
El que daba dinero, o conseguía votantes, propició la creación de movimientos auspiciando a Luis Abinader.
Pude confirmar 365 movimientos en todo el país y en exterior. Todo el que dedicaba su tiempo, bienes y esfuerzo se quiere montar hoy, en los rieles del militantismo ciudadano porque se sienten con autoridad por los resultados del 5 de julio 2020 y con legitimidad de cuestionar la gestión inaugurada el pasado 16 de agosto por los nombramientos del círculo de Luis. «Ese no trabajo, ni invirtió más que yo», me dicen.
Los líderes de tendencias dentro del PRM, conseguida su cuota en el gobierno, se perfilan a futuro como los aspirantes con proyectos cercanos a la naturaleza empresarial, esa élite ayuda, y serán sus aliados.
Lo que no parecen entender es que los pueblos poseen una intuición singular capaz de interpretar cuando la fuerza del dinero impone opciones con destrezas y recursos para desdibujar del espectro social y político, todo lo que se asocie al pueblo.
De ahí la lección que no se asimila correctamente es, que los inversionistas políticos retribuidos en el tren administrativo, terminada su gestión, enfrentan generalmente, procesos penales y un daño a su reputación sin precedentes. Y resulta entendible que los promotores de la inversión en la política aparezcan en los gabinetes, intenten controlar los partidos y pretendan orquestar un proyecto político delineado por sus criterios.
Ahora bien, casi siempre, su llegada a la administración pública no coincide con la vocación de servicio propia de la concepción clásica respecto de la actividad política, provocando el sello aberrante en los últimos años con el logo de: Carácter corporativo de la gestión gubernamental de….
Aquí el afán por estructurar una clase dirigente químicamente afín con los sectores hegemónicos data desde el mismo proceso de fundación de la nación. Aunque los mandatarios nuestros, salvo reconocidas excepciones, tienen un origen humilde caen en la trampa de interpretar incorrectamente la condición presidencial con la de ingresar al club “de los de arriba” porque en el trayecto del ejercicio oficial, sus decisiones lo acercan y aproximan a clanes tutelares que necesitan del gobierno sin importar el que lo detenta en un momento circunstancialmente.
Por eso, cuando la gracia del poder concluye, los halagos encuentran un nuevo destinatario que sufrirá las mismas consecuencias al final de su mandato, si no sabe distinguir con inteligencia el sonido de los áulicos, de las reflexiones incómodas que provoca la crítica responsable. Yo escribo.
Fuente: Espejo de recuerdos, sobre Leonel Fdez., Hipo Mejía y Joaquín Balaguer son base de mi exposición.