
“La inacción es irresponsable”
Christine Lagarde parece cansada de repetir lo mismo, pero no ceja en su empeño. La presidenta del Banco Central Europeo trasladó este viernes a los líderes europeos un mensaje de hartazgo por la falta de avances en la profundización del mercado único europeo, estancado desde hace años en asuntos como la unión bancaria, los servicios digitales, los mercados de capitales o la fiscalidad.
“Si logramos que nuestro Mercado Único sea verdaderamente único, el crecimiento de Europa ya no dependerá de las decisiones de otros, sino de las nuestras. Este fue mi mensaje hace seis años. Hoy, ese mensaje es aún más urgente. Otros seis años de inacción —y de crecimiento perdido— no solo serían decepcionantes, sino irresponsables”, ha reprochado durante su intervención en un congreso bancario en Fráncfort.
La francesa ha puesto como ejemplo el laberinto impositivo con el que deben lidiar las empresas, en el que se atascan muchas tecnológicas europeas, penalizando la innovación. “Una plataforma digital que presta servicios de software o en la nube en toda Europa debe cumplir actualmente con 27 sistemas de IVA diferentes, cada uno con su propia definición de dónde se crea valor a efectos fiscales. Esta complejidad inclina la balanza a favor de las grandes empresas estadounidenses que pueden absorber los costes asociados, justo lo contrario de lo que necesita Europa si quiere impulsar a sus propios líderes digitales”, ha ejemplificado.
Tras unos años en los que Europa ha querido proyectarse como la antítesis de Donald Trump en materia comercial, erigiéndose en adalid del libre cambio, e impulsando acuerdos bilaterales con Canadá, Mercosur o Japón, entre otros, como alternativas al repliegue estadounidense, Lagarde cree llegado el momento de dejar de buscar fuera lo que el continente puede encontrar dentro de sus propias fronteras.
Y reconoce que el sector exterior no ha dado los réditos esperados, dañando a economías muy dependientes de esos ingresos, como la alemana. “A mediados de 2023, el personal del BCE preveía que las exportaciones crecerían alrededor de un 8% para mediados de 2025. En realidad, no han crecido en absoluto. De cara al futuro, se prevé que las exportaciones resten crecimiento durante los próximos dos años. Esto se ha notado con mayor intensidad en los países con grandes sectores manufactureros, que han sufrido una prolongada recesión en la producción industrial”, relata la exministra francesa.
No se trata solo de que los productos y servicios europeos estén perdiendo competitividad en el exterior. Sino de la vulnerabilidad que representa la extrema dependencia de la industria europea de ciertos productos. “Un análisis del BCE muestra que más del 80% de las grandes empresas de la zona euro dependen de un proveedor chino de tierras raras a tan solo tres intermediarios. Las recientes perturbaciones en el suministro —por ejemplo, la escasez de chips para la industria automotriz— han demostrado cómo un único punto crítico puede paralizar sectores enteros», ha advertido Lagarde.
Mientras tanto, los ciudadanos europeos miran a Estados Unidos para canalizar su ahorro, beneficiando así el crecimiento de las compañías norteamericanas en detrimento de las comunitarias. La presidenta del BCE explicó que los residentes en la zona euro tienen casi el 10% de sus inversiones totales en acciones estadounidenses, lo que asciende a 6,5 billones de euros, aproximadamente el doble de la cantidad que tenían a finales de 2015.
Y no les culpa por ello. “Ha sido una respuesta racional: los mercados estadounidenses han ofrecido rentabilidades aproximadamente cinco veces superiores a las europeas desde el año 2000“, ha justificado. Pero ese proceso “ha creado un círculo vicioso”. “A medida que los mercados estadounidenses canalizan el ahorro europeo hacia sectores de alta productividad, la brecha de rendimiento entre nuestras economías se amplía, lo que provoca que aún más ahorro europeo fluya a través del Atlántico”.
El escenario, sin embargo, también tiene sus claros. Y Lagarde no quiso pecar de agorera. Ha recordado que el mercado laboral europeo está teniendo un comportamiento “excepcionalmente sólido”, rompiendo, a partir de la pandemia, con la dinámica tradicional que decía que su ritmo de crecimiento era de en torno a la mitad del PIB. “Esta fortaleza ha creado un círculo virtuoso: el aumento del empleo ha impulsado el consumo, que a su vez ha sostenido la producción de servicios y ha creado aún más empleos, particularmente en sectores con alta intensidad de mano de obra”, ha celebrado.
Además, aunque sin el tamaño de las estadounidenses, detecta que la inversión de las firmas europeas en inteligencia artificial e infraestructura digital está aumentando con fuerza. La inversión pública compensará alrededor de un tercio del impacto comercial hasta 2027. Y paquetes fiscales en defensa e infraestructura como el que está implementando Alemania llegan, a juicio de la presidenta del BCE, “en el momento oportuno para Europa”, por lo que “tendrán un efecto significativo en el crecimiento”.
Fin de las buenas noticias. Lagarde se refirió por enésima vez a la parálisis que provoca la obligación de que muchas decisiones europeas tengan que tomarse por unanimidad, y abogó por un mayor uso de la mayoría cualificada para desbloquear la situación. En paralelo, cree que se deben simplificar procesos para permitir a las empresas optar por un reglamento europeo único en áreas específicas, sin necesidad de una armonización total entre todos los Estados miembros. “El primer paso podría ser modesto —como la creación de una identidad empresarial digital, que otorgue a las empresas un perfil único y fiable para registrarse y operar en línea en toda la UE—, pero podría sentar un precedente importante para futuras reformas más amplias», ha propuesto.
Pese a excepciones como España, que lleva dos años siendo la economía avanzada de más rápido crecimiento, la actividad no está tirando como Fráncfort vaticinó. “A mediados de 2023, el personal del BCE proyectó que la economía crecería un 3,6% acumulado hasta mediados de 2025. En realidad, solo ha crecido un 2,3%, un déficit equivalente a un año entero de crecimiento en tiempos normales, y la productividad ha resultado ser peor”, ha avisado la dirigente del BCE.
Por eso, la cuestión que sobrevuela una y otra vez los discursos más partidarios de profundizar en la unidad de Europa es, en definitiva, cómo acabar con las barreras internas que todavía persisten. Un análisis del banco central revela que las barreras internas en los mercados de servicios y bienes equivalen a aranceles de alrededor del 100% y el 65%, respectivamente, por lo que el margen de mejora parece amplio.
Fuente EL PAÍS






