Según la israelí, que en algunas entrevistas ha confesado que hoy vive de la caridad, el diestro le pidió en 2020 que se casara con él
El cruce de acusaciones entre los hijos de Jaime Ostos ha conseguido que, dos años después de la muerte del torero, el susodicho siga estando aún en el candelero. Hasta su viuda, Maria Ángeles Grajal, acudió a un plató de televisión para defenderse de los reproches de los dos hijos mayores de Ostos, quienes la acusan de haber actuado con mala fe durante el reparto de su herencia. Cabe recordar que, antes de casarse con la doctora en 1987, el de Écija contrajo matrimonio con Consuelo Alcalá —madre de sus retoños Jaime y Gabriela—, quien se divorció de él nueve años después de la boda y en 2005 publicó un libro —’La mujer del héroe’— donde aseguraba que en su momento fue víctima de malos tratos por parte del que entonces era considerado por el público un héroe nacional—.
Tras su divorcio de Consuelo, el diestro pasó unos años saliendo con Lita Trujillo, una ex actriz de edad indeterminada que había enviudado de Ramfis Trujillo, el hijo del dictador que entre 1930 y 1961 impuso el terror como método de control en República Dominicana. «Jaime no era mi pareja ni mi marido. Era un amante, como muchos otros. Uno que duró más que otros… Una relación muy fija, a veces esporádica, a veces muy distante, a veces cercana… Siempre cuando se podía escapar al teléfono, me llamaba para decirme que yo era la única mujer que amaba en su vida», apuntó ella una vez.
Lita es hija de padres judíos refugiados del Holocausto y creció en un barrio de Nueva York. O al menos eso ha contado ella. «Un día, harta ya de que mis padres coartaran mi libertad, me fui de casa con cien dólares en el bolsillo y la excusa de ir a visitar a mi tía, que vivía en Los Ángeles», ha contado. «Mi idea no era quedarme a vivir con ella, sino que era un pretexto para la escapatoria. Así que ingresé en una residencia de la Asociación Cristiana de Jóvenes Mujeres, en la que, pese al nombre, residían chicas musulmanas, judías, protestantes o budistas, todas las cuales teníamos el mismo pensamiento: triunfar en el mundo del espectáculo».
Renunció al cine por amor
Se dice que siendo una adolescente la contrataron como corista en Las Vegas, donde se encargaba de presentar a Nat King Cole. Estando allí coincidió al parecer con Paul Kohner, su representante, que le consiguió su primer papel cinematográfico en la película ‘Hombres violentos’ (1955), donde en una escena tenía que matar a Barbara Stanwyck. Al llegar a Hollywood adoptó el nombre artístico de Lita Milán y, durante alrededor de un lustro, apareció en cerca de 40 películas y series como ‘El zurdo’ (1958) —un western donde compartió créditos, y por lo visto algo más que eso, con el guaperas Paul Newman—. Pero su vida cambió radicalmente el día en que coincidió en una discoteca de Los Ángeles con Ramfis Trujillo, que entonces era jefe de la Aviación de la República Dominicana y tenía seis hijos.
El dominicano la llamó luego por teléfono y, tras mantener varias conversaciones con ella, la invitó a una fiesta que pensaba dar en su yate. «Yo pensé que se trataba de una reunión informal en algún barquito de recreo, así que acudí en vaqueros. De pronto me encuentro con el yate más lujoso de aquellos tiempos, con gente emperifollada y con una orquesta de veinte músicos tocando merengues. Fue fascinante. Nos casamos meses después en el mismo yate, solamente por lo civil, porque Ramfis estaba divorciado. En el barco vivimos durante algún tiempo», narraría luego Lita, que abandonó el cine por amor.
En mayo de 1961, el dictador Trujillo fue asesinado por un grupo de sus propios colaboradores, y su clan tuvo que abandonar el país. Tras un largo exilio en Francia y Portugal, Ramfis y Lita se instalaron en España, un lugar ya conocían porque habían pasado un verano en la casa de Cristóbal Martínez-Bordiú en Marbella. Ramfis acabó comprando en la urbanización madrileña de La Moraleja una gran mansión que había sido propiedad del banquero mallorquín Juan March, y allí vivieron felices los tortolitos, junto a los dos hijos que tuvieron juntos —Ramsés y Ricky— hasta que, en diciembre de 1969, el dominicano perdió la vida después de que su Ferrari 365 California se estrellara contra el vehículo que conducía Teresa Bertrán de Lis y Pidal, duquesa de Alburquerque —ella murió en el acto, mientras que él lo hizo unos días más tarde—.
Viviendo de la caridad
Fue precisamente durante el funeral de Ramfis, al que Lita acudió acompañada por Juan Domingo Perón y ataviada con un llamativo abrigo de pantera, cuando la prensa del colorín se empezó a fijar en la israelí. Algunos medios dominicanos apuntaron que llegó a heredar de su marido alrededor de 600 millones de dólares, algo que ella negaría. “Eso era lo que le calculaban al dictador, pero no es verdad», aclaró ella. «Nunca figuré en el testamento de mi marido ni heredé nada. Ramfis estaba en el exilio y perdió todo el dinero. Yo no he tenido nada en propiedad. Los que heredaron fueron mis hijos y obtuvieron lo que se llama la mínima expresión. Ellos me daban una aportación dos veces al año en resultado de un arreglo familiar”.
Tras quedar viuda, Lita permaneció unos meses ingresada en la clínica López Ibor. Luego se integró en la llamada jet set marbellí y empezó a rodearse de intelectuales. Pero lo cierto es que, desde hace unas décadas, su situación económica ha ido cada vez de mal en peor. En algunas entrevistas ha explicado que, entre otras cosas, fue víctima de varias estafas. Una de ellas a manos de Antonio García-Trevijano, a quien por lo visto prestó en su momento 350 000 dólares, para hacer una inversión inmobiliaria en Brasil, que el ya fallecido abogado e intelectual nunca llegaría a devolverle.
«Mis hijos me dijeron que no querían ocuparse de mí porque no tenían los medios suficientes», contó a un periodista. «Ramfis dejó en herencia a nuestros hijos la casa de La Moraleja, pero yo tenía el usufructo vitalicio. Sin embargo, en el 2013 tuve que abandonar mi hogar porque me quedé económicamente arruinada y no lo podía mantener. Así que mis hijos decidieron venderla», explicó al respecto Lita, que también aseguraba estar viviendo «de la caridad» de algunos amigos, en un piso cercano al estadio Santiago Bernabéu.
Alejada del foco
En 2022 apareció por última vez en los medios, donde confesó que, antes del inicio de la pandemia, Jaime Ostos le pidió que se casara con él en Israel. Varios meses después de hacer esas declaraciones, Lita se dejó ver, hundida y con el rostro demacrado, en el funeral de su hijo Ramsés, fallecido a los 61 años debido a una larga enfermedad. Su amiga Carmen Rigalt comentó recientemente que la ex actriz «se levanta a las siete de la tarde, momento en el que empieza a ver telediarios y películas», y que en Madrid nadie la ha visto en la calle en estos últimos años, pues «durante el día se esconde como los topos y por la noche hace vigilia».
Fuente Lecturas