
Esta industria ha creado más 5,000 empleos directos y alrededor de 10,000 indirectos y consolidado la imagen de marca-país
El pasado 20 de abril, se publicó un artículo sobre el cine dominicano, bajo la firma de la brillante periodista Karla Alcántara, donde se hacen una serie planteamientos sobre el cine dominicano que, desde mi humilde vista y de las cifras que manejo, no son ciertas. Lo primero es que el titular no se corresponde con los datos globales de los beneficios de la Ley de Cine. Afirmar que la “sostenibilidad” del cine dominicano choca con la tasa de recuperación” es no entender la real dimensión de lo que significa la industria del cine, lo que implican los artículos 34 y 39 de la Ley y cómo debe analizarse el aporte del cine dominicano con una visión amplia y sin prejuicios.
La ley de Cine, es decir, el cine dominicano y sus implicaciones, ha sido más que beneficiosa para el Estado y la nación, tanto en términos de monto de dinero como en beneficios que no se computan. De acuerdo a cifras proporcionadas por la DGCine, hasta finales del año 2021 los ingresos aportados por el cine a la economía dominicana en general han sido de alrededor de RD$9,000 millones . Si a eso le restamos el monto dado como exenciones y créditos fiscales, que es de aproximadamente unos RD$6,200 millones, queda un saldo positivo para la economía dominicana de RD$2,800 millones.
Es decir, que la Ley de Cine en sus doce años de existencia le ha dado un beneficio económico al país de alrededor de RD$3,000 millones. Y si a eso le agregamos que que ha generado más 5,000 empleos directos y alrededor de 10,000 indirectos, que ha traído más US$10,000 millones en inversión extranjera y que ha consolidado la imagen de marca-país, podemos concluir que la Ley de Cine ha sido de gran beneficio para el gobierno, para el país y para toda la población.
Es un error analizar el cine dominicano de forma parcial
Entiendo que es un error analizar el aporte del cine dominicano viendo sólo los subsidios del Estado a través del artículo 34 de la Ley, sin incuir los aportes que trae a la nación el artículo 39, que computa todos los beneficios que dejan las producciones internacionales que se realizan en el país.
Para constatar el monto real de los beneficios del cine dominicano, no sólo se puede hablar de las películas domininicanas. Debe hablarse también, en el mismo nivel de importancia, de los ingresos que dejan al país las producciones de películas y series internacionales que se filman en el territorio dominicano en base al artículo 39 de la Ley de Cine. De acuerdo a cifras oficiales de la DGCine, en 2022, el preupuesto ejecutado en proyectos internacionales de cine realizado en el país fue de RD$9,755 millones, de los cuales sólo se exoneró el 25%, por lo que más de RD$7,000 millones se invirtieron, pagaron y gastaron en la economía dominicana.
Por todo eso no se puede afirmar que el cine dominicano no tiene tasa de recuperación. Eso es ver la fiebre en la sábana. El cine dominicano tiene una gran tasa de recuperación si lo vemos en su amplitud. No es sólo ver el resultado de la inversión en la cantidad de gente que va al cine, sino en todo lo que produce la industria del cine en el país, los empleos que genera, los impuestos que paga, los servicios que consume y la fuerza que le da a la marca país.
El cine camina la ruta del turismo
En varias oportunidades he afirmado que resulta necesario entender que el cine camina la ruta del turismo. Es una industria donde el gobierno está invirtiendo, no gastando. Es una industria donde los beneficios colaterales son tan o más importantes que lo que se ve de ingreso inmediato.
A propósito de eso, le diría a la excelente colega Karla Alcántara o a mis dilectos amigos que dirigen este semanario, que reflexionen lo que hubiera pasado con la industria turística o con el sector de zonas francas si en los inicios de esas áreas el gobierno no hubiese creado leyes de incentivo para su desarrollo. Imagínense si el turismo pudiera ser hoy lo que es, uno de los principales de la economía dominicana, si el gobierno hubiera eliminado los incentivos otorgados a ese sector en sus inicios alegando que los hoteles no cubrían sus costos operativos. Imagínense al gobierno cerrando hoteles de Punta Cana y Bávaro, en los inicios de la industria turística de esa zona, con el argumento de que los hoteles no cubrían sus costos de operaciones o que no llegaban los turistas suficientes.
El cine dominicano camina la misma ruta del turismo y, por eso, es necesario entender que el gobierno está ahora invirtiendo sabiamente en una industria que genera empleos, que mueve los servicios, que paga ITBIS, que preparara técnicos y que fortalece la imagen del país como destino turístico en el mundo. Y eso no tiene precio.
Otro error: ver solo número de taquillas y no la dimensión de la industria
Partiendo del criterio de que el cine es un industria en desarrollo y que camina una ruta parecida a la del turismo, es un error querer medir el éxito por las cantidad de personas que van al cine a ver las películas dominicanas. La dimensión y el éxito del cine dominicano y las películas que se producen deben verse acorde a la magnitud de la industria que representan y la fortaleza que le dan a la marca país.
Y más aún cuando la Ley de Cine sólo permite inversión en cuanto a la producción de las películas, pero no permite ni un centavo en inversión para la promoción y publicidad de las películas dominicanas. Esa es un gran limitante y es, tal vez, uno de los principales obstáculos para que una mayor cantidad de personas vayan a las salas de cine a ver las producciones dominicanas. Ojalá que muy pronto ese aspecto de la ley sea modificiado para permitir inversión en los planes de mercadeos y publicidad, tal y como acontece en Hollywood, donde una película tiene un 40% de su presupuesto para la promoción.
Si nos quitamos los prejuicios y vemos el cine dominicano en una dimensión ampia, lo cierto es que la Ley de Cine 108-10 ha sido ampliamente beneficiosa para el país, para el gobierno y para la población en sentido general. Y los datos hablan por si solos: En 2022 el país recibió 125 proyectos que movieron en la economía más de RD$15,000 millones, con lo cual brindaron oportunidades de desarrollo a micro y pequeñas empresas al propiciar una mayor cantidad de empleos en las localidades de filmación.
La campaña contra la Ley de Cine 108-10 ha sido permanente y sistemática. En un primer momento vino de los funcionarios de las áreas fiscales de los gobiernos del PLD, quienes decían que no debía dársele facilidades de exoneración a una industria que apunta a ser un soporte de la marca país. Varios directores de la DGII de los gobiernos pasados quisieron suprimir la Ley de Cine, pero el sector se unificó y logró derrotar esas pretensiones. Ahora se inicia una nueva campaña en contra de la Ley de Cine, la cual tendrá los mismo resutados del fracaso anterior.
Es necesario que defendamos la Ley de Cine, que no permitamos que sea afectada y, si llegara a modificarse, que sea para ampliar sus beneficios a quienes están inmersos en esta industria que tanto favorece al país, al Estado y a la población dominicana.
Euri Cabral
Economista, comunicador y productor de Cine y TV. Es comentarista del programa “El Sol de la Mañana”. Junto a su esposa Zinayda Rodríguez ha producido los documentales “Gilbert, héroe de dos pueblos”, “Presidentes dominicanos en la historia”, “La industria en RD” y la película “El hombre transformado”, con el apoyo de la Ley de Cine. Ha publicado 12 libros.
Por Euri Cabral