro del presente gobierno porque era parte del cuerpo de asesores del malogrado ministro, condición de la que se valió para subir directamente hasta su despacho y asesinarlo.
Como observador del comportamiento social y político de nuestro país, hemos notado con mucha extrañeza el tibio papel que, en ese emblemático caso, han desempeñado algunos comentaristas en importantes medios de comunicación, pero también las autoridades del Ministerio Público y del mismo PRM.
Aquel fatídico día se presentaron en la escena del crimen altos magistrados de la Procuraduría General de la República, entiendo que por la magnitud del hecho y por tratarse de un ministro, pero al parecer, se bajó línea desde la cumbre del poder para que este asunto sea visto y ventilado, ante la opinión pública, como un caso ordinario sucedido entre dos entrañables amigos.
No señor; eso no fue lo que pasó. Nadie pone en duda la sólida amistad que entre ambos existía, sin embargo, el móvil o motivo iba más allá. Orlando fue muerto por un amigo, compañero del partido y de gobierno que por cuestiones de clientelismo político y ante la inquebrantable posición del ministro de no caer de rodillas ante ciertos reclamos.







